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Opinión - ¿Misiles para qué? Por José Enrique de Ayala

El PSOE en un bocadillo

La terapia de grupo a la que se lleva sometiendo al PSOE desde la muerte política del Bambi leonés lleva camino de hacerse crónica. Dos años después del congreso de Sevilla que Rubalcaba le birló a la profesora de Miami, Carme Chacón, por 22 papeletas, los socialistas siguen obcecados en parecerse al niño que le pregunta al padre en un anuncio: “Papá, ¿por qué somos del Atleti?”.

Cambien Atleti por PSOE y tendrán un cuadro claro de lo que llevan haciendo los herederos de Pablo Iglesias desde la caída, hundimiento y desintegración de Zapatero: filosofar sobre sí mismos mientras los demás invaden su terruño.

El PSOE se ha encadenado al diván del psicoanalista enredándose en un debate sobre el ser y la esencia del socialismo democrático que se aleja unas cuantas galaxias de los problemas reales a los que se enfrentan los ciudadanos desde que suena la alarma del Smartphone en la mesita de noche.

Tal vez la pregunta no deba ser cuál es el alma socialdemócrata en España y en el resto del continente. Demasiada melancolía en la cuestión. Tal vez la pregunta debería ser: ¿para qué demonios le ha servido, le sirve y le tiene que seguir sirviendo el PSOE a los españoles?

No deberían tardar mucho en responder si no quieren morir aprisionados por la pinza de conveniencia que le están haciendo en franca armonía los conservadores del PP y los bolivarianos de facultad empeñados en demostrarnos que con ellos nació la democracia real.

Por la derecha, el PP marca el terreno machacando la idea de que son los únicos que representan la estabilidad necesaria para la gobernanza del país y que frente a ellos sólo hay caos y desorden.

Y por la izquierda, Podemos y una IU en manos de los clones de Pablo Iglesias pintan a los socialistas como la quinta esencia de una casta en fase terminal a la que hay que expulsar del paraíso revolucionario que está por llegar.

O el PSOE reacciona y huye del bocadillo que le están haciendo o terminará devorado por unos y por otros, víctima de una tibieza contagiosa y de una indefinición que juegan muy en su contra.

La solución no es fácil, no se resume en trazos gruesos ni en frases de menos de 140 caracteres, pero seguro que ayudaría que todos los socialistas recordasen que son un partido de mayorías con vocación de gobierno, con un proyecto claro de defensa de la igualdad y de las libertades públicas y con una trayectoria de transformación social y económica de España que ya quisieran los mesías de tertulias que han decidido que ellos y sólo ellos representan la verdadera izquierda pata negra de este país.

La terapia de grupo a la que se lleva sometiendo al PSOE desde la muerte política del Bambi leonés lleva camino de hacerse crónica. Dos años después del congreso de Sevilla que Rubalcaba le birló a la profesora de Miami, Carme Chacón, por 22 papeletas, los socialistas siguen obcecados en parecerse al niño que le pregunta al padre en un anuncio: “Papá, ¿por qué somos del Atleti?”.

Cambien Atleti por PSOE y tendrán un cuadro claro de lo que llevan haciendo los herederos de Pablo Iglesias desde la caída, hundimiento y desintegración de Zapatero: filosofar sobre sí mismos mientras los demás invaden su terruño.