Israel marca el rumbo: hazte temer
Comprendo el alivio de los palestinos de Gaza por el alto el fuego iniciado el pasado domingo. Cuando los zarpazos de la muerte te llueven a diario, cuando tu vida y la de tus hijos vale menos que un vaso de agua, cualquier pausa es un regalo divino. Por frágil y temporal que sea. Sin embargo, tiene razón Olga Rodríguez: este alto el fuego no soluciona ninguno de los problemas de un conflicto, el israelo-palestino, que, de remitirnos a la Declaración Balfour, dura más de un siglo. Persisten la ocupación, el expolio y el apartheid. La convivencia justa y pacífica de los descendientes de Abraham es más quimérica que nunca.
Eso sí, los quince meses de venganza israelí por los atentados de Hamás de octubre de 2023 han demostrado unas cuantas cosas. La primera, que Israel es de lejos el más fuerte en Oriente Medio, el campeón de los pesos pesados. Sin apenas despeinarse, ha arrasado Gaza, ha penetrado en el Líbano y Siria, ha golpeado a Irán y ha dejado hechos unos zorros a Hamás y Hezbolá. Israel nunca ha estado tan cerca del sueño de los ultras del sionismo: reconstruir el reino de David y Salomón en toda la tierra de Canaán.
Israel se ha mofado un día sí y el otro también del organismo internacional, las Naciones Unidos, que fuera su padrino en 1947-48. Ha confirmado así el rumbo del largo y duro invierno en el que ha entrado la humanidad: nada de sensiblerías humanistas, hemos regresado al Medievo y su ley del más fuerte. Donald Trump, el nuevo emperador de Occidente, no puede estar más de acuerdo. Si es menester, se hará con Groenlandia y el Canal de Panamá por la fuerza. ¿Quién va a chistarle?
Es la hora del más poderoso por más rico o mejor armado. Lo dijo el lunes a TVE Jaime Flórez, uno de los asesores hispanos de Trump: “Se trata de conseguir la paz a través de la fuerza”, soltó en un buen castellano. ¿Diálogo? ¿Negociación? ¿Acuerdos bilaterales o multilaterales? ¿Derecho internacional? Boludeces de zurdos, que diría Milei. Netanyahu señala el camino del éxito en este Siglo de las Sombras: hazte temer por tu crueldad, por tu carácter despiadado, por la desproporción de tu respuesta. Da miedo, eso es lo mejor.
Uno nunca se cura de espantos si pretende seguir siendo humano. Tras los atentados de Hamás y el comienzo de la venganza israelí, escribí aquí mismo que lo peor estaba por venir. Y lo peor no ha dejado de estremecernos a millones de personas en esta enésima guerra de Gaza. La fría y metódica determinación de los verdugos en estos quince meses pasará a la historia universal de la infamia.
Supongo que otra de las víctimas colaterales de esta matanza es lo poco que quedaba de la idea de Estados Unidos como un país defensor universal de la justicia. Mediocre e hipócrita, Joe Biden ha dejado muy claro el doble rasero de Washington. Armas para que Ucrania se defienda de Rusia, armas para que Israel asole Gaza y diezme a sus hijos. No lloré al ver a Biden desalojar la Casa Blanca.
Mucha gente de buena voluntad hicimos una apuesta a lo Pascal por el proceso de paz en Oriente Medio de comienzos de los años 1990. Pero ya hace lustros, desde el asesinato de Isaac Rabin más o menos, que comprendimos que habíamos perdido aquella apuesta. No esperábamos, pues, gran cosa de la Unión Europea al comenzar la última devastación de Gaza. Pero, caramba, lo visto en estos quince meses ha sido peor que lo imaginable. Dan ganas de desapuntarse de la cosa europea si no fuera porque es lo que están deseando los ultras.
Hasta Josep Borrell estuvo al borde las lágrimas al constatar que no había modo de que Bruselas, París, Berlín y compañía emitieran un suave comunicado expresando su incomodidad por las muertes de niños, los ataques a hospitales y escuelas, los atentados contra organizaciones humanitarias, las agresiones a Naciones Unidas. Sí, amigos, la Unión Europea será un felpudo ante Trump. No esperen otra cosa.
A la gente de bien solo nos cabe no curarnos de espantos, mantener viva nuestra indignación ante las atrocidades. Millones de personas sin ningún poder han expresado en todo el planeta, incluido Estados Unidos, su disidencia con la matanza en Gaza. Protestamos y así salvamos nuestras almas. No somos cómplices de esta tropelía, ni lo seremos de las que están por venir en Oriente Medio y en todo el planeta. Como en 1940, la resistencia a la barbarie es el rescoldo que puede reavivar la llama de la humanidad.
17