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Altri: la gran hipoteca medioambiental que amenaza Galicia

Cientos de personas protestan contra la empresa de celulosa Altri

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En abril de 2020 Alberto Núñez Feijóo reunió a un grupo de empresarios para pedirles ideas con las que optar a la catarata de millones que Europa ofrecía bajo el paraguas de los fondos europeos para la reconstrucción postcovid. Inditex mandó a ese encuentro a su director general de finanzas, Ignacio González. El directivo le habló a los presentes de la alta demanda de una fibra vegetal llamada lyocell, que la industria textil usa para fabricar prendas con el distintivo de ropa ecológica. El producto se elabora procesando madera y sometiéndola a multitud de procedimientos químicos altamente contaminantes. Pero en aquel momento el proyecto se vendió como una gran iniciativa ecológica y una posibilidad de negocio para una tierra acostumbrada a explotar sus montes con el cultivo masivo de eucalipto de rápido crecimiento. Feijóo se marchó a Madrid y su sustituto, Alfonso Rueda, abrazó la idea de su precedesor con una vehemencia que resulta inexplicable. Han pasado cinco años desde aquello y el monstruo ha tomado forma: la portuguesa Altri acaba de conseguir el visto bueno medioambiental de la Xunta para poner en marcha su macrocelulosa en Palas de Rei (Lugo), al borde del río Ulla.

Muchos de los actores que apoyaron la idea en su inicio se han ido descolgando conforme empezó a conocerse la verdadera dimensión del riesgo que supone el proyecto. Aquí van algunos datos: Altri ocupará una parcela de 366 hectáreas, tendrá una chimenea de 75 metros de altura, consumirá cada año 1,2 millones de toneladas de eucalipto y cada día se beberá 46.000 metros cúbicos de agua, el equivalente al consumo de toda la provincia de Lugo. De lo bebido, vomitará 30.000 metros cúbicos de agua diarios al río Ulla, lo que subirá la temperatura de sus aguas hasta tres grados, según reconoce la propia empresa. Cuando todo esto se ha ido conociendo, Europa se ha puesto de perfil y la catarata de millones que iluminaban la mirada de Feijóo ya no parece probable, Inditex se ha sacado del medio, el BNG se ha puesto al frente de la crítica política y hasta el PSOE gallego, en principio silencioso, empieza a decir tímidamente que no al proyecto. La Xunta se ha quedado sola, abrazada a los empresarios portugueses y al mantra autoritario de acusar a todo el que no se rompa las manos aplaudiendo de estar desinformado o tener sospechosas intenciones políticas.

En Galicia ya tenemos a ENCE, la celulosa inaugurada por Franco en la Ría de Pontevedra. Sabemos que para fabricar papel hay que plantar eucaliptos y que plantar eucaliptos es una idea medioambientalmente absurda: ayudan a la proliferación de los incendios, destruyen el suelo y compiten con las especies autóctonas, de mayor valor ecológico. Además, dificultan la implantación de industrias locales y contribuyen a la despoblación. Galicia es verde, es cierto, pero con un verde de mala calidad. Mientras ustedes ven un anuncio de perfume tras las campanadas de navidad de nochevieja, aquí el primer anuncio del año es el de una empresa que se ofrece a cortar los árboles de tu finca por poco dinero y pocos problemas.

Desde la administración autonómica aseguran que la llegada de Altri no supondrá un incremento en las plantaciones de eucalipto pero si pensamos que con una sola pastera se vende toda la madera que producen los montes, qué sentido tiene asegurar que no habrá que seguir plantando para alimentar el negocio. Casi nada de la postura política de la Xunta sobre Altri resiste al mínimo análisis de sentido común.

El proyecto de Altri amenaza con convertirse en otra hipoteca a muy largo plazo que los gallegos tendremos que pagar con nuestra salud y nuestro derecho a otro tipo de desarrollo industrial. En pleno 2025 los patrones colonialistas de regalar los recursos a quien quiera hacer dinero con ellos mantienen toda la vigencia. El empecinamiento del presidente Alfonso Rueda en su defensa de Altri resulta inexplicable. Hay quien dice que el Gobierno tiene estudios demoscópicos que aseguran que Altri no supondrá para el Partido Popular ningún coste electoral. Y hasta puede que sea cierto. En las últimas elecciones municipales las listas del PP en la comarca en donde se instalará la planta obtuvieron buenos resultados. Esa parece ser la única manera de medir qué políticas se emprenden y cuáles no.

Un recuerdo de niño me lleva a los fines de semana en los que viajaba con mis abuelos de Santiago a Vigo para ver a los primos. Al pasar con el coche a la altura de Pontevedra subíamos rápidamente las ventanillas para evitar el olor a huevo podrido que desprendía entonces la celulosa de ENCE en Pontevedra. Se trataba de evitar el vómito inmediato, con el consecuente destrozo en la tapicería del vehículo. Cuando le preguntábamos a otros niños de Pontevedra cómo eran capaces de soportar aquel olor cada día, su respuesta era siempre la misma: “nosotros no lo notamos”. Ese puede ser parte del problema, que a veces no olemos las cosas.

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