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Que tribute el SMI, que tributen las clases medias, pero ¿quién aguanta nuestro Estado de Bienestar y quién se escaquea?

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En el debate sobre la tributación del SMI se ha producido una confrontación fratricida. No es propósito de este artículo el defender una posición sobre otra, pero la discusión puede ser una buena excusa para preguntarnos quién verdaderamente aguanta nuestro maravilloso estado de bienestar. Este es sostenido mediante cotizaciones y por vía impositiva a través del impuesto de la renta y el impuesto de valor añadido. Sin embargo, llama poderosamente la atención de que el impuesto de sociedades no tenga igual peso. Lo cierto es que las personas jurídicas tributan menos que las personas físicas, mucho menos. Y algunas menos aún.

Empresas en situación de oligopolio tiene cifras de tributación ridículas en nuestro país. Para evitar calificar esta descripción de prejuicio, sirvan, a modo de ilustración, dos ejemplos concretos referidos a una de estas empresas campeonas de la era digital. En el primero, la multinacional norteamericana de comercio electrónico Amazon no pagó en 2020 ningún tipo de impuesto sobre sociedades en ocho Estados europeos. En el segundo, en el Auto de la Audiencia Nacional 1669/2023, Sala de lo Contencioso-Administrativo, de 26 de diciembre, se enjuiciaba la solicitud de medidas cautelares en relación con una resolución dictada con fecha 12 de julio de 2023, por el CNMC en el expediente S/0013/21. Lo interesante de dicho auto es que se relaciona una situación de pérdidas y deudas con la Hacienda pública, la Seguridad Social y terceros a 31 de diciembre de 2022 de más de 3.295.988.782 euros.

El caso de Amazon, no es aislado, es un ejemplo de lo que ocurre en otras empresas. ¿Cómo lo consiguen? En una genial aplicación del «divide y vencerás», todas las empresas multinacionales emplean la estrategia de crear varias filiales y organizarse en grupos de empresas. Se trata de aligerar la carga tributaria aprovechando la libertad de movimiento de capitales, la clásica tributación por la sede social, que permitiría elegir estratégicamente países o territorios que les ofrecen condiciones fiscales más favorables y las operaciones intragrupo.

Amazon es un buen exponente de esta organización empresarial representada por un rompecabezas de filiales y agrupaciones de estas, ubicadas en varios países y anexas de la matriz norteamericana ubicada, no por casualidad, en Seattle. Dentro de una estructura vertical, Amazon tiene varias filiales en España dependientes de submatrices europeas, emplazadas en uno de los jardines del edén corporativo, Luxemburgo. Esta organización empresarial consigue un objetivo claro, reducir el pago de impuestos. Sin embargo, en el caso de negocios basados en algoritmos, este logro, si se puede calificar así, se intensifica. Se consigue justificar una facturación entre las empresas del grupo que implica una disminución de los impuestos, porque las empresas filiales han de pagar a la(s) sociedad/es matrices que gestionan el algoritmo los derechos de propiedad intelectual. Con estos pagos, los beneficios de las filiales que operan en cada país disminuyen espectacularmente, pues, cada vez que se utiliza un algoritmo de Amazon, la empresa de plataforma, si se me permite la simplificación, se autopaga.

Se trata de las llamadas «operaciones intragrupo», en las que las empresas de las corporaciones realizan transacciones de bienes y servicios entre ellas. Este tipo de operaciones, comunes en cualquier multinacional, se incrementan en el caso de las empresas de plataformas por el juego de los derechos de propiedad intelectual en el uso de los algoritmos, porque los algoritmos tienen un coste de mercado no tasado, su valoración resulta muy difícil. El problema con las empresas tecnológicas es que el valor de mercado de los elementos de propiedad intelectual es difícilmente medible, por lo que los pagos a la matriz que realizan las sociedades filiales por el uso de la tecnología son, en realidad, un elemento poco controlable, que permite a la matriz llevarse el beneficio donde menos se tributa y a las sociedades filiales explotar los activos materiales e inmateriales en el territorio «pagando» por ello a las matrices. 

La tributación de estas empresas en el impuesto de sociedades puede ser ridícula en comparación con sus cifras de negocio en España o en otros países, hasta el punto de dar pérdidas. Ello a su vez incide en nuestros sistemas de protección social que están siendo sostenidos por empresas y personas trabajadoras localizadas en nuestro territorio. Pongamos el foco donde hay que ponerlo.

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