La Caixa, exilio y regreso a Catalunya del mayor poder económico de España

Los que conocen a Isidro Fainé saben de su obsesión para que nadie le marque el paso, y muy especialmente desde las esferas políticas. Le ocurrió hace escasas semanas con el relevo de José María Álvarez-Pallete de la presidencia de Telefónica, y el nombramiento de Marc Murtra, una operación orquestada desde la Moncloa. Fainé es vicepresidente de la operadora y presidente de la Fundación La Caixa, que controla el 10% del capital a través de Criteria, su holding inversor. Y desde que Banco Sabadell anunció el regreso a su ciudad natal hace poco más de un mes, se había instalado un runrún general en Catalunya propicio a poner punto final al proceso de exilio de empresas iniciado en 2017 en busca de seguridad jurídica.
El retorno a Barcelona de las sedes sociales de Fundación La Caixa y Criteria -no de CaixaBank, que sigue en València “con carácter indefinido”- anunciado esta semana ha sido “muy personal” y se ha hecho “cómo y cuándo Fainé ha querido”, aseguran fuentes financieras conocedoras del proceso. De forma rápida y concisa.
Una vez tomada la decisión, que llevaba rumiando “desde hace tiempo”, el directivo, que tiene 82 años, aceleró los acontecimientos: convocó las sesiones extraordinarias tanto en el patronato de la Fundación como en el consejo de administración de Criteria el miércoles por la mañana con un solo punto en el orden del día, lo acordaron por la tarde y se comunicó sin más dilación a las presidencias del Gobierno, de la Generalitat y del Govern de les Illes Balears, donde el grupo se mudó por su arraigo histórico en la comunidad.
El objetivo era evitar especulaciones y filtraciones, aunque los principales dirigentes políticos estaban al tanto de las intenciones de Fainé por conversaciones informales mantenidas en las últimas semanas, según varias fuentes consultadas. La relevancia económica y social de La Caixa, así como la singularidad de su modelo organizativo, no deja de ser una tentación para entrometerse e intentar influir en su orientación. Hay mucho en juego.
El cambio de las sedes no es relevante a nivel económico. No implica movimiento de personas, ni de servicios corporativos o de espacios, en la medida en que la mayoría de los empleados y centros de trabajo han permanecido siempre ubicados en Barcelona. Pero es una señal importante. Certifica el final del procés, la vuelta a la ansiada normalidad institucional y supone un espaldarazo al afán que tiene Salvador Illa, con quien Fainé mantiene excelentes relaciones, para que Catalunya vuelva a ser la locomotora de España. Los gestos son importantes y las torres negras de la Diagonal son sin duda el emblema del poder económico.
La Caixa es la propietaria de la mayor cartera industrial de España, a través de su holding inversor, Criteria, que desde hace un año gestiona Ángel Simón. A finales del año pasado la cartera tenía un valor de unos 30.000 millones de euros. Es el principal accionista de CaixaBank, la principal entidad financiera de España, que también tiene como socio al Estado, igual que en Telefónica. Y ostenta participaciones relevantes en Naturgy (con el 26,71% del capital), Telefónica (9,9%), ACS (9,36%), Bank of East Asia (19,33%), Colonial (17,32%) y Puig (3,05%), entre otras.
Esta semana, justo un día antes de conocerse el retorno de la sede, Criteria sorprendió al anunciar un pacto que le permite seguir ampliando el porfolio de participadas: la adquisición del 5% de la francesa Veolia Environnement, tras el pago de unos 1.000 millones de euros, según los precios de mercado. No solo vuelve La Caixa a su lugar de referencia, también pretende recuperar la influencia en un sector al que ha estado vinculada históricamente: el agua.
Veolia: una participación financiera
Ambos grupos comparten accionariado en Aguas de Barcelona. Veolia la controla con el 70% del capital, y Criteria y el Ayuntamiento de Barcelona se reparten el resto con un 15% cada uno. Tanto Simón como su mano derecha, Ciril Rozman, proceden de allí. Una de las grandes incógnitas está en ver hasta dónde llega la influencia de La Caixa en Agbar, que es el verdadero objeto de deseo que, según varios sectores, esconde esta operación.
Agbar es una compañía que se dedica a gestionar el agua en 1.300 municipios de España. Criteria fue durante años uno de sus accionistas de referencia a partes iguales con Suez, hasta que Veolia la adquirió mediante una oferta pública de adquisición (opa) hostil en 2022. La compra desató una guerra entre Veolia y La Caixa, pero su relación “ha mejorado mucho recientemente” tras el nombramiento del abogado Miquel Roca como presidente de Aguas en diciembre pasado, aseguran fuentes cercanas a la empresa de servicios.
Tanto Fainé como Antoine Frérot, presidente de Veolia, se han congratulado públicamente por la entrada de Criteria en el capital del grupo francés, a través de un pacto de inversión que contempla que la participación del brazo industrial de La Caixa como accionista de referencia sea solo financiera y no se extralimite, según fuentes conocedoras de la operación. Aunque el holding catalán contará con un representante en el consejo de administración de Veolia, el acuerdo establece que CriteriaCaixa no superará una participación del 5,5% y se compromete a mantener su participación durante al menos dos años, “sugiriendo un papel principalmente financiero, sin derechos especiales adicionales”, asegura Veolia.
Un modelo único en el mundo
En cualquier caso, la operación refuerza la cartera de diversificación del holding español y contribuye al plan para engordarla, hasta alcanzar los 40.000 millones de euros en 2030. Las inversiones industriales y financieras es lo que permite asegurar la supervivencia de la Fundación, cuyo modelo de estructura es inédito en el mundo. Los abultados dividendos que obtiene a través de su cartera de empresas participadas (espera superar ampliamente los 1.600 millones de euros correspondientes a 2024) son los que le permiten alimentar su extensa obra social y filantrópica, como recuerda siempre que tiene ocasión su presidente.
La Caixa es la segunda fundación de Europa en volumen de recursos. La supera la británica Wellcome Trust, la segunda mayor del mundo después de la Fundación Bill y Melinda Gates. Se fundó en 1936 de acuerdo con el testamento de Henry Wellcome, gracias a los beneficios de la farmacéutica Wellcome, que en 1995 fue adquirida por Glaxo. Hoy Wellcome Trust es una fundación independiente que financia proyectos de investigación en tres ámbitos: el cambio climático, las enfermedades infecciosas y la salud mental. Su cartera de inversiones supera los 36.800 millones de libras esterlinas (unos 43.700 millones de euros).
El presupuesto de la Fundación La Caixa para este alcanzará los 655 millones de euros, el mayor de su historia, según la entidad. Cerca del 60% de la inversión, más de 370 millones, se destinará al desarrollo de programas sociales, entre ellos la lucha contra la pobreza infantil, el empleo para personas vulnerables, el envejecimiento activo y la atención a personas con enfermedades avanzadas. Otro 20%, unos 130 millones, a iniciativas de divulgación de la cultura y la ciencia a través de la red de centros CaixaForum o CosmoCaixa, entre otras actividades. Y el resto se destinarán a proyectos de investigación en salud y a educación. La entidad ha desembolsado más de 5.000 millones en la última década. El “alma” de La Caixa.
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