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El mundo de ayer
Acabo de terminar la lectura de “El mundo de ayer, Memorias de un europeo”. Su autor, Stefan Zweig, muestra en su obra un análisis pormenorizado de la situación europea que le tocó vivir. Un buen libro para estudiar y comprender la llegada de las dos Guerras Mundiales que el autor vivió y sufrió en primera persona.
Un análisis que intranquiliza al lector, que crea una alarma sobre nuestra situación actual, conforme va transitado por sus páginas.
Tras mostrarnos la seguridad de su mundo durante el último tercio del siglo XIX, Stefan Zweig nos introduce en el advenimiento de la Primera Guerra Mundial:
“...todavía hoy, al pronunciar la palabra verano, automáticamente me viene a la memoria aquellos radiantes días de julio que pasé en Bade, cerca de Viena....interrumpí la lectura del libro que estaba leyendo en un lugar apartado del bullicio de la gente...De pronto, el bullicio y la alegría de los que disfrutaban aquel espléndido día, se disipó...Algo había causado aquella brusca interrupción....la gente se agolpaba para leer un comunicado. Se trataba de un telegrama anunciando que su Alteza Imperial, el heredero al trono y su esposas, que habían ido a Bosnia para asistir a unas maniobras militares, habían caído víctimas de un vil atentado político....”
Sorprende que Stefan Zweig recuerde la actitud de los que acudieron a leer la noticia:
“...Al cabo de dos horas ya no se observaba señal alguna de auténtica aflicción. La gente charlaba y reía, y por la noche la música volvió a sonar en todos los locales...
Al día siguiente los periódicos publicaron extensas necrologías en que expresaban como es debido su indignación por el atentado....
Era imposible sustraerse a la impresión de que se estaba preparando algún tipo de acción a través de los periódicos, pero nadie pensaba en la guerra. Ni los bancos ni las empresas ni los particulares cambiaron sus planes. ¿Qué nos importaba aquella eterna disputa con los serbios que, como todos sabíamos, en el fondo había surgido a causa de unos simples tratados comerciales referentes a la exportación de cerdos serbios?
nadie pensaba seriamente en una guerra durante aquellos días. Menos aún en una Gran Guerra.
Pero luego vinieron los días críticos de julio....cada noticia contradecía a la anterior. Daba la impresión de que la declaración de guerra entre Austria y Serbia iba en serio.“
La población se vio inmersa en una guerra que fue preparada a través de la prensa y la radio.
La guerra venía impregnada de tintes románticos.:
“Aquella marejada irrumpió en la humanidad tan de repente y con tanta fuerza que, desbordando la superficie, sacó a flor de piel los impulsos y los instintos más primitivos e inconsciente de la bestia humana: lo que Freud llamó con clarividencia >.”
Me pregunto si hoy la sociedad, con todos los medios tecnológicos a su alcance, no ha entrado también en una desgana cultural
Acabada la Primera Guerra Mundial, en la que por cierto el autor participó en el bando alemán por su condición de austriaco, Stefan Zweig se adentra en los principios de la Segunda Guerra Mundial:
“...No recuerdo cuando oí por primera vez el nombre de Adolf Hitler...Aquel nombre no me decía nada...A saber cuántos nombres de agitadores y golpistas, hoy ya completamente olvidados, aparecían en la desbaratada Alemania de entonces....Pero luego, en las vecinas poblaciones fronterizas a donde yo iba casi todas las semanas, de repente empezaron a surgir grupos de jóvenes, al principio pequeños pero cada vez más numerosos, con botas altas, camisas pardas y brazaletes chillones con la esvástica. Se exhibían por las calles cantando y vociferando....Por primera vez me di cuenta de que detrás de aquellas bandas surgidas de repente debían de esconderse fuerzas económicas poderosas o al menos influyentes en otros ámbitos... Aquel hombre Hitler no podía haber organizado y pertrechado a aquellos miles de rapazuelos hasta convertirlos en un aparato tan costoso...”
No quiero pecar de pesimista, pero muchos de estos patrones comienzan a repetirse en el mundo actual.
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