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Historia Madrid
La Fuente de la Tomasa o el recuerdo a una prostituta en la Dehesa de la Villa

Fuente de la Tomasa

Luis de la Cruz

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Siempre es más fácil encontrar personajes pertenecientes a las clases populares entre los topónimos nacidos de la costumbre que entre los bautizados oficialmente. En los nombres de las calles de Madrid, por ejemplo, abundan los señores de clase alta por encima de las mujeres y de las personas del pueblo llano. Un topónimo dedicado a una prostituta humilde, por lo tanto, es una rareza sobre la que merece posar la mirada. Hoy lo haremos sobre la Fuente de la Tomasa, un conjunto en piedra que todos los paseantes de la Dehesa de la Villa conocen.

La Fuente de la Tomasa ha sido siempre escenario de vida comunitaria, de reuniones de sociabilidad de las mujeres durante la tarea de recoger el agua, alivio de excursionistas o de reuniones con baile para los más jóvenes, sin dinero para gastar en los establecimientos de la zona. Los vecinos de más tiempo recuerdan cómo en unas zanjas que la circundaban los niños hacían piscinas llenándolas de agua. Allí mismo, también, el movimiento vecinal organizó una merienda en el contexto de la exitosa lucha contra una carretera que hubiera partido la Dehesa de la Villa. Hoy, la fuente de La Tomasa es un lugar significativo del bosque forestal, lugar fácilmente localizable al oeste del parque y zona privilegiada para el avistamiento de aves. Pero, salvo los vecinos de más tiempo, nadie conoce el origen del nombre de la fuente.

En el documento que se hizo para llevar a cabo en 2018 el Plan Director de la Dehesa de la Villa, se elaboraron una serie de entrevistas a vecinos que son memoria viva de la Dehesa de la Villa en la segunda mitad del siglo XX. Allí se habla, como no podría ser de otra manera, de la Tomasa. En las entrevistas tienen mucho peso los juegos infantiles, los recuerdos familiares y, también, la Dehesa de la Villa –especialmente el Cerro de los Locos– como espacio de oportunidad para burlar las restricciones morales y legales de la dictadura. A la reunión naturista o el encuentro político clandestino, podríamos unir ciertos ilegalismos.

A propósito de ello, uno de los entrevistados contaba que:

“En el Cerro [en la planicie de pinos] se hizo en una mafia cuando yo tenía 14 o 15 años [1963 aprox.]. Empezaron a jugar al chito. Se jugaban el dinero los vaqueros, los dueños de las vaquerías de la zona. La cosa es que estaba este... [...] que vivía en una cueva con su mujer y tres hijos no muy lejos de mi casa. Él era un sinvergüenza y un canalla; un ladrón... se fue al Cerro de los Locos y vio lo que había, que jugaban al chito. Y este aprendió y se le daba muy bien, era el mejor que había; pero no tenía dinero para apostar. Así que los vaqueros empezaron a darle dinero, y así él tiraba por los vaqueros, y cada vez más apuestas y apuestas y apuestas. Y se jugaban los miles de pesetas como... Entonces él ganaba y los vaqueros le daban un dinero de lo que había ganado. Entonces ya se empezaron a meter los taxistas, y estos jugaban a las cartas. Y se formó entre los taxistas y los vaqueros una mafia que no veas. Ahí estaba la policía cada dos por tres. Estos estaban en los planos, por donde se jugaba a fútbol los domingos, y los deportistas, que nada tenían que ver, estaban en las caídas del Cerro, sobre todo en la loma hacia la calle Pirineos, que es donde se ponían en taparrabos los que nosotros decíamos que estaban zumbados”.

Según ese mismo informante –identificado en el documento como ASM– este golfo se convirtió en el proxeneta de la Tomasa cuando esta tenía unos veinte años, hacia 1964. “Y claro, luego la chica se tenía que lavar, por eso bajaba andando y se venía hasta la fuente, que ahora está medio escondida, pero antes estaba mucho más; si no sabías no dabas con la fuente. Total, venía, y ahí se lavaba, de ahí se quedó la Fuente de la Tomasa”. Aquella fuente hay que imaginarla como un lugar lleno de arbustos y moreras, mucho más inaccesible e invisible que ahora. ASM afirma que la Tomasa, que acudía al lugar cada día de la zona de López de Haro, siempre trabajó sola. Las versiones que la tradición oral ha traído hasta nosotros, sin embargo, difieren en este y otros puntos.

En el blog de la Asociación Cultural Amigos de la Dehesa de la Villa hicieron en 2014 una extraordinaria recopilación de testimonios y datos conocidos sobre el origen del nombre de la fuente y la mujer a la que hace referencia. Entre ellas, se habla del testimonio de un taxista que afirmaba que ya a principios de los años 50 en la zona de la fuente había un grupo de prostitutas cuya proxeneta era una tal Tomasa. Otras voces recogidas, contaban que a finales de los cincuenta había por allí un chamizo donde ejercían la prostitución diferentes mujeres, conocida por la casa de la Tomasa, que entonces era ya mayor aunque conservaba su atractivo. Son, en todo caso, varios los testimonios que remiten a la presencia de prostitución en el parque más allá de la célebre Tomasa, cerca de los merenderos y las reuniones festivas improvisadas por las noches.

Según la vecina Carmen Fernández, la Tomasa vivía en una casita baja de la calle Mártires Maristas (entonces Avenida de los Pinos) y era una mujer conocida por su belleza, que había destacado en las elecciones de mises del barrio que se llevaban a cabo en una sala de fiestas de la zona de Peñagrande. Carlos, de la AAVV Poetas Dehesa de la Villa, relata en el blog cómo siendo un chaval vio con unos amigos a la célebre Tomasa ejerciendo, ya a mediados de los sesenta y calva por la sífilis. Un comentarista anónimo del blog también la recordaba de cuando era niño, y lo hacía con mucho cariño: “una belleza de mujer, simpática, madraza con nosotros, pues éramos un grupo de chavales de 9 o 10 años que los fines de semana íbamos a la Dehesa, en las proximidades de la venta El Pinar y venta La Peque, había un juncal muy grande y allí merendábamos, jugábamos al balón etc., pero al caer la tarde aquello se animaba cantidad, más de una vez vimos a la Tomasa acompañada de personajes de alta alcurnia, incluso algún ministro de la época, corríamos a verlos, algunos iban en coche y les abríamos las puertas (cuando nos dejaban los porteros)”.

En los archivos de los foros de internet, como los riquísmos en testimonios de Dehesa de la Villa o Amigos de Tetuián de las Victorias, en Facebook, se pueden encontrar algunas referencias a la Tomasa. Son diversas e imprecisas, como acostumbra a ser la tradición oral colectiva, pero dibujan rastros débiles que algún investigador debería aprovechar para reconstruir el camino biográfico perdido de una de las pocas prostitutas que aparecen en la toponimia madrileña.

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