María Jesús Montero ya hace oposición a Moreno en Andalucía: “Las políticas que practica son las mismas que Ayuso”
“¿Ahí dentro qué hace? ¿Frío o calor?”, pregunta María Jesús Montero al grupo de notables socialistas que la acompaña. “Calor”, replica alguien; “calor humano”, le aclaran mientras apura el último escalón antes de entrar a la tenencia de alcaldía de Estación de Cártama (Málaga) y se despoja del abrigo. La vicepresidenta, a un paso de ser proclamada nueva secretaria general de los socialistas andaluces, no necesita mucha chispa. Accede al pequeño salón, apenas 120 butacas, con un gesto marca de la casa: puños a la altura de la frente, agitándolos con una fuerza que mueve sus rizos. Atrona ya “Andalucía” de Medina Azahara, la banda sonora que ha elegido para acompañar un regreso a su tierra que, de momento, necesita del ida y vuelta con Madrid.
Dentro, su discurso se mueve entre la exaltación y la reivindicación, siempre combativo. “¡Vamos! ¡Arriba Andalucía! ¡Andalucía libre!”. Sabe ella que está aquí para reanimar a un partido aletargado, para inyectar un chute de adrenalina que lo saque del shock, reclamada por las bases y enviada por el secretario general para hacer un torniquete que ha desangrado en votos a la federación más nutrida del partido que va de derrota en derrota electoral, hasta cuatro seguidas, desde que perdió el gobierno de la Junta de Andalucía.
Apenas un par de horas después llegará la confirmación, en forma de tuit, de lo que se sabe casi con certeza desde dos semanas. Será la lideresa del PSOE andaluz y ni siquiera habrá primarias, porque Luis Ángel Hierro, que postulante hasta las 20:00 horas del viernes, comunicó entonces que no había reunido el 12% de avales necesarios, anunciando que presentará su renuncia a las 11:00 del sábado. “Hemos llevado la participación de la militancia hasta donde nos han dado nuestras fuerzas.
Su receta, a tenor de lo que le dijo al centenar largo de cuadros que acudió a la cita de Cártama (última antes del fin del proceso de recogida de avales a las primarias en el PSOE-A, que culmina este sábado) pasa por reivindicar los servicios públicos, como único contrapeso capaz de equilibrar la balanza de la igualdad: “Las políticas de izquierdas a quien más benefician de toda España es a los andaluces y andaluzas, que necesitan combatir en mayor medida la desigualdad”.
Moreno Bonilla es una amenaza, dice Montero, como demostraría el crecimiento de las listas de espera sanitarias, la supresión de 2.000 aulas públicas y el retraso de 600 días para obtener la prestación por dependencia. “Dicen que Moreno Bonilla es moderado: no hay que confundir ser educado con ser moderado. Las políticas que practica son las mismas que Ayuso en Madrid, de Mazón, de Rueda… Políticas de derechas, que cada vez se parece más a la ultraderecha”.
Un tono aguerrido para revitalizar a las bases
En el fondo, el discurso no se separa tanto de lo que lleva diciendo Juan Espadas en los tres años liderando a los socialistas andaluces. Pero el tono… el tono es otro, porque eso es algo que surge de las tripas y de la propia personalidad de cada uno. Por eso, antes del acto cualquiera admite que hacía falta un “meneo”, “que Juanma Moreno lo sienta en la nuca, por lo menos, porque Espadas es un pan sin sal”, en palabras de un militante: “Si esto no nos funciona, yo ya no sé…”. Y después, otro completa el diagnóstico: “Esto ha resucitado a mucha gente. Este tiempo nos había dejado muy descolocados”.
Su mensaje, por eso, es a la militancia, que para eso ahora es momento de recoger avales. Les invoca a reivindicar la labor del Gobierno de Pedro Sánchez y los proyectos que ha puesto en marcha en las provincias andaluzas. Les llama a coser el partido, que debe ser “fuerte, unido, cohesionado”, y les advierte: “O el proyecto es colectivo o no será. Hay también un alegato intergeneracional: ”Cuánta gente con talento, sacrificada, humilde, de todas las generaciones tenemos en este partido“. Hay palabras a quienes protagonizaron los años dorados del socialismo andaluz, y también a la generación que viene ”pidiendo paso“. Un guiño a ese relevo generacional que no será por ahora, porque la elegida fue Montero y no Juanfran Serrano, como en algún momento se barajó.
En primera fila, muchos de pie, la observan los escasos cargos institucionales del PSOE en Málaga. El subdelegado del Gobierno, Javier Salas; el delegado en Andalucía, Pedro Fernández; el alcalde de Cártama y anfitrión, Jorge Gallardo. También Magdalena Álvarez, de modo que Montero no deja pasar la ocasión: “Magdalena, [ahí siguen]… Otra vez ERE que ERE. No se ha enterado: el Tribunal Constitucional ha anulado la sentencia de los ERE. ¡Se les acabó el chicle!”, avanza. Y luego saca pecho: “Para mí es un honor haber aprendido de la mano de los presidentes de los gobiernos de Andalucía: de Chaves, de Griñán, de Magdalena…”, relegando a Susana Díaz a los puntos suspensivos. “Me siento heredera, muy orgullosa”, proclama.
El tono transmite la impronta guerrillera que Montero pretende darle a su liderazgo. Y anuncia el carácter que le gustaría que tuviese a un eventual gobierno socialista en Andalucía: “No quiero una Andalucía llorona”, dice, sino reivindicativa de su esencia y de sus intereses. Según Montero, ella nunca ha dejado de hacerlo: “Me dicen que no se me ha pegado el acento de Madrid. ¿Cómo se me va a pegar el acento de Madrid? Magdalena, a ti te pasaba igual. Justamente se meten con el acento de los andaluces, pero sobre todo el de las andaluzas. ¡Siempre nos han despreciado! Cuántos clichés, cuántas cosas falsas”. Y entonces ataca: “Nunca he escuchado al presidente de Andalucía defender nuestra cultura, nuestro acento, nuestras raíces”.
“Hay cientos de miles de hombres y mujeres que nos esperan. Que saben que el PSOE fuerte, unido, concentrado es imbatible. Por eso nos tienen miedo”, dice Montero, que dice que no está aquí para agachar la cabeza. “He venido a ganar y vamos a ganar las próximas elecciones”. Por eso se agarra a aquel mantra que explicaba el éxito electoral continuado durante 37 años: “Somos la organización más fuerte, la que más la vertebra, la que más se parece a Andalucía”.
Así que cierra con una retahíla de palabras de ánimo, un último chute en forma de ráfaga con el que despabilar a un partido hipotenso: “Animo, fuerza, energía, autoestima, orgullo, cabeza alta, tarea firme y a ganar. ¡Hasta la victoria siempre!”.
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