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La educación lo es todo y, en estos tiempos de desigualdad, la mejor herramienta para la justicia social. Te contamos cada martes desde las políticas nacionales del Gobierno hasta las pequeñas historias del último rincón del país, con especial atención a la pública como garante de la igualdad de oportunidades.

Pancarta en la manifestación a favor de la educación pública en Madrid, a 23 de febrero de 2025.

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¿Qué tal? Busca un sitio cómodo, que hoy venimos algo cargados. Semana intensa.

Este domingo Madrid se tiró a la calle para rechazar una vez más las políticas educativas de la presidenta Isabel Díaz Ayuso. Una manifestación contra Ayuso, ¿cuál es la novedad?, puede que te estés preguntando. La novedad es que esta protesta la convocaba todo el mundo. Desde Infantil hasta la Universidad, cada uno por sus motivos, pero todos con una idea común: la educación madrileña se cae a pedazos mires donde mires, con tasas de inversión pública a la cola de España. La educación madrileña pública, aclaro por si hiciera falta. La privada va viento en popa.

Las maestras de Infantil piden menos ratios y más salarios, entre otras cuestiones. Las de primaria esas dos mismas cosas, pero también recuperar su jornada laboral de 23 horas, que perdieron en 2012 como el resto de España cuando los recortes del PP, pero son de las únicas que no la han recuperado. Las profesoras de Secundaria se manejan más o menos en estas reivindicaciones también. El personal docente universitario junta casi todos los agravios: están precarizados, la inversión se desploma y la pública se está convirtiendo en subsidiaria de la privada en la región. Cinco años de Ayuso han dado para un ataque a todo lo estatal, sin discriminar a nadie. Y todo eso mientras anuncia rebajas de impuestos a la vez que protesta porque no tiene fondos para la educación.

Miles de personas –alumnado, profesorado, familias e incluso se vio alguna bata blanca de las protestas sanitarias– salieron a exigir cambios a Ayuso. La presidenta suele hacer caso omiso de estas marchas, pero hace no tanto los seis rectores de las universidades públicas le torcieron el brazo a cuenta de la financiación pública y la contratación de unos miles de profesores. Bueno, más que torcérselo se lo doblaron un poquito, todo sea dicho. Pero obtuvieron (casi todo) lo que querían, aunque ya están tan desmoralizados que las peticiones son de mínimos y así es más fácil ceder.

La última ocurrencia de la presidenta ha sido instalar buzones en todos los institutos de Madrid para que quien quiera pueda realizar denuncias anónimas sobre supuesto consumo de drogas, especialmente cannabis, no se sabe bien en qué circunstancias. Partiendo de que dentro de los institutos no se consume, no está muy clara la intención del Gobierno regional con esta medida ni contra quién va dirigida. ¿Quiere Ayuso vigilar y castigar lo que hace el alumnado en su tiempo libre? ¿Controlar al profesorado?

De momento, la idea de que compañeros de clase se vigilen entre sí no está teniendo mucho éxito; apenas ha recibido denuncias. Sí ha sucedido que alguien denunciara a su profesor de manera anónima y la dirección del centro le abriera una investigación, como contó El País que sucedió en un centro. Un alarde más de la “libertad” de Ayuso.

La Complutense investiga a Monedero

Cierro el bloque con un tema que no tiene nada que ver con la presidenta, que es el caso Monedero. Ya sabéis todo lo que pasó la semana pasada –si habéis estado en el polo sur lo podéis leer aquí–, no os voy a aburrir con eso. Pero sí quería hacer hincapié en que Monedero es profesor de la Universidad Complutense y lo que se ha denunciado de manera concreta con nombres y apellidos es el presunto acoso a una alumna, una situación tan vieja como la misma universidad.

Ahora la pelota está en el tejado del centro, que de una manera más o menos ágil (“diligente”, dice en su propio protocolo) debe resolver el caso. La panoplia de resultados van desde la absolución hasta la fiscalía pasando por la suspensión de empleo y sueldo, en función de la gravedad que en su caso considerase la comisión de igualdad. Va a ser interesante ver qué resuelve la Complutense con un caso que, desgraciadamente, a más de una le habrá recordado a aquel profesor o compañero de departamento tan “cariñoso”.

Esta semana también hemos hablado de...

  • A Mazón se le atraganta su plan con el valenciano en la escuela. Ya sabéis, lo contamos la semana pasada, que hoy empieza el referéndum que ha planteado la Generalitat para que las familias opinen sobre la lengua en la que quieren dar clase y que tiene soliviantada a media comunidad educativa. Este sábado miles de personas salieron a la calle para protestar contra la propuesta por arrinconar al valenciano y prometen continuar la pelea, que también se está dando en los tribunales. Y por si la cosa en sí no fuera suficiente, el muy discutido consejero de Educación envió una carta a las familias para presionarles, que solo ha servido para echar leña al fuego y además puede ir contra la ley. ¿Por qué es importante apostar por tu lengua en la escuela? Porque, si no, pasa esto. El PP no deja de sorprender: cuestiona el uso del valenciano en la Comunitat Valenciana o del catalán en Catalunya, pero luego propone en el Congreso generalizar el estudio de una segunda lengua extranjera en Secundaria.
  • Detenidas dos educadoras en Donosti por abusos a una niña de cuatro años. Que las trabajadoras sean mujeres convierte este caso en raro por poco habitual. Las dos educadoras, que ejercían en un pequeño centro privado de San Sebastián, fueron detenidas y después liberadas después de que la menor y su hermano hubieran verbalizado unas conductas que apuntan a un delito grave que no ha trascendido. Las dos mujeres lo han negado.

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  • Los obstáculos de Emma para seguir con la educación en la ESO. Emma acaba de cumplir 12 años y está a punto de completar la Primaria en un colegio ordinario. Es un “ejemplo de éxito” del modelo de escuela inclusiva, se enorgullece su madre. Pero Emma está a punto de darse de bruces con la realidad educativa española: no hay recursos. Emma ahora tiene que ir a un instituto que tenga medios y profesionales para acompañar a alumnos con discapacidades, pero no tiene ninguno en su entorno. Le tocará pagar algo privado o desplazarse cada día. 
  • Un estudiante de FP que dormía en la calle consigue una cama gracias a su instituto. Una historia de solidaridad –falta nos hace– que entronca con el movimiento de profesores contra los desahucios que se está formando en Catalunya. La situación de Mohamed, de 22 años, se reveló cuando le dijo a su profesor del grado de mecanización que estudia que le daba miedo que le dejaran el portátil por si se lo robaban porque estaba durmiendo en la calle. Automáticamente, el instituto se movilizó para buscarle una solución. De momento le han conseguido una cama de manera temporal mientras buscan algo permanente.  
  • ¿Dónde están las enfermeras escolares? La respuesta es que básicamente no están. En España no es obligatoria su presencia en los centros a menos que haya alumnado diabético, lo que provoca que cada profesional atienda, de media, a 6.700 estudiantes. En Europa son 750. Su presencia generalizada es una reivindicación de hace tiempo de los directores, que se ven a menudo haciendo tareas de enfermería por encima de sus posibilidades (y formación).

Gracias por llegar hasta aquí abajo.

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¡Hasta la semana que viene!

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