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Inversión en sanidad pública, empleabilidad, educación y perspectiva de género: las asignaturas pendientes en el Día Mundial de la Salud Mental

Belén Díez, Josi Echevarría y José Ignacio Allende durante el acto del Día Mundial de la Salud Mental.

Sara Aja

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Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada cuatro personas a lo largo de su vida va a tener un problema de salud mental y para el año 2030 serán la primera causa de discapacidad. Además, las afecciones se dan en un rango de edad más temprana. En Cantabria, el Plan de Salud Mental establecido entre la Consejería de Sanidad y diversas entidades que trabajan para la mejora de la calidad de vida de las personas afectadas por problemas relativos a esta rama de la medicina concluyó en 2019.

Este 10 de octubre se conmemora el Día de la Salud Mental a nivel mundial y este año el problema es más prioritario y global que nunca dado el estrés y la incertidumbre a la que se ha visto sometida la población, incluidos los sanitarios al frente de la pandemia del coronavirus. Trastornos afectivos, de ansiedad y depresión encabezan la lista de afecciones de salud mental que se combaten con empleabilidad, formación en habilidades sociales y terapia individualizada con especialistas. Además de la importancia de visibilizar estas olvidadas enfermedades, la empatía y la tolerancia con las personas que las padecen.

La pandemia ha dejado a la luz las flaquezas del sistema sanitario y educativo español. Según la OMS, la inversión por cada euro que se invierte en trastornos mentales comunes revierte en aproximadamente cinco a la sanidad pública. El presidente de la Asociación Cántabra Pro Salud Mental (ASCASAM), José Ignacio Allende, lo traduce así: “Si atendiéramos y dedicáramos más, y más primariamente, habría menos ingresos de estancias medias y largas en los hospitales y se gastaría menos en medicinas”.

Durante el confinamiento, esta asociación se hizo eco de la necesidad de implementar los servicios de psiquiatría y psicología no solo en Cantabria, sino en el resto de España. Allende ofrece las cifras: “En la Sanidad española la ratio de psicólogos es de 4 por cada 100.000 habitantes, mientras que la media europea es de 18”.

La prevención y detección precoz de trastornos afectivos y emocionales en los colectivos más vulnerables -menores, mujeres y grupos en riesgo de exclusión social- es fundamental para evitar los suicidios, que suponen el pico del iceberg dentro de un drama que afecta a la totalidad de la población y cuya responsabilidad social es también ciudadana. Desde la Asociación Cántabra Pro Salud Mental se reivindica la necesidad de inversión en la calidad de vida de estos grupos de riesgo, pues son los más vulnerables de sufrir afecciones mentales, en su acceso al empleo y autonomía personal y en mejorar su atención individualizada dada “la heterogeneidad de estas enfermedades”.

La atención primaria más individualizada y con una mayor inserción especialistas de la salud mental, así como un refuerzo en la educación, centrándose en un menor ratio de profesor-alumnos, la propuesta de una asignatura de educación emocional y la colaboración de los padres en el entorno educativo y el abordaje de la calidad de vida de las personas, concretamente las mujeres con trastornos mentales, con una perspectiva de género, son el objetivo del futuro Plan de Salud Mental y los principales reclamos de las entidades que trabajan en este campo.

Cada vez más jóvenes

Las enfermedades mentales, según Allende, tienen su desarrollo en la adolescencia, “cuando las personalidades están aún en formación. ”Dos millones de jóvenes entre 15 y 29 años han sufrido síntomas de trastorno mental en el último año“, recalca Belén Díez, coordinadora de esta asociación. Es el caso de Josi Echevarría, un usuario de 28 años que padece Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) y un trastorno de la conducta alimenticia desde que fue diagnosticado en 2012. Lleva colaborando en ASCASAM cuatro años y medio, donde tras una entrevista con las trabajadoras sociales que ejercen en la asociación, se le deriva al especialista más adecuado a su caso.

