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De la Alcaldía al taller de confección: Carmena regresa a su tienda solidaria

Manuela Carmena en ‘Zapatelas’, la tienda taller solidaria que creó antes de convertirse en alcaldesa y en la que ahora vuelve a atender.

Marta Maroto

Del imponente Palacio de Cibeles a un estrecho taller de la calle Malasaña. De informes del Ayuntamiento, comisiones y burocracias a vender muñecas de trapo. Manuela Carmena, alejada de la primera línea política y de la campaña electoral, ha vuelto a la tienda que tuvo que dejar durante su etapa como alcaldesa, un comercio solidario de venta de ropa y juguetes de bebé que a sus seis años de vida sigue creciendo y contratando a personal.

Carmena ha vuelto a su tienda a pesar de que la formación con la que se presentó a las últimas elecciones, Más Madrid, ha decidido dar el salto a la política nacional con Íñigo Errejón como candidato. Ella apoyó su despegue, participó en algún que otro acto e incluso sonó para ocupar un puesto en las listas. Sin embargo, la exalcadesa se autodescartó y por ahora ha decidido apartarse de la política para centrarse en el pequeño local del centro de Madrid.

Es un sábado de septiembre de los que amenazan con frío y los clientes no paran de entrar en la tienda. Una mujer uruguaya dice haber conocido el establecimiento por un reportaje en un canal de su país, y no sabe que la persona mayor que le muestra las camisas de estampado africano en honor a Nelson Mandela era la alcaldesa de Madrid hasta hace unos meses.

Esas prendas están hechas por mujeres en la cárcel, cuenta junto a la máquina de coser María Noguerol, sobrina de Carmena, que dirige y gestiona la tienda. Además de un punto de venta, el establecimiento es, sobre todo, un taller. Alrededor de las mesas de madera se amontonan patrones, montones de telas de colores, hilos y tijeras.

'Zapatelas', como se llama el comercio, crea y confecciona todos sus productos. Está administrada por 'Cosiendo el paro', la asociación que fundó Carmena poco antes de presentarse a la Alcaldía y de la que ahora vuelve a ser presidenta. Antes era una sociedad limitada que se llamó Yayos Emprendedores.

De que las prendas y juguetes de tela salgan adelante se encargan, efectivamente, mujeres en prisión o que ya han cumplido su condena y migrantes en una situación muy precaria. “Sin un contrato de trabajo no hay reinserción”, afirma María. Gran parte de la ropa está hecha por las tres mujeres que trabajan diariamente en la tienda.

Lourdes es la más veterana, lleva con Carmena desde los comienzos, cuando todavía no existía el taller y tenía que coser desde su casa. “El destino está marcado”, sonríe entre retales. Y conocer a Carmena era el suyo. Iba con su bebé en brazos en el metro cuando entró al vagón la exalcaldesa, que acababa de recoger un pedido de patucos que hacían por entonces en la cárcel de Sevilla, y le pidió probarlos en la pequeña.

En el transcurso de apenas dos estaciones ya se intercambiaron los teléfonos. Lourdes había estudiado moda y diseño en su país de origen, Ecuador, así que meses después comenzó a trabajar con un contrato indefinido.

Lourdes crea los cortes y patrones y enseña a Asma, una madre marroquí en riesgo de exclusión social a la que conocieron en un taller de costura en el deprimido barrio de la Fortuna. Es muy buena y aprende rápido, cuenta Lourdes, que elogia el esfuerzo de María y Carmena para lograr que su marido permitiera trabajar a Asma, ahora además con un contrato indefinido.

La tercera es Marga, una mujer latina que suele coser desde su casa. Y como las cosas van bien, pronto se va a contratar a una cuarta persona migrante a la que están a punto de conceder el tercer grado penitenciario. María, incluso, se plantea una quinta incorporación.

Las cosas van bien porque 'Zapatelas' va a comenzar a dar prioridad a su taller de confección y a vender a otras marcas, de manera que podrá ampliar los ingresos fijos. “Marcas nuevas y jóvenes que dan importancia a los derechos sociales, a la sostenibilidad”, explica María. El crecimiento también se debe a que, como Carmena ya ha dejado las instituciones, pueden pedir subvenciones y ayudas públicas.

“Vender tiene relación con la política porque tienes que sentirte orgulloso de lo que ofreces”, explica Carmena, que al fin encuentra un momento para charlar tras acompañar a la puerta a los últimos clientes. Cuenta que sobre todo le gusta inventar, pensar ideas nuevas y productos que pueden incorporar al taller.

La exalcaldesa pasea por la tienda y muestra un abrigo con estampado de tigre que, dice, tiene mucho éxito entre familias homosexuales. Enseña a la Ratoncita Pérez, una versión feminista de la Ratita Presumida que, cansada de ponerse guapa, ahora se alterna con su compañero el Ratoncito Pérez para recoger los dientes de los niños.

Y la Manuela y el Manolo –nombrados así no por la exmagistrada, sino porque la tienda está en la calle Manuela Malasaña–, muñecos de trapo que cambian de sexo al cambiarse de ropa. Sus trajes diminutos se confeccionan en los talleres ocupacionales de la cárcel de Aranjuez en los que cada jueves participan hombres y mujeres.

Allí se hacen cosas más sencillas como bolsas de tela aromáticas e incluso móviles para la cuna de los bebés, elaborados por un condenado por corrupción, cuenta María. Ahora están haciendo babies y baberos para los niños de la prisión, porque trabajan con el módulo de madres con hijos menores de tres años.

Alcaldesa, magistrada y ahora dependienta de tienda. Pasar por diferentes trabajos “da una visión de lo que es la vida”, cuenta Carmena, felizmente retirada de la política, un mundo que muchas veces ha calificado “de artificial, de antipático, de esquizofrénico”. “En las tiendas pequeñas (…) la gente habla, charla, te cuenta… es la vida de la ciudad”, sentencia.

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