El gran Pampols
No sé si Gan Pampols se merece una disculpa o, al menos, que se le reconozca el mérito. Cuando aceptó el cargo de vicepresidente segundo encargado de la reconstrucción, parecía más preocupado por su sueldo que por la misión. Quizás sus primeros pasos, en una rueda de prensa para exponer sus objetivos, no superaron el nivel de lo obvio y no aportaron mucho a la tarea de reconciliarse con la afición. Encargar a dedo una auditoría por dos millones para que le asesoren, cuando el que venía a asesorar era él, tampoco ayudó. Pero hay que reconocer que ha ido sumando algunos méritos para ganarse el perdón. No es el más importante, pero ni mucho menos una cuestión menor, que sea el único miembro del Consell que hable a los afectados en valenciano. Hablar en el idioma de las víctimas, a veces, es más que una metáfora.
Lo de su sueldo no estuvo bien, pero, visto lo visto, tampoco parece que sea para tanto. Una cosa es el precio y otra el valor. Puede incluso que, en su caso, con sus 101.761 euros anuales, nos salga cuenta con paga. Eso no se puede decir de muchos de sus compañeros del Consell. Un ejemplo: la vicepresidenta Susana Camarero, cuya exitosa carrera política se explica por el mismo principio físico de que el corcho flota, se levanta 79.933,92 euros anuales. Ha sido diputada en Les Corts, senadora, diputada, secretaria de Estado, consellera... pero es imposible vincular su nombre a propuesta alguna, ley o iniciativa concreta. Llega, está y se va, pero nunca deja huella. Casi mejor. De hecho, el único mérito de su tan abultado como magro currículo es el de haber sido y seguir siendo zaplanista. Que Camarero no vale lo que cuesta se puede decir de medio Consell. Y de Consell y medio, no quiero quedarme corto.
Mazón, pasado el susto inicial de la DANA y la digestión de la comida del Ventorro, pasó de ser el nuevo mejor amigo de Pedro Sánchez a su peor enemigo. Desde entonces, en su afán masoquista de prolongar su inevitable dimisión, él y su minion Camarero se han dedicado a disparar con toda su artillería (a base de bulos y grabaciones tuneadas) contra el gobierno central. Gan Pampols, en cambio, ha puesto la necesaria nota de cordura y se le ve que es más de colaborar que de sumarse a la mascletà. Lo normal cuando has pisado más barro que moquetas o cuando estás más con las víctimas del desastre que amarrando el sillón.
En el haber de Pampols hay varias cosas a destacar. En diciembre presentó un escrito para protestar contra el decreto-ley de medidas urbanísticas urgentes para favorecer la tarea de reconstrucción. Esta norma, obra de la Conselleria de Territorio, hacía honor a su nombre. La idea era favorecer la reconstrucción a fuer de hacerla eterna: levantas donde no debes cualquier cosa más grande que una tienda de campaña, esperas a que se la lleve el agua, pones otra y esperas a que se repita el ciclo. Lo que quería asegurarse el exteniente general era que nadie pudiera plantar un ladrillo en zona inundable, por ejemplo, pues debió temerse (no sin razón, sobran pruebas) que era a lo que aspiraba el Consell.
Suma y sigue. En La noche en 24 horas de TVE, que presenta Xabier Fortes, dejó con el culo al aire al Consell al reconocer que fue el gobierno de Mariano Rajoy el que no hizo las obras para encauzar el barranco del Poyo debido a los recortes, lo que provocó que la declaración de impacto ambiental de la época de Zapatero caducara. Otro de los mantras de Mazón que acabó en la papelera, aunque eso no le ha impedido insistir. Reducir, reutilizar y reciclar. Todo muy woke.
¿Y qué pasó cuando Satanás Sánchez nombró a José María Ángel comisionado para la reconstrucción? Que Gan Pampols no solo alabó su “experiencia dilatada y acreditada”, sino que lo calificó de “persona excelente” y, encima, mostró su voluntad de trabajar codo con codo con él. De hecho, impulsó la creación de una comisión mixta. Whopper completo. Todo un torpedo en la línea de flotación de Mazón que, como Homer Simpson, sigue enfrascado en el “todos tienen la culpa menos yo”. Con ese telón de fondo, estrechar lazos con el gobierno central es casi como trabajar para el enemigo, pero sin el ‘casi’.
Pero su minuto de oro, por el que deberíamos pagarle las birras si nos lo encontramos en un bar y ascenderle a la categoría de ‘Gran’ Pampols, son las consecuencias de aplaudir la decisión del gobierno de regularizar por un año a los ‘sin papeles’ afectados por la DANA y prorrogar de manera automática los permisos ya concedidos. Tuvo que salir Susana Camarero a traducir sus palabras del ganpampolí al castellano, ya que nos habíamos perdido un matiz. Sin despeinarse, la vicepresidenta afirmó que lo que en realidad quería expresar su compañero (algo que ni Gan Pampols sabía) era “la necesidad de mano de obra para determinados sectores que son deficitarios”. A lo mejor, solo a lo mejor, si hubiera querido decir eso, hubiera dicho exactamente eso. Es mayorcito.
Entonces se despertó de la siesta el síndic de Vox en Les Corts, José María Llanos. Sacando al racista que lleva dentro (y fuera), respondió a Gan Pampols en X ladrando: “¿Pero a éste qué le ha dado? ¿Quiere ‘esclavos’? ¿Es un infiltrado del traidor Sánchez? ¿No confía en los españoles? Pues si eso es lo que hay, gracias a este ‘sabio’ lo que no va a haber son Presupuestos. Agradézcanselo a Sánchez y a su títere Feijóo”. Esto no hizo falta que Camarero lo tradujera del kukluxklaní al castellano; se entiende solo. ¡Marchando otro Sol y Sombra para el caballero!
Los de Vox, ya se sabe, le tienen alergia al trabajo. Por eso, las palabras de Gan Pampols les vinieron al pelo para pedirse otro día de libre disposición y aprovechar para decir que no apoyarán los presupuestos del PP (veremos si al final lo hacen). En el fondo, y en la superficie, es lo que les han ordenado que hagan desde Madrid para defender los intereses de los valencianos. Si eso ocurre, Gan Pampols pasará a la historia de la mano de Alberto Casero, el diputado popular —héroe involuntario del proletariado— que salvó la reforma laboral de 2022. La diferencia es que Gan Pampols se posicionó del lado de los inmigrantes por pura humanidad y decencia, no por error. Eso, en la licencia que se tomó Camarero con su traducción, no quedaba claro. Bien hecho, no hay que hablar de lo que no se conoce.
Y la cosa podría ir a más. ¿Y si le toca declarar en el juicio contra Mazón? Soñar es gratis.
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