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El Ethereum no es una droga, pero vale para comprarlas

Satoshi Nakamoto creó el bitcoin. Como si hablásemos de un salvador o de un profeta bíblico, Nakamoto puso las bases, el sistema y los procedimientos. La suya fue la primera moneda digital. Después salieron muchas. La novedad, aparte de la obvia -no es física- es que aquella máxima que reza “siga el rastro del dinero” dejó de tener sentido si de lo que se trata es de encontrar al que inicia la cadena. El bitcoin, aunque anónimo, es fácilmente rastreable y su valor no ha dejado de crecer desde que en 2008, el personaje ficticio con el que abrimos el artículo lo liberase. Este fin de semana casi llega a los 532 dólares, su máximo histórico que marcó en agosto de hace dos años. Pero se ha quedado en 530.

Según Quartz, dos factores explican esta crecida. Uno es la aparición de altos porcentajes de comercio y demanda de bitcoin en China. El otro es la existencia de Ethereum. No, no es una droga nueva. Es otra criptomoneda que, a su vez, es la competidora más cercana del bitcoin. Utiliza la tecnología Blockchain que puso por primera vez en el mapa Craig Wright -el autoproclamado Satoshi Nakamoto-, y su divisa son los ether (ETH). Nació para aumentar las capacidades del bitcoin y, aunque ahora mismo se encuentra en una fase de desarrollo relativamente temprana y su valor no alcanza las cifras astronómicas del bitcoin, también crece. Y mucho.

El creador del Ethereum tiene nombre y apellidos reales, a diferencia del de bitcoin. Tiene poco que envidiar a Satoshi Nakamoto, que por cierto, estuvo nominado al Nobel de Economía; ya que Vitalik Buterin (1994) ganó el Premio Mundial de Tecnología en 2014, con apenas 20 años. Lanzó la primera versión beta de la moneda en julio del año pasado, después de una intensa campaña de crowdfunding en la que consiguió recaudar cerca de 15 millones de dólares. Está codificada del mismo modo que el bitcoin: descentralizado, P2P y funciona en base a una cadena de bloques -o blockchain-, con la diferencia de que su función principal pasa por ejecutar los “contratos inteligentes” integrados en esa cadena. En una entrevista a la web CoinTelegraph, Buterin explicaba los beneficios del Ethereum y por qué se alzaría en el futuro frente a bitcoin.

Contratos inteligentes: ¿Qué?

Uno de los principales factores que garantiza la privacidad de las transacciones en bitcoin es la alta proliferación de “mineros”, la descentralización. Cada una de esas transacciones es un script programado en lenguaje bitcoin, que también se conoce como “contrato inteligente”. Pero es un lenguaje limitado: por ejemplo, permite retrasar las operaciones o que se llegadas a un punto, se lleven a cabo sin la autorización específica de todas las partes involucradas. Y es que una vez integradas en la cadena de bloques no pueden cambiarse. Tampoco requieren de una validación de otro sitio o de alguien.

Así que aquí está Ethereum para cambiar eso. ¿Cómo lo hace? Eliminando esas restricciones. Su lenguaje genera unos scripts escritos de tal forma que pueden reproducir cualquier programa. Así como sus propios contratos inteligentes, también puede registrar software o aplicaciones. Algunos analistas consideran que lo que verdaderamente tendrá futuro en Internet será Ethereum. La criptomoneda ya ha atraído el interés de multinacionales como Microsoft, IBM o la consultora Deloitte. “Lo que hace bitcoin para los pagos, Ethereum se hace para cualquier cosa que se pueda programar”, escriben desde la página web.

Cada bloque de Ethereum se crea cada 12 segundos. Aunque en bitcoin el tiempo es mayor, su funcionamiento es similar. La forma más rápida y efectiva pasa por minar bloques con los recursos del ordenador, amplificando así los propios fundamentos de la criptomoneda: el de la descentralización y el del P2P. “La visión de Ethereum es descentralizar Internet al crear una plataforma en la que las aplicaciones se crean y corren en una red descentralizada”, cuentan desde el proyecto.

Los DAO y la ¿alzística? cotización del Ethereum

Los DAO (Organismo Autónomo Descentralizado) son todas las organizaciones que tienen cabida dentro de la cadena de bloques de Ethereum. Son los entes que participan en las transacciones de forma “automática”, esto es, sin intervención humana. Seth Bannon lo explica así en Techcrunch: “A cambio de apoyar financieramente los DAO (con ether), los promotores reciben fichas DAO, que luego pueden utilizar para votar en qué dirección debería ir la organización. Pueden utilizar sus fichas para votar sobre grandes cuestiones de gobierno (similar a los accionistas tradicionales), pero también en pequeños detalles, por ejemplo, en como el DAO gasta sus recursos. De esta manera, los titulares de tokens tienen un control total sobre los activos de la DAO y sus acciones”.

De esta forma los DAO serían algo así como un ente autorregulado con las aportaciones de unos mecenas y que a su vez está integrado dentro de la cadena de bloques en forma de contrato inteligente. De momento, un ETH vale cerca de 12 dólares, muy lejos aún del bitcoin, y está protagonizando subidas repentinas, como la revalorización de más de un 100% en febrero o su incesante crecimiento. En algo más de un año su valor implícito se sitúa cerca de los 800 millones de dólares según Investopedia, y cuenta con más de 20 millones de dólares en circulación.