El monte gallego que deslumbra con su color y envenena con su agua

No hay adrenalina en la pantalla de un móvil. No hay vértigo en los comentarios ni electricidad en un número de visualizaciones. Pero hay quienes buscan algo más allá del simple gesto de deslizar el dedo, quienes persiguen el riesgo en el mundo real para convertirlo en una imagen que parezca inofensiva.
En esa búsqueda de lo impactante, de lo visualmente perfecto, algunos están dispuestos a ignorar cualquier advertencia, incluso cuando el peligro es evidente.
El precio de la foto perfecta
Entre los árboles de Galicia, un lago de azul imposible brilla como un imán para los cazadores de likes. No es natural, no es seguro, pero su aspecto lo ha convertido en un destino irresistible. El Monte Neme, una antigua mina de wolframio, quedó abandonado hace más de una década, dejando tras de sí un paisaje surrealista y altamente contaminado.
Las balsas de agua acumuladas en la explotación minera contienen metales pesados que pueden causar desde irritaciones en la piel hasta problemas de salud más graves. Sin embargo, eso no ha impedido que numerosos influencers y turistas irresponsables se acerquen hasta allí para sacarse lo que ellos entienden por foto perfecta.
Las redes sociales, lamentablemente, han transformado este espacio tóxico en un destino viral. La imagen de las aguas azul celeste, un color que proviene del sílice, contrastando con la tierra ocre se ha compartido miles de veces, y la tentación de capturarla en primera persona ha llevado a muchos a cruzar las señales que prohíben el paso
En algunos casos, la imprudencia llega más lejos: no solo se fotografían junto al agua, sino que se sumergen en ella sin importar las consecuencias. Varios de los que se han atrevido han experimentado reacciones adversas poco después, desde problemas cutáneos hasta síntomas gastrointestinales, pero el Monte Neme sigue apareciendo en las publicaciones de quienes buscan un escenario único para destacar en internet.
Un pasado ligado a la Segunda Guerra Mundial
Lo que ahora es un paraíso artificial para los influencers tuvo un pasado muy distinto. En su momento, la mina fue clave en la extracción de wolframio, un material fundamental en la industria bélica del siglo XX.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el mineral extraído de aquí fue un recurso disputado entre potencias enfrentadas. Se dice que agentes británicos llegaron a pagar a los habitantes de la zona para sabotear la producción y evitar que el material llegara a manos de la Alemania nazi.
Décadas más tarde, con el cierre de la explotación, la montaña quedó marcada por enormes cráteres y embalses tóxicos, residuos de una actividad que alteró el paisaje de forma irreversible.
Belleza engañosa con consecuencias reales
En 2014, una de las balsas mineras colapsó tras unas fuertes lluvias, provocando un vertido de 24.000 metros cúbicos de agua y lodo contaminado que alcanzó varias aldeas cercanas. Fue una prueba del peligro latente que supone este lugar, pero en lugar de convertirse en un símbolo de desastre ambiental, el Monte Neme se ha convertido en un atractivo digital. “La foto lo vale”, llegó a decir un visitante que decidió adentrarse en la zona, pese a las advertencias de las autoridades y el riesgo que suponía la exposición al agua.
Años después del accidente, las administraciones han comenzado a actuar para intentar recuperar el entorno. La Xunta de Galicia ha aprobado un plan de restauración que busca vaciar las balsas contaminadas, mejorar la calidad del agua y reforestar la zona, pero los efectos de la minería siguen presentes. El riesgo persiste, aunque algunos prefieren ignorarlo a cambio de una publicación en su perfil.
El Monte Neme no es un paraíso escondido ni un oasis en medio del bosque. Es el vestigio de una historia de explotación, conflicto y contaminación. Sus aguas de azul engañoso han dejado claro que la belleza puede ser solo una ilusión peligrosa, aunque en la pantalla de un móvil parezca otra cosa.
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