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2014: La inversión pública de las bibliotecas empuja al libro digital

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Paula Corroto

Madrid —

Sin cifras de las plataformas de venta, el único dato oficial hasta la fecha sobre la comercialización del ebook en España es el de la Federación del Gremio de Editores (FGEE), que apunta a un 3,7% del total de la facturación del mercado del libro (2013). Apenas unas décimas más que en 2012, y tampoco se prevé que haya subido demasiado en 2014 (a la espera del informe de la FGEE). Sin embargo, algo ha cambiado en el sector este año: la introducción del préstamo digital en las bibliotecas públicas, que sí ha dinamizado y con bastante fuerza su consumo.

A 18 de diciembre, gracias al proyecto ebiblio, puesto en marcha a principios de septiembre por la Subdirección General de Coordinación Bibliotecaria de la Secretaría de Cultura, se han prestado 42.216 ebooks –de casi 1500 títulos- en toda la red de bibliotecas públicas del Estado, excepto en Cataluña, Baleares y Melilla –que aún no han desarrollado el proyecto- y en el País Vasco, que desarrolló su propia plataforma de préstamo.

Es una cifra que, tanto la responsable del proyecto, Isabel Cuadrado, como la subdirectora de Coordinación Bibliotecaria, Concha Vilariño, valoran muy positivamente: “Se están cumpliendo las expectativas. Ha tardado en ponerse en marcha, pero vemos que hay muchos usuarios y que se acerca más gente a las bibliotecas”, admite Vilariño. En total, este servicio, que contó con un presupuesto de 1,6 millones de euros, posee en la actualidad 15.698 usuarios distintos.

También hay felicitaciones en la Dirección del servicio de Bibliotecas del Gobierno vasco, desde donde el pasado 26 de noviembre se lanzó la e-liburutegiae-liburutegia con 2.676 títulos -2.121 en castellano y 255 en euskera- y que en un mes ha alcanzado los 1.696 préstamos, “sin apenas publicidad”, manifiesta su responsable, Francisca Pulgar. Para este proyecto se invirtieron 340.000 euros, 60.000 de ellos para la creación de la plataforma y 270.000 para la compra de las licencias digitales a las editoriales, con un afán de continuidad. “De momento sólo hemos comprado cinco licencias por lo que es evidente que con toda esta inversión pretendemos seguir. Es un proyecto estratégico de esta legislatura”, insiste Pulgar.

Precisamente, tanto desde la administración central como la vasca se incide en que estos proyectos se tenían que haber lanzado mucho antes, vista la demanda. De hecho, desde hace años había numerosas críticas ante la nula disponibilidad de ebooks en las bibliotecas.

“Las editoriales han tardado muchísimo, llevamos años detrás de esto, porque tenían mucho miedo a poner un fichero y que todo el mundo lo quisiera coger. Pero cuando han visto el proyecto ebiblio y el nuestro se dan cuenta de que las bibliotecas pueden ser un referente: se lee el libro en digital y luego si ha gustado se puede regalar en papel”, indica Pulgar. Y al contrario de las previsiones, ayudan al consumo legal de ebooks, asegura Vilariño: “Al final se está consiguiendo el otro objetivo, y es que se lean de forma legal los contenidos digitales. Antes, al no estar en bibliotecas, no sabíamos bien de dónde venían todos los libros que se podían tener en un dispositivo”.

Dos modelos distintos

No obstante, a pesar de que el éxito es parecido, los dos modelos son diferentes. El proyecto estatal apostó por la plataforma de distribución Libranda –creada en 2010 por las grandes editoriales españolas- y fue ella la encargada de seleccionar los títulos (16.000), de los cuales después hubo otra selección por parte de un grupo de trabajo de especialistas en el que están representadas las diferentes comunidades. Son estos títulos los que finalmente han llegado a las distintas bibliotecas públicas. Por otra parte, después, cada comunidad puede aumentar su propia oferta de ebooks –con su presupuesto- y trabajar con otras plataformas de distribución. La gran diferencia con Libranda es que esta no permite el préstamo a los usuarios que posean un Kindle por la incompatibilidad con el DRM.

