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José Antonio Luna

26 de febrero de 2021 22:11 h

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Jürgen Schadeberg (1931 – 2020) hizo su primera fotografía con solo 11 años. Se encontraba en un refugio antibombas en Berlín en 1942, un lugar habitual para los residentes en Alemania durante la mayor contienda bélica de la historia. Aquel fue el escenario que despertó su curiosidad tras la lente y, probablemente, una sensibilidad por lo social que le persiguió durante toda su vida. 

Schadeberg falleció en agosto de 2020 en La Drova, una pedanía de Barx (un pueblo de la comarca de La Safor en València) donde vivía desde 2013. Tras de sí deja un legado fotográfico de valor incalculable, entre el que se encuentran instantáneas tan icónicas como la de Nelson Mandela revisitando la celda en la que estuvo 18 de los 27 años que permaneció preso. 

Ahora, parte de ese legado artístico se puede ver en El ojo compasivo, una exposición compuesta por 28 fotos que estará disponible hasta el próximo 8 de abril en la Leica Gallery de Madrid. Su comisaria y encargada de esta selección es Claudia Schadeberg, que estuvo casada y trabajó con el maestro alemán en su archivo durante más de 40 años. “Esta variada selección personal de imágenes de Jürgen abarca seis décadas, de 1948 a 2007, en Europa (también España) y Sudáfrica, reflejan la mirada empática, humanista, compasiva y humorística de Jürgen hacia quienes fotografiaba. Parecen captar la esencia y la humanidad de los personajes y crear momentos mágicos de lo mundano”, dice sobre la muestra. 

El fotógrafo decidió partir de Berlín a Sudáfrica en 1950, con 19 años. Su objetivo era huir del nazismo que había azotado su país natal, pero la situación que encontraría en su nuevo hogar tampoco estaría libre de injusticias. “Pensaba que escapaba de un situación muy mala en Berlín para ir a una mejor, pero fue un shock porque encontró este racismo institucionalizado en Sudáfrica”, dice la comisaria en una videoentrevista publicada por Leica.

Una vez allí trabajó para la revista Drum, una de las primeras publicaciones centrada en las comunidades negras y encargada de narrar la escena underground más allá del apartheid. Documentó historias que debido a la segregación racial no tenían espacio en otros periódicos, como la eclosión del jazz o la vida de los trabajadores agrícolas, pero también ejerció de editor jefe y entrenó a futuras generaciones de fotógrafos.

Schadeberg acabó inmerso en la escena política y conociendo a Nelson Mandela en 1951, durante una conferencia cuando el activista era todavía un joven líder, pero este solo sería el primero de varios retratos. De ellos destaca el de la ya mencionada visita a la celda de Robben Island, una imagen histórica que según contó a elDiario.es Juan Pedro Font de Mora, responsable de la Librería Railowsky en Valencia a la que el fotógrafo fue cercano, fue seleccionada por el propio líder africano: “El mismo Mandela le dijo: 'Es esta foto, expresa tranquilidad'”.

Su compromiso por retratar las injusticias sociales le acompañó allí donde viajaba, como cuando se instaló en Inglaterra en 1964. Allí captó la vida en Gorbals, una de las regiones más pobres de Glasgow en su mayor parte poblada por inmigrantes obreros que buscaban cómo subsistir. Eran historias que no salían en las primeras páginas de los periódicos pero que ahora, gracias a Schadeberg, tienen un lugar en la Historia. 

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