“Participo en el centro de rehabilitación psicosocial de Colindres donde me ayudaron a llevar una vida más normalizada”, afirma, al tiempo que relata que anteriormente apenas salía de casa y que ahora disfruta de las actividades ofrecidas por la asociación, como la mejora en habilidades sociales, la psicoeducación, el deporte, el teatro o la cocina.

Para este usuario, es “imprescindible” seguir ayudando a las personas afectadas por problemas de salud mental desde las políticas sanitarias y sociales “invirtiendo en más profesionales especializados para evitar largas listas de espera o aumentando la duración de las mismas, y en centros y programas psicosociales que ayuden a personas como yo”, además de mejorar la calidad de la cobertura mediática de estas enfermedades, de manera que se visibilicen de manera más ética y que “elimine los estigmas, menos sensacionalista y más realista”. También reivindica su autonomía y sus derechos y obligaciones como ciudadano.

Por otro lado, el problema que señala Díez en cuanto a la inserción social de los jóvenes con discapacidades es la inserción laboral: “Ocho de cada 10 personas con discapacidad no tienen empleo”. La empleabilidad es uno de los indicadores que mide la calidad de vida de los usuarios de ASCASAM y una de las líneas de trabajo de la organización pues el objetivo es el empoderamiento individual de los usuarios y la mejora de sus condiciones vitales. La coordinadora recuerda que el empleo “les iguala con el resto de los ciudadanos en todos los niveles, como en el económico y en participación social”.

Educación como prevención

La enseñanza es un pilar fundamental para paliar enfermedades mentales. Allende recuerda que “la infancia es la etapa donde se inicia el aprendizaje y la socialización”, por lo que la escuela y el entorno familiar han de estar muy pendientes de rasgos anómalos de comportamiento en los niños, tales como el aislamiento o las etapas más depresivas, pues son indicadores de una salud mental debilitada.

“Es el momento donde se adquiere la maduración y la consolidación de las funciones elementales”, dice, y de esta manera recalca que “una educación que no sea inclusiva y en la que no se tenga en cuenta la diversidad nos trae el acoso”.

El presidente de ASCASAM apunta a que “la mejor medida de prevención es estar muy atentos y abordar el problema de las adicciones, tanto con sustancia como sin sustancia”, y en concreto hace hincapié al uso de las redes sociales y de la informática. También llama a los padres a acudir a un médico ante estos indicadores sin importar “el qué dirán”.

Allende expone que a raíz de la celebración del Día de la Salud Mental se ha pedido a la Consejería de Educación la implantación de una asignatura de educación emocional, pues la considera “imperativa para prevenir y para evitar cualquier situación de violencia, de discriminación o de acoso, así como fundamental para fomentar la tolerancia y la aceptación de la diversidad”, así como un menor ratio de alumnos por profesor, como sistema fundamental de detección de los indicadores previamente mencionados.

¿Dónde están las mujeres?

El futuro Plan de Salud Mental ha de abordarse con perspectiva de género. Es una de las máximas de Díez, quien apunta que se ha iniciado un estudio cuya hipótesis principal es que “la calidad de vida de las mujeres con problemas de salud mental es menor que la calidad de vida de los hombres con problemas de salud mental”.

Sin embargo, la coordinadora expone que quienes más acuden a las entidades de apoyo y ayuda son los hombres y que su principal teoría, ya corroborada por otras entidades que trabajan en este área, es que están “ejerciendo de cuidadoras en su domicilio de otros familiares, se están encargando de tareas no remuneradas en el hogar” y cuestiona si estas decisiones son propias o inducidas por cuestiones socioculturales como el heteropatriarcado, que ejerce violencia sistemática y estructural contra las mujeres por el hecho de ser mujeres: “Influyen muchos patrones cultuales para que afecte más a las mujeres que a los hombres, como la exigencia y presión que sienten las mujeres en todas las órdenes”.

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