Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Segundo Viana, el represaliado del pueblo alavés de Bujanda que portó el número 5.025 en Mauthausen y murió en Gusen

Liberación de Mauthausen en 1945 por el Ejército estadounidense, que fue recibido por una pancarta escrita en castellano que rezaba "Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas liberadoras"

Rubén Pereda

Vitoria —

0

El 5 de mayo de 1945, una avanzadilla de soldados estadounidenses de la escuadra de reconocimiento número 45 de la undécima división armada, dirigida por el sargento Albert J. Kosiek, se acercó al campo de concentración de Mauthausen, en la Alta Austria. Pese a la defensa que el comandante al frente, el nazi muniqués Franz Ziereis, había obligado a los presos a preparar, Mauthausen siguió la estela de otros campos y fue liberado. Casi tres años antes, el 14 de julio de 1942, había sido asesinado en Gusen, uno de los subcampos de ese complejo carcelario, el practicante y peluquero Segundo Viana, natural de la localidad alavesa de Bujanda. Exiliado a Francia tras la caída de Barcelona en manos del bando sublevado durante la Guerra Civil española, pasó por un campo de concentración francés antes de caer prisionero de guerra, condición que lo conduciría por varios campos de Francia y Austria. Ahora, cuando están a punto de cumplirse 80 años de la liberación de Mauthausen y toda su red, el Ayuntamiento de Campezo quiere rendirle homenaje por ser una de esas personas que “se toparon con la dictadura del terror que impuso el Tercer Reich”.

Segundo Viana Arróniz nació en la localidad alavesa de Bujanda, perteneciente al municipio de Campezo, el 29 de marzo de 1898. Es un pequeño pueblo situado en la montaña y en las inmediaciones del río Ega que por entonces apenas superaba el centenar de habitantes. Los registros sacramentales de la diócesis de Vitoria recogen cómo fue bautizado en la parroquia de la Degollación de San Juan un día después, el 30 de marzo, hijo de Hilario Viana Gámiz y Aurelia Arróniz Querejazu. Consignan también su apellido de forma correcta, con la grafía Arróniz, que en futuros registros se vería corrompida en formas alternativas como 'Arroni' y 'Arronz'. Según recoge Benetan Elkartea en su proyecto 'Memoria de las Cunetas', se desempeñó como practicante y peluquero. Según esta misma fuente, contrajo matrimonio con la aragonesa Clara Alba Briz, con la que fue padre en 1930 de una niña, Carmen Regina.

El Banco de la Memoria Democrática de la Generalitat de Catalunya traza una cronología con el recorrido que Viana siguió desde su deportación. En un primer paso, y una vez caída Barcelona en la Guerra Civil española en manos de los sublevados, llegó al campo de concentración de Saint-Cyprien. Fue este un destino habitual para los presos de origen español. Allí estuvo internado, por ejemplo, Jesús Carrera, conocido como el “rojo de Hondarribia”, que fue máximo dirigente del Partido Comunista de España en el interior en los primeros años de la dictadura de Franco y acabó fusilado en 1945, cuando contaba apenas 33 años.

Habiendo estallado ya la Segunda Guerra Mundial, Viana se integró en la Compañía de Trabajadores Extranjeros 34, de la que era miembro cuando fue hecho prisionero de guerra. Benito Bermejo y Sandra Chueca, en el 'Libro memorial: españoles deportados a los campos nazis (1940-1945)', señalan que las defensas francesas fueron “arrolladas” por la potencia del Tercer Reich. “Las personas que acababan de ser capturadas [...] fueron conducidas en un primer momento a campos de prisioneros de guerra, los 'Stalag', ubicados a lo largo de todos los territorios dominados por el III Reich, desde Prusia Oriental hasta Austria e incluso en la Francia ocupada”, explican. Viana estuvo encarcelado en la localidad francesa de Langres, en una 'Frontstalag', denominación que se otorgaba a los campos de prisioneros gestionados por el Ejército alemán en la zona ocupada de Francia. Más adelante, llegó a la prisión XVII-B de Gneixendorf, en Austria, donde portó el número de matrícula 30.828. En este caso, el campo de prisioneros era un 'Stalag', dedicado a prisioneros de guerra y no civiles. Recogen Bermejo y Chueca que en estos campos el trato no era tan denigrante como lo sería en el futuro en los de concentración y exterminio, sino que se ajustaba a los tratados internacionales sobre prisioneros de guerra. Hubo presos, recalcan, que incluso pudieron dirigir misivas a su familia.

