Los vecinos celebran el fin del Festival de las Linternas, el evento que privatizó un parque público de Málaga
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Tras dos meses y medio de espectáculos poco concurridos y esfuerzos del ayuntamiento por justificarlo, el Festival de las Linternas, ubicado contra la voluntad de los vecinos un parque público de Málaga cerrado para este evento privado, ya es historia. Este sábado ha celebrado sus últimas funciones, mientras en el exterior volvían a reunirse cientos de vecinos y vecinas del Parque del Oeste. En estos meses ha cuajado un potente movimiento vecinal, transversal, independiente, inicialmente espontáneo y finalmente organizado, capaz de hacer frente al ayuntamiento, que siempre se puso del lado de los promotores. El movimiento ha acabado consiguiendo que el alcalde admita que ubicar allí el festival no ha sido una buena idea.
Este sábado unos 300 vecinos y vecinas han celebrado el final del festival como una victoria, porque se da por descontado que no volverá a celebrarse en este espacio, a pesar de que el contrato entre los promotores (Iluminaciones Ximenez y su socio chino Lantern Group) y el ayuntamiento contempla hasta dos años de prórroga opcional. “Tenía que haber sido más consensuado”, señaló hace unos días en Cadena Ser el alcalde Francisco de la Torre: “Haremos una reflexión conjunta con los vecinos para ver si es factible en términos compatibles con el parque, o más bien no. Que yo creo que será más bien no”.
En una ciudad atravesada por conflictos que contraponen el derecho a la ciudad frente al puro negocio (la vivienda y los apartamentos turísticos, el rascacielos del puerto, el bosque urbano), la privatización durante cinco meses de 33.000 metros cuadrados de parque público en beneficio de un interés privado ha galvanizado a los vecinos. La oposición ha jugado su papel, y hoy ha acudido a celebrar el éxito vecinal frente al “afán privatizador” del alcalde. “Los malagueños queremos ser vecinos, no clientes”, ha dicho Toni Valero (Sumar). “No todo está en venta”, ha señalado Nicolás Sguiglia (Con Málaga). “Es una victoria social y De la Torre debe pedir perdón”, ha dicho Daniel Pérez (PSOE). Pero el protagonismo ha sido de los vecinos.
Asambleas y concentraciones cada semana
No parece, a la vista de lo que había este sábado en el parque, que la oposición al festival sea reversible. “Primero fue espontáneo, y después nos hemos ido organizando”, cuenta Rocío Santos, mientras suenan canciones alusivas a la lucha vecinal y, finalmente, se descubre una placa que renombra la plaza central del parque como “Plaza del Movimiento Vecinal”.
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Cada miércoles, los vecinos y vecinas se han reunido en asamblea; y cada fin de semana, sin fallar ninguno excepto el Día de Reyes, se han concentrado cientos de vecinos en la puerta de acceso al festival. Niños, muchos mayores que se han visto privados de su zona de paseo, jóvenes que hacían deporte en este lugar. De un día para otro, el parque quedó partido por la mitad. 33.700 metros cuadrados de los 74.000 que tiene el parque quedaron vallados por unas placas opacas. Ni mirar podían.
Los animales que allí había (está reconocido como parque zoológico) desaparecieron. Además, el evento daba un tajo al parque por su zona central, obligando a los paseantes que aún quisieran circular por sus márgenes a salir del parque y cruzar una vía de doble sentido con cambio de rasante.
Criminalizados por la concejala Teresa Porras
El atropello indignó a una parte notable de los vecinos. No ayudó a calmar las aguas la gestión que hizo del asunto la concejala Teresa Porras. Empezó ninguneando la entidad de las protestas (“las críticas no tienen sustancia”); recibió con exabruptos a los vecinos en el ayuntamiento (“vamos a tener que llamar a la Policía”); los criminalizó, asegurando que había observado actitudes violentas (“una violencia como nunca se había visto en una manifestación”, aseguró sin aportar prueba alguna); y finalmente trató de vincularlos a grupos políticos, filtrando que la Policía había identificado a varios dirigentes de IU, un asunto que ha sido denunciado ante la Agencia de Protección de Datos.
En las semanas previas a la Navidad, los vecinos celebraron más de una asamblea con la presencia de la Policía, que los identificó en más de una ocasión y les instó a separarse por superar las 20 personas. “Ha habido acoso policial”, valora Antonio González, quien recuerda que llegó a desplegarse un cordón policial para separar a los vecinos de los visitantes. Todo empezó a calmarse con el Año Nuevo.
Lo cierto es que las concentraciones eran pacíficas y protagonizadas sobre todo por niños y mayores, vecinos y vecinas del barrio que denunciaban el expolio de un espacio público en aras de un interés puramente privado. “Parque sí, negocio no”, era el cartel más repetido en la zona.
Un evento muy por debajo de las expectativas
El evento ha fracasado si se tienen en cuenta las expectativas creadas. Los promotores esperaban 250.000 visitantes entre el 30 de noviembre y el 15 de febrero. A entre 15 y 20 euros la entrada, esperaban ingresar unos 4,5 millones de euros. Pero a falta de cifras oficiales, parece claro que el resultado dista mucho de esas cifras. “Ha habido días entre semana en los que había un artista con platillos sobre el escenario, y ningún espectador”, comenta Víctor González, un vecino de Parque del Oeste, quien ha ido publicando cada día vídeos grabados desde los edificios colindantes, donde se observa un espacio desangelado. Tampoco los fines de semana ha sido un gran éxito, y la asistencia sólo fue reseñable durante la Navidad. “Está claro que no tenía interés para la ciudadanía”.
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Ni siquiera las excursiones de colegios públicos disimulan el pinchazo. Lo admitió el alcalde: “Han ido muchas menos personas de las que yo había calculado. Desde el punto de vista empresarial, creo que tiene un resultado negativo”. “Ha habido excursiones de colegios durante la mañana, a pesar de ser un festival de luces nocturnas”, señala González. La Diputación de Málaga publicó una licitación para transportar niños y niñas de otros puntos de la provincia, por 15.000 euros. Quedó finalmente desierto.
El ayuntamiento cerró el parque para esto a cambio de 100.000 euros. Un canon escaso para la cifra esperada de negocio (4,5 millones) y encajado a la fuerza en el apartado más barato posible de la ordenanza que regula el cobro de tasas por el uso privativo de vía pública. Así, consideró que encajaba en “Ferias de artesanías, exhibiciones comerciales y similares”, y fijó un canon de salida (mínimo) de 69.729,30 euros (784,77 euros al día por 88 días), que la promotora subió a 100.000.
Lo cierto es que el parque estará ocupado privativamente casi cinco meses (150 días), y que hay un apartado de la ordenanza que fija la tasa para “espectáculos y atracciones” entre 0,4 y 0,73 euros por metro cuadrado y día. Es decir, que de aplicar ese apartado el ayuntamiento podría haber exigido un mínimo de 13.480 euros diarios, y no de 784.
Terminado el show, queda una cierta sensación de alivio tras la indignación. Y la idea de que todo el empeño del ayuntamiento ha sido para nada. “Se dijo que revitalizaría la economía de la zona, y en realidad ha hecho daño, porque tenían sus propios chiringuitos de comida”, recuerdan. Los vecinos esperan ahora comprobar cómo queda todo. “Hay anclajes sobre el césped, y no está claro dónde están los animales”.
También queda un movimiento vecinal. “Hemos conseguido un precedente maravilloso: si salimos a la calle y nos juntamos somos capaces de cambiar todo”, dijo Yolanda al descubrir la placa que lo celebra.
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