Los Goya entregan por primera vez en su historia un premio 'ex aequo' a la mejor película para ‘La infiltrada’ y ‘El 47’
![Los equipos de la películas ´El 47´ y ´La Infiltrada´ tras recibir el Goya ex aequo a la ´Mejor película´](https://static.eldiario.es/clip/41785cfe-85a6-4289-bb37-43bf70db706a_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.jpg)
Los Premios Goya guardaron un giro final que nadie esperaba. Nunca en la historia la Academia de Cine había entregado un premio 'ex aequo' a la Mejor película, y de ahí la sorpresa cuando Belén Rueda tuvo que parar los aplausos al abrir el sobre que anunciaba la ganadora del premio final de la noche. Primero anunciaron El 47, y fue la actriz la que pidió calma para decir que también la otra gran favorita de la noche, La infiltrada, era ganadora del cabezón. Hasta ahora solo había ocurrido en el 1991 y en la categoría de Mejor cortometraje (no se separaba entre ficción, documental y animación).
Una decisión histórica -recordemos que la Academia acredita sus resultados ante notario- que dejó a todos con la boca abierta, también al equipo de ambas películas. Y si uno lo piensa, más allá de la dificultad de que algo así ocurra, suena hasta lógico. Tanto La infiltrada como El 47 son, sin duda, los dos fenómenos populares del año. Películas que han conquistado al público, que han construido su momento gracias al boca a boca de la gente. La primera hasta llegar a los 8 millones de euros en taquilla. La segunda sido el filme en catalán más exitoso de la historia. En momentos donde tanto se habla de las salas en peligro, la Academia ha reconocido a dos títulos que han encontrado el imposible equilibrio entre crítica y público.
Atendiendo al marcador final, El 47 acabó como la película más premiada de la noche con cinco premios Goya. Mejor película, efectos especiales, dirección de producción, actriz de reparto para Clara Segura y Actor de reparto para Salva Reina. Hasta cinco minutos antes del terremoto final, el premio para Reina, normalmente encasillado en papeles cómicos, era la gran campanada de la noche. Se impuso a los favoritos Antonio de la Torre, por Los destellos y Óscar de la Fuente, por La casa. Salva Reina no se lo creía, estaba emocionadísimo y soltó un “¿Esto qué polla es?” para luego acordarse de Torre Baró, de los migrantes y del problema de la vivienda. Era el primer aviso para los rivales del filme de Marcel Barrena.
Y si nos ponemos quisquillosos podíamos decir que incluso uno más, porque su protagonista Eduard Fernández logró el premio al mejor actor -el más cantado de la noche- por Marco, pero seguramente lo hubiera logrado por su trabajo en El 47 si las normas de la Academia no impidieran a una misma persona optar dos veces al Goya en la misma categoría.
La infiltrada, por su parte, llegó a ese último sobre con un único premio, el de Mejor actriz para Carolina Yuste. Finalmente fueron dos, pero dos de los gordos, de los que cuentan. Yuste, como hizo en los Forqué, pidió “no usar la herida y el dolor para sacar rédito político”, además de pedir “una vivienda digna para todas las personas”.
Cuesta ver más allá del acontecimiento inédito, pero hubo mucho más. Empezando por unos premios muy repartidos donde ninguna arrasó y que muestran lo abierto que estaba todo hasta el final. El 47 fue la más premiada. Tras ella quedó Segundo Premio, que logró otras tres estatuillas, sonido, montaje y dirección para la dupla formada por Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez. Primer premio en la categoría de dirección para Lacuesta, uno de los grandes realizadores del cine español de los últimos años por esta (no) biografía de Los Planetas.
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Los mismos cabezones que La habitación de al lado, que tras la sorpresa por la ausencia del filme en la categoría de Mejor película, terminó siendo uno de los más premiados de la noche gracias a sus tres Goyas: Mejor banda sonora, Mejor fotografía y Mejor guion adaptado. Su hermano Agustín leyó las palabras de Pedro Almodóvar, que no pudo acudir por un problema de salud y que recordó una frase que dice John Turturro en su filme, cuando advierte que el final del planeta llegará con la unión del neoliberalismo y la extrema derecha. Una escena escrita siete meses antes de la llegada de Trump.
Con dos se quedó La estrella azul, el debut de Javier Macipe que se llevó los dos para los que llegaba como favorita, dirección novel y actor revelación para Pepe Lorente. Por su parte, Laura Weissmahr, la revelación absoluta de Salve María se llevaba el de Actriz revelación. También dos (vestuario y diseño de producción) consiguió La virgen roja y La guitarra flamenca de Yerai Cortés (documental y canción original).