Pero la estrategia comenzó a cambiar a partir de agosto de 1940, pues a partir de ese momento se empezó a enviar a los españoles a Mauthausen. Bermejo y Chueca hablan en su libro de dos grandes grupos de deportados españoles: Viana se encuadra en el primero, en el de los que, huidos de España ante el colapso de la Segunda República, cayeron en Francia ante el avance de la Wehrmacht alemana y acabaron sus días en su mayor parte en Mauthausen; los del segundo, de naturaleza más variopinta, fueron a engrosar también las listas de otros campos como Buchenwald y Dachau, no solo de Mauthausen. En cualquier caso, la entrada de Viana en Mauthausen se registró el 19 de diciembre de 1941 y en ese momento se le asignó el número de matrícula 5.025. “El cautiverio en Mauthausen no implicaba únicamente un cambio geográfico, sino que supuso un vuelco total en la situación de estos hombres, que ahora pasaron a unas condiciones de vida sustancialmente peores”, abundan Bermejo y Chueca.

El cuadro de Mauthausen que pintan estos autores, y aquel en el que se vio sumido Viana, es el de un lugar con gran hacinamiento, paupérrimas condiciones higiénicas, epidemias, apenas atención, debilidad extrema y un amplio abanico de enfermedades. El último escalón de este proceso era la muerte, que se extendió con gran facilidad, con una mortalidad que fue “altísima”. Medio año después de arribar a Mauthausen, el 8 de junio de 1942, fue destinado al subcampo de Gusen, uno de los que integraban el complejo y uno de los más duros de entre todos los mantenidos por la Alemania nazi de Adolf Hitler. “El escenario principal de la eliminación de los presos —y en concreto de los españoles— era Gusen, un anejo de Mauthausen situado apenas a cinco kilómetros de este campo”, explican Bermejo y Chueca. Apenas un mes después de arribar, Viana falleció el 14 de julio. Tenía 44 años.

Su paso por Mauthausen y Gusen lo recogen también Diego Martínez López y Gutmaro Gómez Bravo en el libro 'Deportados y olvidados: los españoles en los campos de concentración nazis', que incorpora un largo y completo censo de españoles que fueron asesinados en aquellos centros. Estos autores cifran en al menos 7.251 los presos procedentes de España que se vieron conducidos hasta Mauthausen. “Desaparecieron apenas siendo un número, víctimas de una lógica y un contexto de odio que se había empezado a generar mucho antes”, escriben.

Los homenajes

El 5 de mayo de 1945, años después de que Viana pereciese, una pancarta con el texto “Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas liberadoras”, escrito en castellano, recibió a las fuerzas del Ejército estadounidense. Este martes, el pleno del Ayuntamiento de Campezo ha aprobado una iniciativa para recordar a Viana como una de las personas antifascistas que “se toparon con la dictadura del terror que impuso el Tercer Reich”. En el acuerdo adoptado por el Consistorio, se plantea la necesidad de actualizar el censo con los datos de los vascos que fueron deportados. El municipio, asimismo, se suma a la iniciativa 'Stolpersteine', un proyecto consistente en la instalación en el suelo de una piedra con los datos de las personas que fueron víctimas del nazismo, incluidas las fechas de deportación y fallecimiento.

El 27 de enero de 2017, coincidiendo con la celebración del Día Internacional del Holocausto, el Ayuntamiento de Vitoria ya publicó una declaración institucional acordada por la totalidad de los grupos municipales con la que recordó en particular a los alaveses que sufrieron la persecución nazi. Además de Viana Arróniz, hubo mención expresa a Félix Aretxabaleta (que estuvo en Buchenwald), Ramón Cosme Vaquero (fallecido en Gusen el 17 de octubre de 1941), Félix Ponti (pasó por Sachsenhausen y Buchenwald y fue finalmente liberado), José López Angulo (fallecido en Hartheim el 28 de septiembre de 1941), Julián Pascual Guerra (fallecido en Schwetzingen el 10 de diciembre de 1944), Antonio Retes de Llanteno (liberado de Dachau el 29 de abril de 1945), Manuel Ruiz Amestoy (fallecido en Gusen el 29 de noviembre de 1941), Ambrosio San Vicente (pasó por Buchenwald, Flossenbürg y Beneschau) y Félix Villamor Ramírez (fallecido en Gusen el 1 de enero de 1942).

“Auschwitz, Mauthausen-Gusen, Dachau, Buchenwald, Ravensbrück (campo de mujeres), Bergen Belsen, Flossenbürg, Natzweiler, Neuengamme, Natzweiler-Struthof, Sachsenhausen, Gross-Rosen, Aurigny, Guernsey, Neu Bremm… conocieron a cerca de 10.000 combatientes antifascistas provenientes del Estado español, que en su huida de la masacre franquista se adentraron en territorio francés y fueron internados primero en ignominiosos 'campos de refugiados', de donde, a partir de 1940, fueron trasladados a estos centros de exterminio y más de la mitad fueron asesinados en ellos”, recogía la declaración, que clamaba “por la verdad y la justicia, por conocer, reconocer y reparar a esas víctimas del genocidio y exterminio nazi”. “Nos vemos obligados y obligadas a clamar por el reconocimiento de sus derechos y por enfrentar la impunidad arbitraria de los perpetradores”, apostillaba.

Etiquetas
stats