El nieto de un fusilado por Franco: “Sé dónde está, es lamentable que no hayamos podido retirar sus restos”
La madrugada del 8 de febrero de 1939, la rendición de la Menorca republicana era inminente. Tras la derrota en la batalla del Ebro y con el Gobierno de Negrín en el exilio, el comandante militar de la isla, Luis González Ubieta, negoció con el representante de Francisco Franco, Fernando Sartorius y Díaz de Mendoza, conde de San Luis, un plazo para entregar la isla.
En un camarote del acorazado británico HMS Devonshire, el enviado del bando nacional prometió una “rendición sin derramamiento de sangre”. Pocas horas después, 450 republicanos partían a bordo del mismo barco, rumbo al exilio en Francia, y otros 150 en el Carmen Pico rumbo a Argelia. Otros muchos quedaron en tierra mirando la silueta del último barco perderse por la bocana del puerto, sin poder escapar.
El conde faltó a su palabra. A poco de arriada la bandera tricolor, tres batallones del bando sublevado dieron comienzo a la represión franquista contra quienes no pudieron o no quisieron huir, mientras la aviación italiana atacaba Maó en el peor bombardeo que sufrió la ciudad desde el inicio de la guerra.
“Es razonable enterrar con dignidad”
El primer muerto de aquella madrugada se llamaba Marcelino Rodríguez Álvarez, comandante de la guarnición republicana de Ciutadella. Cacereño de origen humilde, de familia con tradición castrense y militar de vocación. Sin filiación política reconocida. Fue tiroteado en su despacho, por la espalda, y enterrado en una fosa común que aún hoy espera ser exhumada, en algún punto cerca del cementerio viejo de Ciutadella.
Su nieto, Marcelino Rodríguez Tudurí, atiende a elDiario.es a propósito del reciente anuncio del Govern balear de completar el Mapa de Fosas Comunes de Menorca: “Me parece bien que se cree el mapa. En mi familia siempre supimos dónde está enterrado mi abuelo, es muy lamentable que no hayamos podido ir a retirar sus restos después de tantos años, y como nosotros, muchas otras familias. Yo no tengo filiación política, pero creo que es algo razonable poder enterrar con dignidad a los familiares”.
Aquella noche de febrero del 39 terminó la guerra en Menorca, pero comenzaba una oscura etapa de represalias, delaciones y ajustes de cuentas por viejos enconos. Según los cálculos de historiadores y familiares, más de 200 personas fueron ejecutadas después de la rendición de la isla. Miquel López Gual, historiador y cofundador de la Asociación Memòries de Menorca, afirma que “el mapa de fosas busca poner nombre y apellidos a esas historias”.
López Gual defiende la necesidad de reparar a las víctimas: “Suena lógico que, después de tantos años, las familias de los represaliados puedan recuperar a sus familiares, sin embargo hay una intención de polemizar contra esta iniciativa que habla del 'reconocimiento a todas las víctimas'. Lo cierto es que las víctimas –que las hubo, porque era una guerra y fue dramática– del bando nacional sí tienen sus reconocimientos, sus placas y sus mausoleos, mientras muchos otros que fueron ejecutados después del conflicto continúan en las cunetas”. Para él, “ningún muerto vale más que otro, todos deben ser reconocidos y hay familias que aún esperan”.
“Durante el franquismo el silencio era ensordecedor”
Sobre las tablas del escenario del Orfeón de Maó, Floreal Barber, dirigente de las Juventudes Socialistas, cantaba y actuaba, por puro gusto, en los años previos a la guerra. Poco después de la noche del 8 de febrero de 1939, fue detenido, fusilado y enterrado en una fosa común cerca del Cementerio de Es Castell. Se desconoce su paradero exacto.
Su sobrino nieto, Lluís Sintes, tiene 66 años y es cantante lírico radicado en Tarragona. Cuando cumplió veinte años, pisó por primera vez las tablas del mismo Orfeón que su tío abuelo para cantar. Entonces muchas personas –entre ellas la viuda de Floreal– vieron en él la apariencia de su antepasado, como narra el propio Sintes: “Sin hacer referencia a lo que había sucedido, me dijeron que era tan parecido a él... Casi teníamos la misma edad cuando lo fusilaron y cuando me subí a aquel escenario”. “Nadie me contó nada sobre lo que había pasado. Durante el franquismo el silencio era ensordecedor. Total. Con la llegada de la democracia fui reconstruyendo la historia de Floreal, parte de mi historia al fin y al cabo”, explica a elDiario.es.
Floreal Barber fue uno de los republicanos que quedaron en tierra tras la rendición de la isla, oteando la figura del Devonshire perderse en el horizonte, como la promesa de un exilio que nunca llegó. La tragedia de la guerra y la demostración de que las iniciativas de memoria colectiva son claves para la reparación y la justicia, se hacen carne en la historia de Lluís Sintes, que también tuvo familiares en el otro bando.
“Mi abuelo paterno era militar nacional y estuvo preso en el buque Atlante. Pasó muchos meses sin saber si un día vendrían a buscarlo para fusilarlo, como efectivamente sucedió con algunos presos de la república. El problema es que en el 39 ya no había guerra y si no saldamos la deuda para con esos que murieron después del conflicto, nunca habrá ese cierre de heridas del que tanto se habla”, cuenta Sintes.
“Recuerdo el contraste entre mis dos ramas familiares cuando era niño. En una había alegría y un ambiente acogedor. En otra recuerdo especialmente el silencio, mi abuelo era sastre, siempre trabajando, nunca opinaba de nada. La historia de Floreal la conocí cuando tenía más de treinta años y todo lo que sé es que lo fusilaron y lo enterraron en una zona fuera del cementerio, un lugar para no católicos”.
El proyecto del Govern
En el marco del anuncio oficial de la creación del Mapa de Fosas de Menorca y tras la sanción de la nueva Ley de Memoria Democrática, fuentes del Govern balear aseguran a elDiario.es que confían en que se pueda empezar a ejecutar a finales de año. “Una vez licitado el proyecto y aprobado el Plan de Investigación presentado a la Comisión de Fosas, el grupo de investigadores tendrá un año para ejecutarlo, debiendo este ser aprobado por la misma comisión”, aclaran estas fuentes.
Por su parte, el vicepresident Juan Pedro Yllanes afirma que “es un paso importante para profundizar en nuestra democracia y llevar la justicia y la reparación a las víctimas del franquismo, que llevan 40 años de dictadura y 40 de democracia esperando que alguien se acuerde de ellos”.
Quizás con esta política se pueda reparar algo del daño que causan las ausencias, los exilios, los silencios. Quizás así, Marcelino y Lluís, como otros tantos menorquines, puedan darles a sus familiares un merecido descanso en paz.
5