Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Suplantaciones en un hospital murciano, ingresos en la UCI y estafas: qué hay tras la 'reina de la cirugía plástica'

El calvario no terminó tras las operaciones, ya que aún tiene que lidiar con graves secuelas: "Tengo una cicatriz espantosa"

Elisa M. Almagro / Erena Calvo

Murcia —
17 de febrero de 2025 22:30 h

22

“Me cortó el hígado y el pulmón. Tuve laceraciones hepáticas graves, de grado cuatro”, enumera Yngrid, una de las afectadas por la 'reina de las cirugías plásticas', tal y como se da a conocer en sus redes sociales. Sus secuelas, innumerables, no acaban aquí. A ella y a otra afectada, Olga, las operó presuntamente la misma cirujana que, a pesar de carecer de título homologado para practicar la medicina en España, pudo alquilar un quirófano en un hospital privado en Cartagena en nombre de otro facultativo. “Estoy viva de milagro. Me pasó lo mismo que a Sara Gómez, pero tuve suerte”, asegura Yngrid.

En enero de 2022, Sara Gómez murió tras ser intervenida para un tratamiento de lipoescultura. La familia denunció que durante el procedimiento se cometieron múltiples irregularidades que resultaron fatales. Dos años después, Yngrid es operada en el mismo hospital de Cartagena, el Virgen de la Caridad, con el mismo anestesista. Pero no lo supo hasta poco después de la cirugía que casi acaba con su vida.

Aunque Yngrid y Olga fueron intervenidas presuntamente por la cirujana investigada, la doctora Kebeya C.N., en los papeles de alta e ingreso aparece un cirujano distinto. “Uno elige un médico y luego te opera otro, es increíble”, reflexiona la letrada Rosa Egea Castro, que representa a Olga. “No estamos en el tercer mundo, esto es la Europa del siglo XXI y tenemos que preguntarnos qué pasa cuando entras en una intervención y te sedan”, se queja. En el informe de alta de Olga, su clienta, “no aparece ningún dato, no hay información del equipo médico” que la intervino. 

Aorta afectada e hígado lacerado

Olga fue operada en octubre de 2023. Pero en esta ocasión su motivación no fue estética, sino de salud. En su juventud se había puesto un implante de biopolímeros -una sustancia prohibida en España- en los glúteos, que se estaban desplazando hacia su pubis, causándole inflamación y bastantes molestias. 

“Olga contrató los servicios médicos de la doctora Kebeya a través de sus redes sociales”, explica Rosa, y la convenció de que en lugar de retirarse los biopolímeros solamente aprovechase la ocasión para someterse a un paquete más completo con una liposucción de todo el contorno del cuerpo, una abdominoplastia y una mamoplastia. Pagó por las tres operaciones, pero no le intervinieron en el aumento de senos dándole el alta sin darle explicaciones, por lo que tuvo que reclamar el dinero que días más tarde le devolvieron.

La intervención no fue bien “y tuvo que acudir en varias ocasiones a urgencias”. Actualmente, sigue acudiendo, relata Rosa Egea. Los biopolímeros no se retiraron y al hacerle la intervención provocó que se le llenara el abdomen de líquido “que tenían que retirarle en urgencias, ya que los masajes drenantes no podían realizarse con efectividad”. Según la letrada, “ha tenido que estar de médicos constantemente y tiene la aorta afectada, lo que podría hacerle perder la pierna; está muy complicada de salud”.

Las complicaciones también aparecieron muy pronto en el caso de Yngrid, que acabó diez días en la UCI y estuvo hospitalizada casi un mes. “Al día siguiente de la operación ya se encontraba muy mal, con dolores, náuseas y angustia”, enumera Marco. Entonces, “volvió a acudir al mismo centro médico [el Hospital Virgen de la Caridad]. En el TAC vieron que tenía lesiones en órganos vitales, por ejemplo el hígado lo tenía lacerado y había hematomas en otros órganos”.

