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Guerra en Ucrania, pequeñas escaramuzas en el Congreso de España

Borja Sémper en el pleno del Congreso del 18 de marzo.
18 de marzo de 2025 22:10 h

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Tony Blair se quedó maravillado al ver el ínfimo nivel de apoyo que daban las encuestas en España a la posición de José María Aznar alineado como un buen soldado a las órdenes de EEUU y Reino Unido en los meses anteriores a la invasión de Irak de 2003. Se enteró de que ese apoyo solo era del 4% y escribió en sus memorias que ese venía a ser el porcentaje de los que creen que Elvis todavía vive. No es España, situada en la periferia del continente europeo, un país en que la opinión pública sea muy favorable a las intervenciones militares en el exterior que no sean las misiones de paz.

Sin embargo, la última encuesta del CIS, conocida esta semana, indica que un 75% de los españoles está a favor de que la Unión Europea “aumente su propia capacidad de defensa”. Un 57,8% cree que la UE no tiene en estos momentos la capacidad defensiva suficiente para afrontar agresiones de otros países. Ha estado muy hábil su director José Félix Tezanos en la redacción de las dos preguntas. No se menciona el gasto militar ni se pregunta específicamente sobre las capacidades de defensa de España. Con los sondeos del CIS, siempre hay margen para sospechar de las intenciones de quien escribe las preguntas.

El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y su intención de mejorar como sea las relaciones con Rusia han dejado a los países europeos confundidos y con una clara sensación de orfandad. Es un shock ver que el antiguo amigo americano ahora no quiere saber nada de ti. Aún es pronto para saber si los países de la UE encontrarán una estrategia común, pero la Comisión Europea ya ha plasmado en la palabra 'rearme' la suma de la mayoría de sus aspiraciones. En estas condiciones, cada país y partido político debe tomar la decisión de subirse a ese carro o quedarse fuera. Los partidos pueden hacer lo que quieran, sobre todo si no están en el poder, pero los gobiernos no.

El martes fue el día en que volvieron a plasmarse las diferencias entre el PSOE y Sumar con respecto al gasto de Defensa. Se podría extender la división a otros muchos aspectos de las relaciones internacionales, pero es el gasto militar el asunto que ha pasado a estar en primera línea de los debates que absorben la atención de la Unión Europea. Pedro Sánchez había conseguido dilatar el aumento de ese gasto al 2% del PIB hasta 2029, una forma de quitarse el problema de encima. El truco ya no funciona. Lo que no está nada claro es el cómo, cómo se conseguirá, aunque en esa posición también se encuentran otros gobiernos europeos.

El PP trató de aprovechar la oportunidad de conseguir algo que le entusiasma desde la anterior legislatura. Promover una iniciativa en la que el PSOE y su socio del Gobierno voten en sentido diferente. De ahí al “Gobierno Frankenstein” sólo suele haber tres o cuatro párrafos de un discurso. Presentó una proposición no de ley de cinco puntos –es decir, una declaración testimonial– para apoyar a Ucrania y escrita de forma que los socialistas tengan que votar a favor. Incluso en el apartado del gasto militar, cumplir los compromisos adquiridos por España con la OTAN “a la mayor brevedad posible”, el texto no es muy distinto a las últimas declaraciones de Sánchez.

El principal punto de fricción es el último, que exige que el Congreso tenga que dar su visto bueno a cualquier decisión del Gobierno sobre la guerra de Ucrania y la OTAN. Ese es un requisito que rechazan todos los gobiernos. Pero el actual está inmerso en una situación muy poco habitual: tener que aumentar en miles de millones el presupuesto de defensa sin tener aprobados los Presupuestos Generales del Estado en este ejercicio de 2025. Eso obliga a una contabilidad creativa que es incluso demasiado para un país tan imaginativo como este.

“Los europeos debemos dar un paso al frente en defensa de la democracia liberal”, dijo Borja Sémper, que defendió la propuesta de su partido. No tanto como para enfrentarse a Donald Trump o responder al desprecio a la UE mostrado por su vicepresidente, JD Vance. “Mi grupo no insultará a un Gobierno de un país aliado”, afirmó, aunque todo el mundo sabe en Europa que Trump no se ha comportado como un aliado ni tiene la menor intención de hacerlo.

Lo que más interesaba a Sémper era destacar las tensiones internas en el bloque gubernamental: “Tenemos un Gobierno dividido. Pedro Sánchez no habla en nombre de todo el Gobierno”.

Lo que no se puede negar es que Sánchez habla en nombre de Moncloa y es allí desde donde se dirige la política exterior española. Pero un aumento espectacular del gasto de defensa podría influir poderosamente en otras partidas presupuestarias, sobre todo si se obliga a otros Ministerios a pasar a Defensa los millones que no gasten, y ahí es donde Sumar tendrá muchas cosas que decir.

“No nos dejaremos arrastrar por una economía de guerra, como en la Guerra Fría”, anunció Agustín Santos, de Sumar. También mostró su rechazo a “aumentar en un 300% el gasto de defensa en la UE” por ser 2,5 veces superior al de Rusia sumando los presupuestos de todos los países integrantes de la Unión.

Frente a esa posición, la socialista Obdulia Taboadela reiteró que Sánchez ya ha comunicado “la voluntad de acelerar el gasto de defensa hasta el 2% del PIB”. Sin ofrecer ninguna explicación concreta sobre cómo se gastaría ese incremento, ya que de hecho tampoco lo ha hecho el presidente. La próxima semana, Sánchez realizará una comparecencia específica en el Congreso y se supone que algo dirá. Algo que no haya dicho antes.

La votación de la PNL del PP se hará por separado con cada uno de sus puntos el jueves. El PSOE probablemente votará a favor de los cuatro primeros que no le comprometen mucho –asumiendo que las diferencias con Sumar no se pueden ocultar– y rechazará el quinto sobre el papel del Congreso.

Estas votaciones cuentan con un elemento táctico imprescindible. El Congreso aprobó el martes con una gran mayoría, 300 votos, iniciar el debate de una proposición de ley de Junts contra las ocupaciones. La portavoz del partido de Puigdemont admitió que el 96% de las viviendas ocupadas están vacías, pero aun así le parecía muy importante que se iniciara su tramitación.

Es una propuesta similar a otras del PP que el PSOE ha rechazado antes o a la ley aprobada por el Senado que se encuentra paralizada en el Congreso desde hace más de un año. Esta vez, los socialistas votaron a favor básicamente para no salir derrotados, porque iba a salir adelante con los votos del PP, Vox y Junts. Era pura cuestión de imagen, por lo que se puede apostar a que la proposición de ley de Junts pasará mucho tiempo en la nevera del Congreso.

Su futuro dependerá del estado de las relaciones del PSOE y el partido catalán, que ya sabemos que dependen de factores tan diversos como el mal humor de Puigdemont o el cumplimiento de los acuerdos de ambos partidos. A veces, la política es pura táctica a la espera de que el tiempo sea más favorable.

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