Rosa Jiménez: “Aunque suframos discriminación nuestro sentimiento gitano no nos lo puede quitar nadie”
A Rosa Jiménez le brillan los ojos cuando, con una sonrisa de orgullo, habla del 'romanipen', el sentimiento gitano. Lo defiende por encima de la doble discriminación que sufren las mujeres como ella: la primera por el hecho de ser mujer y la segunda por ser gitana. Desde Sim Romi, la asociación de la que es presidenta, desarrollan proyectos para empoderarse unas a otras y dejar de vivir esa situación de marginalidad a la que las ha abocado la sociedad durante siglos.
“Existe un miedo, una invisibilización y una la deshumanización hacia el pueblo gitano. Sufrimos discriminación incluso cuando vamos al supermercado, porque nos persiguen. También sufrimos discriminación en el sistema de Salud, cuando vamos a una ginecóloga y nos dice que tenemos que utilizar anticonceptivos porque no podemos seguir teniendo más hijos”, lamenta Jiménez, que a modo de solución exige que se hagan políticas públicas que realmente trabajen en mejorar la situación de las personas gitanas.
Por todo ello y por “reivindicar que los cuidados sean visibles para todas las personas”, saldrá este martes 8M a la manifestación que tendrá lugar en Bilbao, porque, según subraya, “mientras sigamos siendo nosotras las que nos encarguemos de gestionarlo todo, vamos a seguir perpetuando las mismas injusticias y discriminaciones que venimos sufriendo hasta ahora”.
¿Cuál es la labor que realiza la asociación de mujeres gitanas Sim Romi?
Nos centramos en diferentes ámbitos. Uno de los objetivos principales que tenemos es el empoderamiento tanto individual como colectivo de las mujeres gitanas. A partir de ahí, desarrollamos talleres que tengan que ver con ese empoderamiento. Lo importante, más allá de los propios talleres, es la metodología que utilizamos en ellos. Intentamos trabajar desde la necesidad que tienen ellas. No sirve de nada que nosotras ofrezcamos proyectos o actividades si no contamos con ellas, por ello, son ellas mismas quienes nos dicen los temas que quieren trabajar. Para ello, apostamos por un feminismo dialógico en el que recogemos las voces de las mujeres gitanas. Con nuestras actividades no solo tratamos de visibilizar nuestro feminismo en una sociedad machista y patriarcal, sino que dentro de la cultura también tenemos que hacer ver nuestra posición, porque aunque suframos discriminación nuestro 'romanipen', nuestro sentimiento gitano, no nos lo puede quitar nadie.
¿Qué necesitan las mujeres que acuden a Sim Romi?
Sobre todo necesitan hablar y desahogarse. Encontrar un lugar seguro que no tienen en la calle. Las mujeres gitanas viven una triple discriminación: por ser mujeres, por ser gitanas y por ser pobres. Es gravísimo que en pleno siglo XXI una mujer que quiere buscar empleo no lo pueda encontrar porque prima más su físico como gitana que su experiencia laboral. Hay estudios que demuestran que la sociedad discrimina de una forma muy característica a las personas gitanas. Ese antigitanismo nace desde el odio más profundo que nos tienen las personas que no nos quieren tener al lado. Ese antigitanismo que también se sufre desde el empleo, lo están sufriendo actualmente mujeres jóvenes que tienen una formación académica impresionante, pero claro, tienen su pelo largo, son morenas y usan pendientes grandes de oro. Entonces, vivir toda la vida disfrazada para no parecer gitana o sentir que por serlo te cuestionan todo, es muy duro. De hecho, desde la asociación hemos creado una revista que se llama 'Resistencia romaní' que nació porque un grupo de mujeres sentían que los medios de comunicación mostraban una imagen de los gitanas en las que ellas no se reconocían con programas como 'Palabra de Gitano' o 'Los Gipsy Kings'.
