Varices, no son solo un problema estético: por qué debes prestarles atención

La enfermedad venosa crónica (EVC), las varices, es una de las afecciones vasculares más comunes. Se calcula que afectan a un 25-30% de la población adulta femenina en los países occidentales y entre el 10% y el 40% de los hombres. Sin embargo, y pese a ser habituales, tienen que lidiar aún con ciertas creencias a las que conviene poner fin, como que se trata de un simple problema estético.
Estamos frente a un problema de las venas. Las varices suelen ser abultadas y de color azul o morado oscuro, fáciles de identificar con un simple vistazo y aparecen sobre todo en las piernas. Y, en la mayoría de los casos, no son motivo de preocupación, aunque en ocasiones las venas varicosas son un síntoma de un problema médico, según la Sociedad Española de Radiología Vascular e Intervencionista.
Detrás de muchos de los tratamientos que se buscan para minimizar los signos más reveladores de las varices están los motivos estéticos. Sin embargo, su presencia puede causar síntomas como dolor, disminución de la movilidad, cambios en la piel o problemas circulatorios que requieren atención.
¿Por qué aparecen las varices?
Para entender por qué se producen las varices es importante explicar que las arterias y las venas son los dos tipos de vasos sanguíneos que permiten que la sangre circule por todo el cuerpo. Las primeras envían sangre rica en oxígeno desde el corazón al resto del cuerpo. Las venas, en cambio, devuelven esta sangre usada al corazón. En realidad, se trata de estructuras que tienen unas finas paredes y válvulas unidireccionales que son las que permiten todo este movimiento, ya que, en el caso de las piernas, este movimiento tiene que ser ascendente y las válvulas actúan de motor para facilitarlo.
En el caso de las varices, el origen debemos ir a buscarlo precisamente en el fallo de estas válvulas de las venas que permiten que la sangre llegue hasta el corazón. Cuando esto pasa, la sangre retrocede por las venas y provoca un pico en la presión cuando estamos de pie. Es lo que se conoce como insuficiencia venosa leve. En consecuencia, este exceso de presión hace que las venas se dilaten y aparezcan las varices.
Y esto aparece sobre todo en mujeres, la mayoría de las veces con un componente hereditario. Pero hay otros factores que pueden estar detrás de las varices. Uno de los que más se habla tiene que ver con el envejecimiento, pero también la obesidad o el sobrepeso, o si pasamos mucho tiempo de pie. Cuando aparecen no solo se modifica el aspecto de la zona, sino que suelen aparecer otros síntomas como dolor, hinchazón del tobillo o pesadez de las piernas al final del día.
Varices, mucho más que un problema estético
Aunque las venas varicosas son generalmente benignas, existen signos específicos que sugieren la necesidad de tratarlas. Lo explican en la guía sobre el manejo de la enfermedad venosa crónica la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) y la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SemFyc). En ella reconocen que las varices no son solo un problema estético, sino que puede provocar limitaciones físicas y emocionales y requieren una gran cantidad de recursos sociosanitarios relacionados con costes laborales importantes.
Es fundamental comprender lo que debe evitarse para minimizar el impacto de esta afección y saber cuáles son los errores más importantes que suelen cometerse.
El primero y quizás el más importante es ignorar el problema. La tentación de hacerlo puede ser fuerte al pensar que se trata solo de un problema estético y que no vale la pena dedicarles tiempo. Pero, como hemos visto, las varices pueden ser un indicio de una enfermedad venosa subyacente que puede progresar si no se trata y provocar complicaciones como úlceras venosas o coágulos de sangre. Por tanto, el primer paso es entender que las varices no son solo un signo de envejecimiento sino un posible indicador de problemas más importantes.
Otro error común es normalizar el hecho de vivir con dolor, ya que ni el dolor, ni los calambres ni las molestias que suelen provocar las varices no son una cosa normal que debamos tolerar, sino síntomas que pueden afectar a nuestra calidad de vida y hacer que las actividades cotidianas sencillas se conviertan en todo un desafío. Hay varias opciones que pueden ayudarnos, que dependerán del grado de afección, y las primeras son fáciles de llevar a cabo. Para empezar, y una de las más importantes, es el cambio en los hábitos de vida.
Algunos de los más efectivos suelen ser evitar el sedentarismo, realizar ejercicios que mejoren el retorno venoso, evitar el estreñimiento, usar calzado que respete la dinámica del pie, evitar la exposición prolongada de las piernas al calor, llevar una alimentación saludable y reposar con los pies elevados. Esta posición es importante mantenerla durante la noche, mientras dormimos, con una inclinación de unos 15 centímetros de los pies más elevados que la cabeza. También nos ayudarán las duchas frías, con un recorrido de abajo a arriba por la cara interna de la extremidad.
La segunda opción es la terapia compresiva, que consiste en aplicar vendajes con usar medias de compresión de forma gradual. Con esto lo que se consigue es ayudar a minimizar el edema, reflujo y volumen venoso, así como aumentar el flujo arterial y el drenaje linfático.
Si el problema es más grave, los fármacos venoactivos ayudan a tratar el edema y el dolor —siempre bajo prescripción de un médico— y, por último, la cirugía, que llega cuando la ECV se ha complicado y no se puede controlar con los otros tratamientos.
Otro error común es autodiagnosticarse. Debemos tener en cuenta que las varices varían mucho en tamaño y gravedad y las causas subyacentes también pueden ser distintas de una persona a otra. Por tanto, acudir al médico permitirá dar el enfoque personalizado y un diagnóstico adecuado.
0