El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon.
Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.
Las redes sociales han revolucionado la forma en que nos comunicamos, permitiendo una interacción global instantánea. Sin embargo, lejos de ser espacios neutrales, estas plataformas han evidenciado la persistencia del machismo y la misoginia, convirtiéndose en terrenos hostiles para las mujeres. El acoso, la violencia verbal y la deslegitimación de sus voces son prácticas diarias que impactan negativamente en la participación femenina en la esfera digital.
Las redes sociales han amplificado las desigualdades de género existentes en la sociedad. No se trata sólo de comentarios despectivos o insultos aislados, sino de campañas organizadas de acoso dirigidas a mujeres que ejercen liderazgo en el ámbito público. Periodistas, políticas, activistas y creadoras de contenido enfrentan un nivel de hostigamiento desproporcionado en comparación con sus homólogos masculinos.
Un informe de la ONU sobre violencia digital destaca que el 73% de las mujeres ha sufrido algún tipo de acoso digital. Este fenómeno no sólo afecta su salud mental, sino que tiene consecuencias tangibles en su vida profesional y personal. Muchas terminan abandonando las plataformas o limitando su actividad, generando un silenciamiento estructural que afecta la pluralidad del debate público.
La constante exposición a la violencia digital ha llevado a muchas mujeres a autocensurarse o a abandonar sus perfiles en redes sociales. El miedo a recibir amenazas, la difusión de datos personales sin consentimiento y la creación de contenido falso son sólo algunas de las estrategias utilizadas para intimidarlas y expulsarlas del espacio digital.
Esta hostilidad refuerza la idea de que ciertos espacios, especialmente de liderazgo o públicos, deben seguir dominados por hombres. Las mujeres que desafían este statu quo son atacadas de manera sistemática, lo que desincentiva la participación femenina en debates clave para la sociedad. La falta de mecanismos efectivos de protección por parte de las plataformas contribuye a esta situación, generando una sensación de impunidad para los agresores.
Las empresas tecnológicas han implementado algunas políticas de moderación para frenar el acoso, pero estas medidas siguen siendo insuficientes. La moderación de contenido suele ser ineficaz y muchas denuncias quedan sin respuesta. En muchos casos, las sanciones recaen sobre las víctimas, quienes son penalizadas por denunciar la violencia que sufren.
Además de la acción de las plataformas, es fundamental que los gobiernos desarrollen marcos legislativos específicos para combatir la violencia digital de género. La educación digital con perspectiva de género y la promoción de redes de apoyo son estrategias clave para generar un entorno más seguro e igualitario en internet.
Las redes sociales no pueden seguir siendo espacios hostiles para las mujeres. Es imperativo que tanto las plataformas como la sociedad en su conjunto trabajen para garantizar su participación libre y segura. La misoginia digital no es un problema menor ni un daño colateral de la era digital; es una manifestación de la desigualdad estructural que persiste en todos los ámbitos de la vida.
Recuperar el espacio digital para las mujeres es un paso necesario para avanzar hacia una sociedad más igualitaria. No podemos permitir que la violencia digital siga silenciando voces, limitando oportunidades y perpetuando la exclusión de la mitad de la población en los debates y decisiones que nos afectan a toda la sociedad.
0