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La fiebre por cazar codornices en España acaba en inundación de aves invasoras

Un grupo de codornices japonesas de cría.

Raúl Rejón

2 de octubre de 2022 21:37 h

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Satisfacer la ganas de matar más de un millón de codornices cada temporada en España ha derivado en que diversos cotos hayan recurrido, al menos las últimas temporadas, a inundar los campos con una especie invasora criada en cautividad y liberada para mantener el volumen de piezas. Más de medio millón de codornices japonesas de macrogranja han sido vendidas “con fines cinegéticos” en apenas dos temporadas, según ha revelado la Guardia Civil.

El negocio cinegético de la caza menor necesita presas que ofertar a los clientes. Millones de aves como zorzales, palomas o tórtolas son abatidos cada año, pero las estrellas son sobre todo las perdices y las codornices. Y si no hay estas variedades, se crían y se sueltan. En 2019 se liberaron con ese propósito 2,3 millones de aves (la mayoría perdices), según los datos de las comunidades autónomas recopilados en la estadística general de caza.

De acuerdo con las cifras oficiales, en los cotos españoles se cazan sobre todo codornices silvestres. Una media de un millón de estas aves cada año. Y solo se liberan unos 90.000 ejemplares cautivos de la especie autóctona.

Lo que ha puesto de manifiesto la operación Guatlla es que una buena parte de todas esas piezas que se abaten podrían ser, en realidad, codornices japonesas de granja (Coturnix japonica) puestas en los cotos para ser disparadas.

La japonesa se trata de una variedad catalogada desde hace más de una década como especie exótica invasora por los daños que causa y cuya liberación está prohibida. Las 560.000 japonicas comercializadas “con destino a ser liberadas en el medio natural”, según el Seprona, son algo menos de un tercio del volumen que se ha cazado en las dos últimas temporadas –y se ha calificado como codorniz silvestre autóctona–.

Un alto porcentaje de lo que se ha estado cazando era en realidad una especie invasora introducida para ser cazada

Nicolás López, responsable de conservación de especies de SEO-Birdlife

“Es una dimensión brutal, una barbaridad”, analiza el biólogo y responsable de conservación de especies de SEO-Birdlife, Nicolás López. “Esto indica que un alto porcentaje de lo que se ha estado cazando era en realidad una especie invasora introducida para ser cazada”, cuenta. Y se pregunta si los cotos donde se han detectado estas codornices han soltado la variedad prohibida “a sabiendas o por ignorancia, cuando deberían saber qué están liberando en su terreno”. La Guardia Civil sospecha que los compradores podrían haber sido engañados.

La Coturnix japonica llegó a los ecosistemas españoles “como especie cinegética y para entrenamiento de perros de forma habitual en cotos de caza”, según su ficha del Catálogo de variedades invasoras. Su mayor peligro es que los ejemplares no cazados pueden hibridarse con las codornices autóctonas, lo que amenaza la especie.

Este documento explicaba en 2013 que bastaría con “cumplir la legislación vigente que impide que se liberen para evitar en el futuro los problemas de hibridación con la codorniz común”. También indicaba que la Federación de Caza había pedido en 2012 que no se hicieran más liberaciones de codornices japonesas.

“Podemos estar ante una erosión genética muy grande”, abunda Nicolás López. “Además, ese volumen de aves de granja liberadas sin ningún control y garantía sanitaria puede actuar como vector de enfermedades. Sin ir más lejos, la gripe aviar”, remacha.

Se 'deja' cazar más fácilmente

Esta codorniz se adapta mejor a la cría en cautividad y “genera un mayor rendimiento para las granjas que las reproducen”, explica el Catálogo. Aunque ambas especies se parecen, la japonesa se deja cazar más fácilmente: “Se comportan de forma muy distinta en el medio, siendo [las japonicas] más pesadas y con menos movilidad y, por tanto, más fáciles de cazar”, describen en el Seprona.

“Sospechábamos que iba a llegar algo así porque las aves cinegéticas en general están en declive. De hecho, la codorniz aparece como en peligro en el Libro rojo de aves”, recuerda López.

En este sentido, el Comité Científico de Transición Ecológica dictaminó el pasado abril que la Coturnix coturnix debería ser calificada legalmente como especie vulnerable, lo que detendría su caza. Sin embargo, la remisión de un documento elaborado para el lobby cinegético Fundación Artemisán que afirmaba que la especie es muy abundante paralizó el proceso –las muestras de alas utilizadas para ese documento eran recogidas por “más de 5.000 cazadores” en sus salidas al campo, explicaron–.

López remata: “Si la especie está en declive y los cotos necesitan tener algo que ofrecer para cuando llega la media veda...”, deja en el aire la conclusión.

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