Yngrid: “Estuve tres meses llorando y sin vida”

Sobre su estancia en la UCI, Yngrid solo recuerda que se estaba muriendo: “Estuve dos días inconsciente. Al despertar, el doctor me dijo que estaba muy grave y que tenían que abrirme el estómago para ver qué daños tenía”. A esa operación le seguirían otras dos más para tratar de arreglar el destrozo causado. “Tenía que gastar setenta gasas todos los días para controlar la sangre que me brotaba de las heridas. Tenía una hemorragia interna”, describe Yngrid. “Estuve tres meses acostada, llorando y sin vida”, abunda la afectada.

El calvario no terminó tras las operaciones, ya que aún tiene que lidiar con graves secuelas: “Tengo una cicatriz espantosa con queloide (engrosamientos y elevaciones de la piel). Ando a punta de aceclofenaco (un fármaco para la inflamación) porque no aguanto el dolor. Las costuras que me hicieron parecen las de una muñeca de trapo”. Además del dolor se le suman las secuelas psicológicas: “He estado a punto de suicidarme. Estoy bajo tratamiento psiquiátrico, tomando pastillas para quitarme la depresión”.

Olga tardó bastante tiempo en denunciar “porque la doctora desapareció y era imposible contactarla”, relata su letrada, “y porque mi clienta estaba muy débil”. Al ver una entrevista de Yngrid en los medios de comunicación y comprobar a través de un vídeo que se hizo público en el hospital Santa Lucía junto a la doctora Kebeya, “ató cabos y se dio cuenta de la trama”. 

Pago en metálico, a pie de quirófano

Rosa cuenta que Kebeya se entrevistó con Olga en el Hospital Virgen de la Caridad y le prescribió unas pruebas médicas previas a la operación en el mismo centro médico. “Antes de ser intervenida, y a pie de quirófano, Kebeya le exigió que le pagase el total que habían acordado en billetes en metálico que recogieron ella y su enfermera y hasta el momento de la sedación, lo que se había pactado es que la responsable de la operación sería la venezolana”. 

Sin embargo, durante su declaración en el juzgado el pasado lunes el doctor Joaquín A.R., de nacionalidad alemana, aseguró que a pesar de no recordar el caso de Olga sí que había sido él quien la había intervenido, “a pesar de que mi clienta no le había contratado a él”. Fue a través de este doctor, que sí que cuenta con título homologado en España, que se alquiló la sala de operaciones en el Hospital Virgen de la Caridad. “Las operaciones las realiza ella. Se están tapando las espaldas”, denuncia Yngrid.

En una visita que Kebeya hizo a Yngrid mientras estaba ingresada, la cirujana reconoció que Joaquín era “su compañero”: “Es el que opera conmigo [Joaquín], él es el que hace todo aquí, llevamos tres años trabajando juntos en todas las operaciones”, insistió Kebeya en un audio grabado por la propia víctima cuando la cirujana la visitó durante su ingreso. Yngrid aportó como prueba estas grabaciones, cuya transcripción figura en el atestado policial.

“Obligación de velar quién usa las instalaciones”

“¿Cómo se puede permitir que en un centro hospitalario operen personas de fuera sin una titulación homologada?”, se pregunta Rosa Egea, quien apunta a que el Hospital está personado como responsable civil. La abogada apunta a un posible “negocio” entre Joaquín A. R. y la doctora Kebeya, “ella está especializada en moldear cuerpos y él en mamoplastias”. La trama podría consistir en la captación de las mujeres por parte de la venezolana y el alquiler de la sala a través del alemán. “Tienen la obligación de velar que quien haga uso de las instalaciones sean personas autorizadas”, apunta Marco.

En el caso de Yngrid, “parece ser que el otro doctor [Joaquín A. R.], para cubrir la legalidad de la intervención, figura como único médico que le opera y la doctora [Kebeya] como una visitante o persona que está ahí observando sin meter las manos”, explica Marco.

La mayoría de las clientas de Kebeya eran de origen latinoamericano y organizaba varias intervenciones concentradas en fechas concretas, dos veces al año: “Hasta Murcia venían chicas de toda Europa, Suiza, Milán o Alemania; Olga coincidió con otras dos pacientes que quedaron muy afectadas”, cuenta Rosa Egea.

