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La sequía que persiste detrás del subidón en los pantanos: “Esto no se soluciona con lluvias puntuales”

Vista del río Ter en la cabecera del pantano de Sau.

Raúl Rejón

2 de abril de 2024 22:13 h

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Con las lluvias de la borrasca Nelson, casi todo el oeste de la península ibérica acaba de salir del estado de sequía meteorológica a corto plazo. No es lo mismo en el resto seco del país ya que el sur de Andalucía, Catalunya, las cuencas del Júcar y el Segura y un poco del Ebro continúan en esa situación de escasez de lluvia.

De hecho, “en la cuenca mediterránea se ha intensificado la sequía”, aclara el portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología, Rubén del Campo. Tras las precipitaciones concentradas en Semana Santa, en el primer semestre del año hidrológico, que comenzó en octubre, ha llovido un 15% más que la media en el conjunto del país. Pero en ese mismo tiempo, en el arco del levante “están por debajo del 50% del promedio”, remacha el meteorólogo.

Los embalses, en general, se han llenado hasta el 63%, según el último Boletín Hidrológico Nacional. Sin embargo, hay cuencas en Catalunya, la Región de Murcia y el este de Andalucía que mantienen niveles preocupantes. Esa es la imagen del volumen de agua que hay para satisfacer las demandas, pero no de la sequía meteorológica.

En este sentido, la ecóloga del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (Creaf-Csic), Annelies Broekman, subraya que “ha habido una lluvia buena, pero no puede decirse que se haya normalizado la situación”. Y destaca que “las precipitaciones espectaculares de Andalucía son fantásticas, se ve todo verde y el embalse de Sierra Boyera está a tope, pero –en muchos sitios– seguimos en sequía y seguimos con problemas”.

Si se miden las precipitaciones de los últimos tres años, que sirven para identificar la sequía de larga duración, todavía no hay que bajar la guardia

Rubén del Campo Portavoz de la Aemet

Es lo que también advierte Rubén del Campo al especificar que “si se miden las precipitaciones de los últimos tres años, que sirven para identificar la sequía de larga duración, todavía no hay que bajar la guardia porque en el Duero, Guadiana, Guadalquivir, sur de Andalucía, Ebro y buena parte de Catalunya continúan en esa situación”.

“Alivian pero no solucionan todo”

Hasta la consejera de Agricultura de Andalucía, Carmen Crespo (PP), ha salido este martes a decir que, “aunque las lluvias alivian, no solucionan del todo: la sequía no ha desaparecido”. Sin ir más lejos, ha admitido que “en algunas partes de las Cuencas Mediterráneas Andaluzas pasamos de escasez de agua grave a severa”, es decir, hay menos capacidad para atender la demanda de agua.

Y en Catalunya, toda la lluvia acumulada estas últimas jornadas han servido para llevar los embalses de las Cuencas Internas al 16,4%, solo un poco por encima del nivel de emergencia por escasez, pero todavía inmersos en el grado de “sequía extrema” en cuanto a pluviometría, según la Agencia Catalana del Agua.

Las sequías son un proceso largo. Hace falta que las masas de agua se recuperen para que se restablezca el equilibrio hidrológico que se ha roto

Annelies Broekman Ecóloga del Creaf-Csic

Annelies Broekam incide en que “es importante entender que las sequías son un proceso largo que no se soluciona con un episodio de lluvias puntuales”. Se refiere a que, para salir de esa situación “hace falta que las masas de agua se recuperen para que se restablezca el equilibrio hidrológico que se ha roto. Y eso requiere lluvia, nieves, recuperar acuíferos y la vegetación y la fauna perdidas en los ecosistemas. Si miras al río no es lo mismo que si miras al embalse”.

“Ha habido un alivio temporal, aunque todavía no se ha salido de la sequía de larga duración en muchas cuencas”, resume Rubén del Campo a la luz de los datos de la Aemet. De hecho, la Confederación Hidrográfica del Júcar decretaba la situación excepcional por sequía en toda la demarcación (42.000 km2 en la Comunitat Valenciana, Castilla-La Mancha y Aragón) mientras una parte de España se adentraba en las lluvias torrenciales de la borrasca Nelson. “El abastecimiento urbano en general está garantizado y las restricciones para el riego se decidirán en las comisiones de desembalse que se convocarán en mayo”, ha explicado la Confederación.

Las restricciones para el regadío

Al fin y al cabo, el mayor consumidor de agua es el sector agrícola. Aunque ha lanzado la idea de permitir más agua de riego en su territorio –que hasta hace unas semanas planeaba transportar agua en barcos desde otras comunidades autónomas–, la consejera andaluza ponía ciertas cortapisas: “Tenemos que ser prudentes”, matizaba.

“En el Guadalquivir [que gestiona el Ministerio de Transición Ecológica] se podría incrementar, por ejemplo, el 50% de la dotación para el arroz. Los sistemas productivos tienen que seguir adelante”, ha dicho. Crespo ha afirmado que va a reducir las restricciones al riego en las cuencas de su competencia como son Guadalete-Barbate, Tinto-Odiel-Piedras e, incluso en las cuencas mediterráneas: “Mejoraremos la situación en algunas zonas”.

Con todo, lo que pide la ecóloga del Creaf es aprovechar este alivio “para afrontar medidas estructurales a medio y largo plazo”. El director del centro del agua y adaptación climática de la IE University, Gonzalo de la Cámara, lleva tiempo insistiendo en que “el desafío no es la sequía, sino la escasez. Y el momento de afrontarla es cuando llueve” porque, si no, se crea “la ficción de que los problemas de escasez de agua se solucionan con las precipitaciones”. Es decir, la idea de que una vez que se atraviesa la sequía meteorológica y los embalses recuperan niveles, puede retomarse la gestión hidrológica anterior.

“Es el momento de hablar del modelo agrícola, de las políticas forestales y de qué pozos pueden ser legales. Y el resto, cerrarlos”, continúa Broekman. “Es la hora de dejar la explotación del agua de papel, la que aparece en las concesiones, y ver cuál es el agua real. Y de hacer algunas obras como la mejora de las redes. Invertir los recursos destinados a la situación de emergencia que ahora se liberarán en medidas estructurales que tiendan a reducir la demanda para cuando llegue otra vez la sequía”.  

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