Al final el 'ex aequo' engulló todo lo demás, incluida la confirmación de que Eduard Sola es el mejor dando discursos. Tras el de los Forqué y los Feroz lo demostró cuando recogió el de guion original para Casa en flames, único para otro de los éxitos del año. “ Construyamos un mundo en el que los cuidados no se sustenten en el sacrificio de nadie. por una crianza que no necesite supermadres, sino solamente madres, padres con la estructura social y económica necesaria para poder educar en libertad y dignamente”, reivindicó.
Los Goya vuelven a ser políticos
Además del premio final, la gala se caracterizó por el gran número de discursos con acento en lo político. Como si el espíritu de Manolo y de Torre Baró se apoderara del Palacio de Congresos de Granada, los Goya volvieron a demostrar que son un termómetro del descontento de la gente. De los temas que preocupan a la gente de a pie, y también a los miembros de una industria que siempre ha mostrado su activismo. La 39 edición de los Goya volvió al espíritu reivindicativo y político de sus mejores noches. La vivienda, los migrantes, el campo climático y la limpieza étnica en Gaza fueron los temas que fueron copando los discursos de la noche. Parecía, también de alguna forma, una respuesta a sus presentadores, que en una entrevista semanas antes de la ceremonia aseguraron que en la gala no iba a haber política, porque demasiada había en el día a día.
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No les hizo caso Richard Gere, que al recoger el Goya Internacional continuó su discurso del día anterior y llamó “bully” a Donald Trump, a la vez que pidió “estar alertas y ser valientes”. Destacó el orgullo que siente porque en España haya una ONG como Open Arms, y aseguró que fue ese uno de los motivos por el que se ha venido a vivir a España. Terminó pidiendo a la gente “ser honestos y decir la verdad” para hacer del mundo “un lugar de amor”.
Ni Clara Segura, que demostró sus tablas y su talento en un discurso conciso y rotundo que entroncaba con el filme por el que ganó, El 47. “Carme Vila hizo una revolución más silenciosa, enseñando catalán a los niños, las niñas y las mujeres que no tuvieron derecho a educación. El acceso a la educación nos hace mas libres. Libres para rebelarnos contra las políticas del miedo que nos hacen odiar al diferente, que nos hacen olvidar que todos fuimos extranjeros y que la tierra no nos pertenece, solo nos acompaña un rato mientras vivimos”, dijo ante el aplauso de toda la profesión.
Tampoco hizo caso a no ser políticos Aitana Sánchez Gijón, que en su discurso del Goya de Honor citó a Marisa Paredes, fallecida recientemente. Cuando Paredes, como presidenta de la Academia, tuvo que dar el discurso el año del No a la guerra -gala que marcaría la relación del cine español con la derecha-, no se amilanó. Por eso, Sánchez Gijón hizo suyas las palabras de Paredes: “No hay que tener miedo a la cultura. Hay que tener miedo a la ignorancia, a la indiferencia, a la mentira, al fanatismo y a la violencia. Hay que tener miedo a la guerra”, dijo y añadió: “Hay que tener miedo a los nuevos imperialismos y a las limpiezas étnicas”. Una referencia a Palestina como la que hizo Miguel Ríos al termina el número musical de inicio, “¡Free Palestine!”, dijo el artista. También Eduard Fernández se acordó de Gaza en su discurso.
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Para Paredes hubo un recuerdo especial, y no fue solo Aitana Sánchez-Gijón. Jorge Drexler leyó el discurso de Walter Salles como ganador del premio a la Mejor película iberoamericana. Pero el momento más emocionante fue cuando su hija, Maria Isasi, leyó bajo una imponente foto de Marisa Paredes unas palabras de agradecimiento por el cariño que todo el mundo demostró a una de las grades actrices del cine español.
“He tenido la madre más espectacular que he podido tener. Me enseñó a pensar por mí misma, a ser fuerte, a confiar en mi fragilidad. A pisar un escenario, a dignificar esta profesión, a ser generosa y agradecida. A batallar por lo justo por lo de todos y todas. A no olvidar lo que no se debe olvidar y a hablar por los que no pueden hablar. A luchar a pesar del miedo, a pesar que ella no parecía tenerlo”, dijo Isasi con lágrimas en los ojos antes de ver un vídeo con las mejores escenas de una actriz inabarcable.
La revolución del premio a la Mejor película también hizo que quedara en segundo plano una gala demasiado plana y sin ritmo, que intentó repetir el tono de la ceremonia del año pasado, pero sin el éxito de la presentada por Los Javis. Maribel Verdú y Leonor Watling se limitaron a encadenar elogios a las películas e intérpretes nominados. Tuvieron química, pero les faltó gancho, mordiente y humor. Al final, la gala acabó siendo una sucesión de premios y números musicales (algunos más inspirados que otros). Pero como ocurre en el cine, al final todos hablan del giro final. Que se lo digan a Nolan. A Shyamalan, y a la 39 edición de los Goya.
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