En el País Vasco se tomó la opción de crear una plataforma propia y desligarse del proyecto estatal porque, como asegura Francisca Pulgar, “nosotros tenemos un modelo cultural por el queríamos apostar y queríamos ofrecer una variedad. Ebiblio, al funcionar con Libranda, tienes los mismos libros todo el tiempo”. Además, añade, en los primeros pliegos de libros que se ofrecieron por parte de esta plataforma “no había libros en euskera”, que son finalmente los más demandados para un préstamo al que por otra parte sólo tienen acceso los usuarios de la red pública vasca. De hecho, el primero, con 19 préstamos, es “Urari ostutako poemak” de Pako Aristi.

Por tanto, en Euskadi se ha preferido llegar a acuerdos directamente con las editoriales a partir de las peticiones de compra de los bibliotecarios, “que son los que conocen a sus usuarios y cuáles son los libros que más demandan”, sostiene Pulgar. Hasta ahora las bibliotecas con más lectores en digital son las de Vitoria (337), Getxo (89) y Eibar (68) –de momento no hay acuerdo con la de Bilbao, San Sebastián y Santurce-.

Precisamente, Cataluña entró más tarde en ebiblio al ser más reacia a que en este proyecto estuviera detrás Libranda, por lo que ya se están barajando otras plataformas, según confiesa Carme Fenoll, jefa del Servicio de Bibliotecas de la Generalitat. Sin embargo, finalmente formará parte de esta red, para la que ha contado con la aportación de 350.000 euros (250.000 del gobierno central) y su servicio de préstamo estará disponible en febrero con 15.000 títulos, todos de ficción, y 30 licencias digitales. “Y nos asusta un poco ya que tenemos tres millones de usuarios potenciales”, sostiene Fenoll.

Continuidad, pese a los recortes presupuestarios

Todas las responsables de estos proyectos aseguran que continuarán, a pesar de los recortes en los Presupuestos Generales del Estado para las bibliotecas (las encargadas de comprar los títulos). Es más, en ebiblio, aunque nació para un año, “la previsión es sacar un concurso público para que todas las empresas [de distribución] puedan acceder a él”, indica Cuadrado, por lo que parece que se revisará el contrato que hasta ahora se tiene con Libranda (que ganó el anterior concurso). Un pastel muy goloso para las distribuidoras digitales. Además, como añade Vilariño, “se tiene previsto establecer los títulos y materias más demandadas, para ver cómo hacemos la oferta el próximo año en colaboración con las comunidades autónomas”.

En cuanto al presupuesto, aunque ambas reconocen la reducción para 2015, “el usuario no lo va a notar ya que la mayoría de licencias tienen una duración media de 21 meses y vamos a aumentar los títulos”, apostilla Vilariño.

En el País Vasco la idea es llegar a tener disponibles para el usuario los 11.000 títulos que ya tienen comprados y aumentar la oferta con editoriales de toda España. También se pretende que participen las bibliotecas de Bilbao, San Sebastián y Santurce para llegar a los 700.000 usuarios potenciales en toda la comunidad. Se mantendrá el presupuesto inicial de 340.000 euros, “pero el esfuerzo en digitalización será menor”, manifiesta Pulgar que añade que en Euskadi no bajará en 2015 para el libro en papel: “Para libro físico pusimos 670.000 euros, y los socialistas, a través de una enmienda, ampliaron la partida otros 200.000 por lo que al final habrá más de 800.000 euros para libro físico”.

Y en Cataluña, Fenoll reconoce que tampoco se bajado el presupuesto autonómico-“Nosotros lo hemos aumentado un poquito”- y que seguirá la apuesta en digital. “Nos mueve la lucha contra la piratería. El efecto pedagógico de las bibliotecas va a ser el que descorche el libro digital y creo que va a ser el momento para que haya más usuarios. Estamos trabajando mucho con los clubes de lectura (en Cataluña hay 260 activos) y si tienen la posibilidad de que le enviemos el archivo para que puedan utilizarlo va a ser muy útil para ellos”, insiste. Es más, sostiene que “en dos años quizá dejemos de apostar por el papel y vaya más para el libro digital”.

2014 ha sido un año marcado en el sector del ebook por las batallas de Amazon y las editoriales, pérdida en ventas y unas librerías aún descolocadas ante el empuje de la empresa de Jeff Bezos. Pero ha habido también buenas noticias: pese a que las bibliotecas han contado con un menor presupuesto estatal (y aún habrá menos en 2015), ha habido una apuesta definitiva por el libro digital. Y como señala Francisca Pulgar, “esto se traduce en beneficios para los lectores, los autores y los editores”. Para el conocimiento público, al fin y al cabo.

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