Cómo una fábrica de muebles se convirtió en el mayor museo de la computación de España

Una antigua fábrica de muebles cerrada en 2013, ubicada en el pequeño municipio cacereño de Majadas de Tiétar, de poco más de 1.300 habitantes, alberga el mayor museo de la historia de la computación de España, que reúne en una nave de 1.400 metros cuadrados más de 500 máquinas, entre ordenadores y videoconsolas.
Al frente de este ambicioso proyecto, que cuenta con un estética sencilla y muy práctica a la hora de la visita, está su fundador y gerente, Carlos Izquierdo Hernández, quien, a día de hoy, está “encantado” del resultado final, según ha explicado en una entrevista con Efe.
La historia del Museo de Historia de la Computación se remonta a 2017, cuando Izquierdo Hernández fundó un centro como Museo Apple en un pequeño local de menos de 100 metros en la plaza de San Juan de Cáceres. Un año después, adoptó su nombre actual y ya entonces se convirtió en una de las atracciones más valoradas de la capital cacereña, a pesar del escaso espacio que ofrecía.
Con la pandemia, se vio obligado a cerrar, momento que aprovechó para buscar por toda Extremadura otra sede que fuera más grande. Fue entonces cuando encontró el lugar perfecto para su colección en Majadas de Tiétar, un pequeño pueblo de poco más de 1.300 habitantes que se encuentra situado en la comarca cacereña del Campo Arañuelo, a mitad de camino entre Navalmoral de la Mata y Plasencia.
Izquierdo ha defendido que Majadas está “en la puerta” de Extremadura y es una localidad que “está muy bien comunicada y conectada. Estamos muy cerca de Madrid y al lado de la Ruta de la Plata”. Aquí fue donde encontró una nave que era una antigua fábrica de muebles donde pudo llevar su proyecto adelante. “Había que restaurarla y hemos tardado casi cuatro años en hacerlo. Ha sido espantoso todo este proceso. Pero ahora ya por fin hemos abierto las puertas, el museo ha quedado espectacular, ha quedado muy bien. Me encanta el resultado final”, ha asegurado.
Detalla que la colección que exhibe el museo cuenta con más de 500 máquinas, entre ordenadores y videoconsolas, entre ellas una colección de Apple, un mainframe (ordenador central para el procesamiento de gran cantidad de datos) de un IBM 370, que ocupa 100 metros cuadrados, un Macintosh 20 aniversario, un Apple Lisa 2 o la considerada primera computadora, una Olivetti Programa 101 del año 1964.
Pero sobre todo, los visitantes van a encontrar un sitio donde poder aprender sobre la revolución tecnológica que atravesó el siglo XX y que continúa imparable en el XXI.
“Estamos sumergidos en una revolución de la información que hay que guardar y hay que mantener y cuidar, porque estos ordenadores, por lo general, son máquinas que tienden mucho a deteriorarse por el tiempo. Y todo esto hay que guardarlo porque esta revolución la vamos a recordar y no nos damos cuenta de la importancia que tiene. Y hay que mantener todo esto y enseñarlo al público para que la gente joven lo descubra y la gente mayor lo recuerde”, ha señalado.
Izquierdo lleva coleccionando dispositivos desde hace más de 20 años cuando empezó a acumular ordenadores que le daban de algunas instituciones o colegios donde se ocupaba del mantenimiento de los equipos informáticos, y este interés aumentó cuando quería encenderlos y no funcionaban.
En cuanto al origen de su colección, las máquinas provienen sobre todo de donaciones y de páginas de compraventa; de igual forma, su promotor ha impulsado una campaña de micromecenazgo (crowdfunding) y así recaudar fondos para el mobiliario del museo.
El Museo de Historia de la Computación está finalizado y ha abierto sus puertas, aunque, según su creador, lo difícil viene ahora, porque hay que mantenerlo. “Aquí no ha habido todavía ningún tipo de ayuda. Es un problema grave porque mantener esto no es fácil. Yo lo estoy haciendo de forma privada pero haría falta una ayuda pública por parte de las instituciones, porque sin ese apoyo, tarde o temprano el museo tenderá a decaer”, ha subrayado.
Hasta entonces, este museo seguirá siendo una institución privada, sin ánimo de lucro, que pretende aportar valor a la cultura y el turismo de Extremadura y España.
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