Es anciana y va en silla de ruedas, pero la perra Scooty sigue dando una importante lección de vida

La recuperación de Scooty ha sido asombrosa

Héctor Farrés

21 de marzo de 2025 12:18 h

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Los perros que necesitan una silla de ruedas suelen enfrentarse a una realidad difícil: la esperanza de vida de un animal con movilidad reducida es más corta de lo habitual. No porque su cuerpo no sea capaz de resistir el paso del tiempo, sino porque las complicaciones asociadas a su condición pueden multiplicarse.

Infecciones, desgaste en las patas delanteras, problemas musculares o incluso la falta de recursos para brindarles los cuidados adecuados marcan la diferencia entre una vida plena y una llena de obstáculos. Sin embargo, hay casos que desafían todas las expectativas, demostrando que la energía y la felicidad pueden superar cualquier limitación.

Cuando era solo una cachorra, Scooty fue atropellada por un coche. El impacto le arrebató el uso de sus patas traseras, pero también la llevó a encontrar un hogar con Erica Loring, que decidió adoptarla en 2012.

Al principio, no tenía claro qué tipo de vida podría ofrecerle ni cuánto tiempo compartirían juntas. “No sabía cómo sería la esperanza de vida de un perro con discapacidades”, explicó en una ocasión a The Dodo. Sin embargo, la incertidumbre pronto quedó atrás cuando tomó la decisión de buscar una solución que le devolviera a Scooty la libertad de moverse.

Silla nueva, vida nueva

El cambio fue inmediato. En cuanto Loring consiguió una silla de ruedas para su nueva compañera, Scooty dejó claro que las limitaciones eran solo una ilusión. “No me dio ni un segundo para dar un paso atrás y hacerle una foto”, contó. “Desde el primer minuto, iba volando en su silla de ruedas”. Su entusiasmo era imparable, y con el tiempo se convirtió en un ejemplo de energía para todos los que la conocían.

Su historia llegó a miles de personas en 2016, cuando un vídeo la mostró corriendo a toda velocidad, con y sin su silla de ruedas. Ocho años después, a sus 13 años, cualquiera podría pensar que la edad habría reducido su ímpetu.

Pero Scooty sigue desafiando las expectativas. De hecho, su entusiasmo es tal que a veces no mide bien las distancias y termina chocando con lo que encuentra a su paso. Eso sí, sin mayores consecuencias que un pequeño susto.

Si hay un lugar donde Scooty se siente completamente libre, es la playa. En la arena, la suavidad del suelo le permite moverse sin preocupaciones y disfrutar de su entorno sin riesgo de golpes o tropiezos. “No tiene ninguna preocupación en el mundo y puede correr todo lo que quiera”, explicó Loring, que tiene claro de que “sigue recorriendo la playa como el primer día”.

Allí, Scooty no solo disfruta de la velocidad, sino que también deja atrás cualquier prejuicio sobre su condición. Otros dueños de perros a veces temen que sus animales puedan hacerle daño, pero la realidad es que ella es la que termina sacándoles ventaja.

Una hermana mayor con espíritu joven

Su vitalidad no ha disminuido con el tiempo. Ahora, además, tiene un nuevo compañero de juegos: un hermano pequeño al que persigue con la misma energía con la que, años atrás, aprendió a moverse con su silla de ruedas. Loring sabe que cada momento con ella es valioso y que su historia puede inspirar a otros dueños de perros con discapacidades. Opciones como las sillas de ruedas pueden cambiar por completo la vida de estos animales, ofreciendo una segunda oportunidad que, en muchos casos, parecía inalcanzable.

Para Scooty, detenerse no es una opción. Cada día es una nueva aventura: una excusa para correr, explorar y recordar que las barreras solo existen cuando se aceptan. “Hoy en día, valoro cada carrera a toda velocidad”, escribió Loring en TikTok, celebrando esos instantes que prueban, una y otra vez, que la felicidad no necesita permiso y, mucho menos, límites.

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