La ciudad mexicana de Chihuahua prohíbe tocar música con letras misóginas

Las autoridades del Estado de Chihuahua, en el noroeste de México, han prohibido a los artistas cantar canciones misóginas en sus presentaciones en vivo.

Chihuahua, la capital homónima de este estado fronterizo con Estados Unidos, ha aprobado una normativa que prohíbe la interpretación de temas musicales que promuevan la violencia contra las mujeres.

Esto implica que la popular estrella puertorriqueña del reguetón, Bad Bunny, cuyo concierto en México agotó las entradas el año pasado, y el artista más stremeado de México, Peso Pluma, líder del género conocido como “corridos tumbados”, podrían no ser bienvenidos debido a sus letras misóginas y fanfarronas.

Patricia Ulate, concejala del Partido Acción Nacional (PAN) que presentó esta reforma ante el concejo municipal, dice que las “duras realidades” —incluidas la grave violencia contra las mujeres y una perdurable cultura machista— motivaron a los legisladores a actuar contra la promoción de la violencia de género.

Los infractores se enfrentarán a una multa de hasta 64.500 euros (1,2 millones de pesos mexicanos). El dinero recaudado se donará a programas municipales para mujeres y a centros de acogida para víctimas de violencia doméstica. Los legisladores insisten en señalar que la ley no está dirigida contra ningún género musical en particular.

 “Chihuahua es uno de los cinco municipios del estado con alerta de género, declarada debido a los altos índices de violencia estructural contra las mujeres”, dice Ulate, titular de la Comisión de Mujer, Familia e Igualdad de Género. “Toda acción que contribuya a erradicar estas circunstancias cuenta”, considera.

La modificación de las leyes de concesión de licencias se aplicará a los eventos regulados por el Ayuntamiento. Las denuncias por violencia doméstica en la ciudad han ido en aumento pronunciado.

El alcalde del municipio, Marco Bonilla, dice que se impondrán sanciones económicas a “quien [cante] canciones que promuevan la violencia contra las mujeres”. Siete de cada diez llamados telefónicos a la policía municipal están relacionados con la violencia en el ámbito familiar. Según Bonilla, la música en vivo que cosifica y sexualiza a las mujeres sería considerada violencia.

El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador reafirmó el mes pasado el derecho de los músicos a “cantar lo que quieran”, pero criticó a los artistas que glorifican la violencia y el consumo de drogas. “No nos vamos a quedar callados cuando dicen que son buenas las tachas [pastillas de éxtasis] y que tienen un arma calibre 50, y que son sus ídolos los narcos más famosos”, dijo.

El diputado chihuahuense Francisco Sánchez, del partido Movimiento Ciudadano, se pronunció en contra de la prohibición por considerarla “inútil y retrógrada”. Declaró a los medios de comunicación locales que la medida “atenta contra la libertad e incluso se contrapone al artículo 6 constitucional que defiende la manifestación de ideas”.

En 2015 la ciudad, de un millón de habitantes, prohibió la reproducción de música que haga apología del delito o de los autores de hechos ilícitos en espectáculos públicos que requieren del permiso de la autoridad municipal. Una popular banda de México, Los Tigres del Norte, fue multada con 500.000 pesos en 2017 tras interpretar canciones sobre el narcotráfico.

Cancún, un popular destino turístico de la costa Este que ha sido escenario de la violencia de los cárteles, tomó medidas en mayo al prohibir los conciertos con letras que promovieran la violencia.

Ciudad Juárez es la ciudad más poblada del Estado de Chihuahua, y se ganó notoriedad por los feminicidios sexuales sistémicos. Verónica Corchado, defensora de los derechos de la mujer en la ciudad, dice: “La realidad es que tenemos un problema de violencia de género que no puede pasar desapercibido... [Las mujeres tienen que] formar parte de la toma de decisiones políticas en el día a día para que puedan tener mejores oportunidades, voz, opinión sobre aspectos políticos en cuestiones cotidianas”.

Traducción de Julián Cnochaert.