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Así nació el ascensor: su inventor se jugaba la vida para venderlo

Una persona pulsando un botón en un ascensor.

Andrea Blez

21 de marzo de 2025 15:41 h

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El 23 de marzo de 1857 tuvo lugar la primera instalación de un ascensor pensado para el transporte habitual de personas en una tienda de porcelana, EV Haughwout & Co en pleno Nuevo York, que había sido posible gracias al desarrollo de un mecanismo de seguridad que dotó al invento de lo que necesitaba para convertirse en lo que es hoy en día. Esta efeméride hace que esta fecha sea el Día Mundial del ascensor, para conmemorar el inicio de una parte fundamental de edificios, sobre todo de gran altura.

Los antecedentes del ascensor moderno

La idea de subir y bajar personas y objetos a través de un mecanismo elevador es antigua, pues se tienen algunos antecedentes en el antiguo Egipto o en el Imperio romano, donde, por ejemplo, un sistema se usaba para subir a los gladiadores a la arena del Coliseo de Roma.

Pero era un invento muy primitivo que no tenía mucho desarrollo y que se usaba más como montacargas, para el transporte de animales, o estaban en lugares exclusivos como el Palacio de Versalles o en el Palacio de Invierno, donde se asegura que está el origen de los ascensores modernos.

Estos comenzaron a aparecer en las décadas de 1830 y 1840, cuando surgieron impulsados por motores de vapor, pero seguían teniendo el problema de que funcionaban más como montacargas, porque fácilmente sufrían accidentes al romperse las cuerdas de cáñamo que los sostenían.

Elisha Graves Otis y la arriesgada demostración que lo cambió todo

Este problema lo solucionaría un emprendedor llamado Elisha Graves Otis, quien había sufrido anteriormente varios fracasos a nivel laboral con diferentes proyectos, además de que casi muere por una neumonía al poco tiempo que había fallecido su mujer. Otis había inventado un mecanismo de seguridad para el ascensor, que quedaba bloqueado en caso de que se rompieran las cuerdas, lo que cambiaría para siempre su función. Pero debido al historial de accidentes, la gente no se fiaba de su avance.

Así que a Elisha Graves Otis decidió demostrarlo de la mejor manera, probándolo ante los ojos del público y fue lo que hizo en mayo de 1854 durante una demostración en la Exposición Industrial de Nueva York. Allí dejó sorprendidos a todos cuando cortó las cuerdas del ascensor en el que él mismo estaba montado para demostrar cómo se accionaba su freno y quedaba así bloqueado. Una idea arriesgada, pero que dio resultado. Tras dejar casi sin respiración a los que temieron que perdiera su vida en un accidente en ese momento, los convenció de que había dado en el clavo.

De hecho, este sería un punto de inflexión que llevaría a fundar la empresa Otis, que sigue siendo actualmente una de las principales marcas en el mercado. Así, llegó a instalar el ascensor en la tienda EV Haughwout & Co en 1857, y mejoraría su invento en 1861, cuando consiguió la patente de su producto.

Sin embargo, solo moriría tres meses después por la difteria, y serían sus hijos los que continuaron con el negocio bajo la empresa que había fundado su padre. Los ascensores solo hicieron que crecer a la vez que se alzaban rascacielos en Nueva York, lo que fue el engranaje perfecto para su invento.

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