Personal del hospital participó en la operación

Este diario se ha puesto en contacto con el Hospital Virgen de la Caridad, que insiste en que “se cumplieron todos los protocolos internos establecidos”: “El caso se encuentra judicializado y preferimos esperar a la resolución judicial. Por nuestra parte, como no puede ser de otra forma, hay una máxima colaboración con la investigación de estas intervenciones que fueron realizadas por personas ajenas al hospital tras alquilar las instalaciones”.

“No es cierto que el hospital solo alquile el quirófano. El espacio va con su personal sanitario, trabajadores del Virgen de la Caridad; y material quirúrgico”, recuerda Marco. Entre el personal del hospital que intervino en la operación de Yngrid está el anestesista que intervino a Sara Gómez en la operación que acabaría con su vida, el doctor Viudes. “Me dejó con las cuerdas vocales paralizadas, estuve cinco meses sin hablar”, relata Yngrid. La propia Kebeya, cuando visitó a la afectada en el hospital, calificó al anestesista de “loco”: “Me contó que tomaba antidepresivos porque lo acusaban de asesinato”.

Frente a lo ocurrido, el abogado de Kebeya sostiene que aún no hay orden de localización de su clienta: “No se la ha notificado nada, ella reside en su país de origen”. El letrado insiste, además, en que “Kebeya no hizo ninguna intervención; el anestesista y el médico ya dijeron que ella no operó. Cuando nos llegue la causa acudiremos a la justicia. Está perfectamente localizable, es un personaje público y no se le ha enviado ninguna petición del juzgado, no ha recibido auto de imputación”.

“Hay un auto de incoación de previas que, podríamos decir que es una orden del juez para que se investiguen los hechos y que se acuerden todas las medidas que soliciten el fiscal y las partes. Una de esas medidas de investigación es escuchar al denunciado. La Policía Nacional, que es la que ejecuta la orden del juez de investigar, ha llamado por teléfono [a Kebeya]”, matiza Marco. “Ella, como estaba en el extranjero, ha declinado hasta que reciba la citación por escrito. En resumen, no hay un auto, pero ella sabe que hay un procedimiento”, abunda.

Sobre si dificultará el proceso que Kebeya esté en Venezuela, Marco recuerda que “oficial y técnicamente no debería haber ningún problema porque España mantiene relaciones correctas con Venezuela”.

Sara Gómez, “la misma historia”

El hermano de Sara Gómez, Rubén Gómez, no puede contener su incredulidad ante lo ocurrido con Yngrid, operada en el mismo hospital y con el mismo anestesista. “Debería estar suspenso. Se le abrió un expediente disciplinario por infracción grave por carecer de compatibilidad con la privada. Le impusieron nueve meses de suspensión de funciones que no solo no ha cumplido, sino que además ha vuelto a delinquir”. Según el diario local La Opinión, el pasado enero a este anestesista se le abrió otro expediente disciplinario por, presuntamente, suplantar la identidad de otro profesional para participar en una intervención quirúrgica en el Hospital Mesa del Castillo de Murcia.

“Lo que ha pasado es terrible, la misma historia, en la misma clínica y con el mismo anestesista”, valora Francisco Pedreño, portavoz de la Sociedad Murciana de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética de la Región de Murcia. “Parece que le dan un quirófano a cualquiera, tendrían que estar más atentos”. Pedreño añade que Joaquín A.R. es cirujano cardiovascular “pero no tiene la especialidad de plástico, un cirujano plástico no habría cometido esos errores”.

Tras lo ocurrido con Sara Gómez, el Ministerio de Sanidad emitió en septiembre de 2024 una orden ministerial donde establecía que las intervenciones de cirugía estética debían practicarlas “médicos con la especialidad en cirugía plástica, estética y reparadora u otra especialidad quirúrgica o médico-quirúrgica en el ámbito y competencias indicadas en el programa oficial de su especialidad”.

La medida tuvo un corto recorrido, puesto que dos meses después la Audiencia Nacional suspendió la orden de forma cautelar a petición de la Asociación Española de Cirugía Estética y un particular.

Etiquetas
stats