Un gitano no se identifica con la marginalidad o con la pobreza, todo lo contrario, los gitanos se identifican con los valores humanos, con la familia y con su comunidad
¿Cómo afectan ese tipo de programas a los estereotipos sobre las personas gitanas que hay en la sociedad?
Pues es verdad que hay gitanos que son así, pero no pueden decir que así son todos los gitanos, porque a muchos no nos representan. Ellos son gitanos en su forma de vida, pero hay payos que viven como gitanos y no lo son. Un gitano no se identifica con la marginalidad o con la pobreza, todo lo contrario, los gitanos se identifican con los valores humanos, con la familia y con su comunidad.
Según recoge el estudio 'Discriminación y diversidad en la CAE: perspectivas, ámbitos y colectivos' elaborado por el Observatorio Vasco de Inmigración (Ikuspegi) en colaboración con el Departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales y la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), el 25% de los vascos afirma no querer compartir vecindario con personas gitanas. ¿Cómo afecta el acceso a la vivienda a la población gitana?
Ese es un ejemplo de cómo el propio sistema está quitando derechos a algunas personas. Hay personas gitanas y tenemos casos cercanos de chicas y chicos jóvenes con buenas nóminas que por su apellido no logran acceder a un piso. Lo dicen así de claro: 'No te alquilamos porque eres gitana'. Otro de los problemas es la normalización. Muchas veces se ha perpetuado y normalizado siglo tras siglo tanto la discriminación, que la propia comunidad gitana no reconoce que está siendo discriminada.
¿Más allá de la relacionada con la vivienda y el empleo qué tipo de discriminación sufren las mujeres gitanas?
Existe un miedo, una invisibilización y una la deshumanización hacia el pueblo gitano. Sufrimos discriminación incluso cuando vamos al supermercado, porque nos persiguen. También sufrimos discriminación en el sistema de Salud, cuando vamos a una ginecóloga y nos dice que tenemos que utilizar anticonceptivos porque no podemos seguir teniendo más hijos. Eso es grave, pero también es verdad que nosotras nos centramos en las discriminaciones porque somos un pueblo marginado. Las gitanas apostamos por una sociedad en la que realmente valore la diversidad cultural, pero en esta sociedad nos discriminan por ser mujeres y también por ser gitanas. Sufrimos miedo, cuestionamiento y la permisibilidad que se tiene a la hora de vulnerar los derechos del pueblo gitano sin que nada pase porque no hay consecuencias.
Existe un miedo, una invisibilización y una la deshumanización hacia el pueblo gitano.
Entre los estereotipos relacionados con las personas gitanas también está el hecho de que en la propia comunidad abunda el machismo. ¿Qué opina al respecto?
No es verdad. Hay un estudio de una federación de mujeres gitanas que se llama Kamira que se basa en una investigación a nivel estatal en la que se ha estudiado a más de 500 hombres gitanos y demuestra que los hombres gitanos no son más machistas que el resto de la sociedad. Lo que pasa es que es más fácil decir que lo son, pero la realidad es que vivimos en una sociedad machista con lo cual desde ahí el machismo abarca todo. Es un prejuicio más.
¿Qué consideras que se debe realizar para mejorar la situación de las mujeres gitanas?
Se deben crear espacios para conocerse y reconocerse. Tienen que haber políticas públicas que hagan una apuesta real precisamente para las personas a las que nos hacen vivir en una situación de exclusión y marginalización. No nos pueden anclar en un lugar, tiene que haber una apuesta política importante por reconocer los derechos de las personas gitanas.
¿Qué reivindicáis este 8M?
Como mujeres gitanas reivindicamos que los cuidados sean visibles para todas las personas. Basta ya de que carguemos las mujeres con todo el peso que tiene el responsabilizar a ellas de los cuidados familiares, personales y del sistema. Mientras sigamos siendo nosotras las que nos encarguemos de gestionarlo, vamos a seguir perpetuando las mismas injusticias y discriminaciones que venimos sufriendo hasta ahora. Tiene que ser una lucha de todos los agentes posibles para lograrlo.
1