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La extrema derecha vuelve a salvar al primer ministro de Macron en una moción de censura presentada por el Partido Socialista

La presidenta del grupo parlamentario Rassemblement National, Marine Le Pen, y el primer ministro francés, François Bayrou, en la Asamblea Nacional de París el 21 de enero de 2025.

Amado Herrero

París —
19 de febrero de 2025 20:40 h

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El primer ministro francés, François Bayrou, escapó este miércoles a una nueva moción de censura presentada por la izquierda gracias a la abstención de los diputados de la extrema derecha, que se sumó a la del bloque de centroderecha en el que se apoya el Ejecutivo.

Los 66 diputados socialistas habían depositado el lunes una moción para denunciar las “victorias culturales” ofrecidas a la extrema derecha por el Gobierno y la “deriva” del Ejecutivo hacia una “trumpización”. La moción ha obtenido 181 votos a favor de los 289 necesarios.

“No podemos aceptar que la extrema derecha inspire las leyes o, peor aún, que las dicte”, escribieron los socialistas en el texto de la moción. “Desde hace varias semanas, el Gobierno, por boca de algunos de sus ministros, ha cedido a las tristes obsesiones de la extrema derecha, ofreciendo victorias culturales sin precedentes a Agrupación nacional [RN por sus siglas en francés], al que se supone que combate”.

En particular los socialistas critican el uso de la expresión “sumersión migratoria”, utilizada en varias ocasiones por Bayrou, así como varias declaraciones realizadas por el ministro del Interior, Bruno Retailleau, que ha expresado su deseo de una nueva ley sobre inmigración aún más restrictiva.

En realidad, las declaraciones de Bayrou y sus ministros datan del mes de enero, momento en el que los líderes del PS negociaban con el Gobierno un acuerdo de no censura sobre los presupuestos. Aunque las declaraciones provocaron la anulación de las últimas reuniones, finalmente el PS decidió no votar las mociones de censura presentadas por Francia Insumisa.

Los socialistas trataron de explicar entonces que la decisión estaba dictada por la necesidad de estabilidad y “de dar un presupuesto a Francia”. De salir adelante, la censura de enero no sólo hubiese provocado la dimisión del Ejecutivo, sino también un bloqueo a los textos presupuestarios, como ya ocurrió en diciembre con la caída de Michel Barnier y su Gobierno, cuando izquierda y extrema derecha votaron juntos.

Moción de “valores”

No obstante, en enero el PS anunció que presentarían su propia moción de censura una vez que todos los textos legislativos presupuestarios estuviesen definitivamente aprobados (el lunes el Senado dio luz verde a la última parte de la ley sobre el presupuesto de la seguridad social).

La moción de censura sobre los “valores” es un gesto para marcar su desacuerdo con el Gobierno ante los electores. También para reivindicar que el PS es un partido de oposición y aplacar a una parte de sus diputados; los socialistas estaban divididos entre los que abogaban por priorizar la estabilidad del país y los que defendían censurar al gobierno y votar con el resto de fuerzas de izquierda. Pese a las diferencias internas los parlamentarios decidieron respetar mayoritariamente la disciplina de voto (sólo seis desobedecieron y votaron la censura).

Por eso desde un principio la moción socialista se ha interpretado como simbólica. Se daba por descontado que la extrema derecha no censuraría al Gobierno por imitar su retórica, como confirmó el partido lepenista el domingo. “No la votaremos porque el Partido Socialista la ha presentado por una única razón: cuestionar unas observaciones de sentido común, aunque insuficientes, del primer ministro”, anunció el diputado Thomas Ménagé, portavoz del grupo RN en la Asamblea.

No obstante, unas declaraciones de François Hollande esta semana volvieron a despertar malestar en el grupo socialista. El expresidente, hoy diputado, declaró que si la extrema derecha hubiese decidido apoyar la censura, el PS debería abstenerse para no aprobar su propia moción, porque “no pretende derrocar al Gobierno, sino cuestionarlo”.

El secretario general del partido, Olivier Faure, se apresuró a subrayar que las declaraciones de Hollande no representaban la postura del partido y las calificó de “absurdas”, al considerar que la caída del Gobierno no sería ninguna “desgracia” para el país.

Fractura en la izquierda

La estrategia socialista de no censurar al Gobierno en enero para presentar una moción de censura en febrero no ha aplacado las críticas de los demás partidos de izquierda, en particular Francia Insumisa. “La moción sobre la política migratoria es de una hipocresía sin nombre”, denunció el diputado LFI Éric Coquerel. “Además de no tener ningún riesgo porque saben muy bien que será una bala de fogueo”.

La decisión de los socialistas de no apoyar las mociones de Francia Insumisa en enero ha situado a la alianza de fuerzas progresistas en la Asamblea (Nuevo Frente Popular) al borde de la ruptura, una vez más. “Esta no-censura producirá ahora los efectos que ya conocemos y que son el motivo por el que sus autores lo han decidido así: el NFP se reduce de un partido”, escribió Jean-Luc Mélenchon en su blog. Sin embargo, comunistas y ecologistas se han mostrado menos categóricos y abogan por mantener la unidad, pese a su desacuerdo con la decisión del PS.

Aunque la aprobación de los presupuestos era el principal reto al que se enfrentaba el primer ministro, la sucesión de mociones de censura subraya la fragilidad de su Gobierno, que depende de que las oposiciones de izquierda y de extrema derecha no se unan contra él en un voto.

En estas condiciones existen muchas dudas sobre su capacidad para sacar adelante reformas importantes. De momento, el mismo Bayrou ha evitado hacer anuncios precisos sobre el calendario legislativo. Además, el jefe de Gobierno debe esperar al resultado de las negociaciones entre los actores sociales para decidir cómo abordar la reforma de la ley sobre las pensiones aprobada en 2023 que izquierda y extrema derecha quieren derogar.

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