Del carnaval 'facha' a la murga gaditana de los refugiados de Argelés: nuevas revelaciones de un fenómeno inagotable

¿Hubo alguna vez letras de carnaval reaccionarias? ¿Cómo vivió Cádiz el mayo del 68? ¿Es cierto que un legendario autor carnavalesco se reveló como un Chéjov a la gaditana? ¿Y que hubo una murga gaditana en un campo de concentración? Todas estas preguntas y muchas más se plantean y encuentran respuesta en Historias del carnaval que nunca te contaron (El Paseo), la nueva obra del escritor gaditano David Montiel que indaga en los secretos de una fiesta inagotable.
Como en su anterior incursión en este ámbito, Historia general del Carnaval de Cádiz, el nuevo libro fue un encargo de la editorial que el autor aceptó con gusto. Empezó planteando un índice previo, pero muy pronto descubrió que cualquier hilo del que tirara le conducía a alguna sorpresa. “Estaba en Francia, en el memorial del campo de concentración de Argelès-sur-Mer, y me encuentro con una foto de refugiados españoles que están haciendo una murga gaditana”, recuerda. “Es complicado saber exactamente quiénes eran o cómo se les ocurrió hacer aquello en tales circunstancias. Pregunté a la gente del memorial y también a los de Rivesaltes, y no supieron decirme mucho más. Pero sí sabemos que en el ejército hubo murgas gaditanas desde el año 1906 hasta el 36. Cada vez que se celebraba una patrona. Lo único seguro es que el éxito de La murga del siglo XX tuvo un eco tan fuerte en la cultura popular que llegó hasta allí”.
No menos asombroso es el descubrimiento de un coro que canta letras reaccionarias en 1940 y en Marruecos. “El Ateneo de Cádiz organiza una excursión con un espectáculo flamenco y un coro de Carnaval que visita el Protectorado de Marruecos. El coro se presenta con el saludo romano o fascista en la adaptación de una letra del Tío de la Tiza, en concreto de su coro Los Anticuarios, donde se ensalza al régimen”.

'Con el brazo extendido...'
La letra en cuestión reza: “Con nuestro brazo extendido/ te saludamos pueblo africano/ Con valor indomable/ viniste a España/ para luchar unidos/ contra la furia de la canalla./ Por tu fiera bravura sabe reñir/ y al llegar el momento/ también morir./ Y cuando el caudillo/ buscó a sus leales/ ganando con ellos/ glorias inmortales/ empezaste en Cádiz/ la dura campaña/ y salvando a Cádiz/ salvamos a España./ Aquí dio el General Franco/ el grito de rebelión/ contra los que pretendían/ de España la destrucción./ ¡Viva el pueblo musulmán!/ ¡Viva el insigne caudillo!/ Y que su alteza el Jalifa/ por muchos años lo guarde Alá”.
“No es la única vez que ocurre, el mismo franquismo que prohibió el Carnaval y lo convirtió en Fiestas Típicas Gaditanas se valió de las letras y músicas de la fiesta para ensalzar su discurso reaccionario”, apunta Monthiel. “Tanto la Gitanilla del Carmelo, como Ramón Grosso y otros van a adaptar las letras del Tío de la Tiza en la despedida carnavalesca del ex gobernador Rodríguez de Valcárcel en términos similares, lo que habla a las claras de la doble moral y el cinismo de algunos sectores, que olvidaban así que muchos carnavaleros fueron represaliados, amedrentados e incluso ajusticiados”.
En el otro lado de la balanza, el Carnaval abrazó todas las reivindicaciones del 68, desde la oposición frontal a la guerra de Vietnam al pujante black power de la época. Un botón de muestra es la letra de una agrupación de El Puerto de Santa María, Los Beatniks, cuyo pasodoble “firmarían los activistas Malcom X, Stokely Carmichael y Angela Davis, a pesar de las prohibiciones y encorsetamientos franquistas y sus peligros”, asevera el autor.
Antonio Martín y Patty Smith
“La distinción de la raza/ es cosa que yo no comprendo/ yo no veo la diferencia/ del hombre blanco y del negro./ Una mujer lo engendró/ y el mismo dolor pasó/ el día de nacimiento/ y sabrán que la madre de Cristo es morena de raza judía/ y no ha habido mujer más divina entre las nacidas/ de las nacidas./ Y si despreciamos a los negros/ piensen que con ello hacemos/ la gran discriminación/ porque debemos pensar/ que negro puede ser dios”.

“Hay un momento en que el carnaval está en total sintonía con los movimientos que sacuden el mundo”, insiste Monthiel. “Antonio Martín canta los mismos asuntos que Patti Smith, cuando aquel habla de la discriminación en ”Los mandingos“ y ella afirma que es una negra del universo. Esto pone al carnaval fuera de su aspecto endogámico y local que se le suele atribuir, y le da una importancia brutal en la cultura española y latinoamericana”.
Lo mismo se puede decir de la presencia femenina en las agrupaciones, que, contrariamente a lo que muchos creen, no es un fenómeno en absoluto reciente. “La investigadora Marta Ginesta ha hecho una tesis muy interesante al respecto, pero yo pongo el foco también en algunas mujeres cuya presencia en las letras es importante, como María Bastón o La Ito”, explica el autor. “Asimismo, me fijo en personalidades como Rocío Rodríguez Sañudo y en Las Molondritas, una agrupación pionera que no llegó a concursar, o Las empleadas del hogar, que sí lo hizo. O, ya en los años 80, recuerdo Las ¡Oh, diosas!, con un repertorio ya abiertamente feminista”.
Un carnaval mixto
Monthiel subraya que, ya en 1821, el diario El Mercantil describe que el carnaval de ese año hubo “cuadrillas de hombres y mujeres cantando canciones del país”, y el viajero romántico John Esaias Warren, en 1851, da testimonio de hombres y mujeres cantando con guitarras, lo que demuestra la existencia de un carnaval mixto desde sus orígenes. “Luego, la mujer pasa a tener una posición subsidiaria, como costurera, como ninfa o como cuidadora mientras el hombre está ensayando. Ahora todo está volviendo a cantar, pero necesitamos autoras”.
Una última curiosidad descrita por Monthiel en su libro es la faceta literaria de uno de los más legendarios autores carnavalescos de todos los tiempos, Manuel López Cañamaque. “Era extraordinariamente prolífico, llegó a escribir en un año para ocho agrupaciones. Se presentó a un concurso de relatos y quedó quinto, pero se publicó su relato y luego llegaron a ver la luz en Diario de Cádiz y en el Noticiero Gaditano más de diez relatos suyos. Textos que lo acercan a Chejov, con situaciones costumbristas y personajes muy bien descritos, casi siempre con un remate de cuplé que te saca una sonrisa”.
Para Monthiel, este nuevo libro es solo la continuación de una tarea que se promete infinita. “Todos los descubrimientos los he hecho por el camino, pero es un libro que aúna investigación y divulgación sobre una fiesta de una poderosa creatividad popular”.
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