Gasolineras y supermercados públicos: ayuntamientos de la Galicia despoblada gestionan negocios para evitar perderlos

El municipio lucense de Pol tiene unos 1.500 habitantes y el de Ribeira de Piquín ronda los 500. Situados en la comarca de Meira, al noreste de la capital provincial, forman parte de la Galicia rural que lleva décadas viendo menguar su población. Dentro de las iniciativas para frenar la pérdida de servicios básicos, los dos gobiernos locales han optado por una especie de municipalización de negocios privados para evitar que cierren o permanezcan abandonados y sin actividad. En el primer caso, el Ayuntamiento ha comprado un supermercado a punto de bajar la persiana por jubilación; en el segundo, el alcalde ha anunciado que la gasolinera, que lleva más de una década en desuso, va a ser gestionada con medios públicos. La iniciativa se suma a otras ya en marcha para explotar una piscifactoría, una plantación de kiwis y una granja de cerdos de raza celta.
Roberto Fernández Rico (PSOE) es el alcalde de Ribeira de Piquín desde 2015. Expone qué es lo que está detrás de las iniciativas municipales de asumir estos negocios: “Los ayuntamientos tan pequeños como nosotros tenemos muchas dificultades para que la iniciativa privada venga e invierta. De ahí que no nos quedase otra opción que, desde lo público, tratar de sacar adelante iniciativas económicas”.
La idea, dice, estaba ya entre las promesas electorales de su campaña de hace diez años. Sostiene que se cumple un triple objetivo: recuperar tierras e instalaciones abandonadas, ser motor de actividad económica, lo que implica generar empleo –que, asegura, es “estable y de calidad”–, y garantizar esos servicios para los vecinos. Deja la puerta abierta a poner las iniciativas en manos privadas más adelante, si alguna empresa se interesa.
Fernández Rico destaca su preocupación por la línea descendiente de población en Ribeira de Piquín. Una de las respuestas fue crear una fundación municipal, TerrEo, participada únicamente por el Ayuntamiento, para recuperar edificios abandonados. Empezaron por poner en marcha una piscifactoría, que en la actualidad vende unos 3.000 kilos de truchas al mes. Partieron de unas instalaciones que estaban en desuso en la parroquia de Santalla, las remodelaron, actualizaron los permisos y retomaron la actividad. Después fue una explotación ganadera en extensivo de porco celta. El Ayuntamiento alquila un terreno de 10 hectáreas que pertenece a la comunidad de montes. Hasta el momento se han vendido más de 200 animales engordados en las instalaciones. Y también se ha puesto en marcha una plantación de kiwi y hay una experiencia inicial con faba.
El proyecto más reciente que Ribeira de Piquín va a canalizar a través de su fundación es el de abrir una gasolinera. Las instalaciones existen ya. Las levantó una empresa privada, pero se encuentran abandonadas y el Ayuntamiento las va a alquilar. El alcalde indica que actualmente están haciendo los trámites administrativos y pasando los controles para que los vecinos puedan repostar “pronto” aquí y ahorrarse los viajes de en torno a 20 kilómetros hasta los surtidores que ahora mismo tienen más cerca, que están en los municipios vecinos de Meira, A Pontenova o Pol. El personal que atienda la gasolinera –dos empleados, según las previsiones– estará directamente contratado por la fundación, para la que ya trabajan seis personas.
El Ayuntamiento recibe apoyo de la Diputación de Lugo para esta iniciativa. En este caso, el ente provincial hace una aportación de 110.000 euros a través de un convenio. El regidor recalca que la fundación, sin ánimo de lucro, utiliza los ingresos que va obteniendo de sus actividades para pagar las nóminas de su personal, pero también para invertir en los nuevos proyectos. Señala que la mentalidad es práctica y que están recopilando todos los datos económicos para emplearlos en otra idea, una oficina de asesoramiento agroecológico a través de la cual intentar atraer a la iniciativa privada.

El supermercado municipal de Pol
Cerca de Ribeira de Piquín, en el municipio de Pol, hace unos meses se dio a conocer que el Ayuntamiento pasaría a ser propietario del único supermercado que queda en su territorio, ubicado en la población de Mosteiro, en donde está también el edificio del Gobierno local. El hasta entonces dueño del negocio se jubiló y no había quien le diera el relevo, así que el alcalde, Lino Rodríguez (PSOE), optó por incluir el local dentro del patrimonio municipal. El regidor no quiere concretar el plan por el momento, pero señala que espera poder aclarar la pronto cómo se va a gestionar la iniciativa: si se hará a través de una fundación, si se buscará que lo explote una franquicia o un autónomo o si se explorará otra vía.
Entre los planes del gobierno local están también recuperar la antigua marca de embutido, Monciro, para el supermercado y destinar la parte superior del edificio a viviendas sociales, según publicó el diario El Progreso. El alcalde explicó que Pol recibió fondos de la Diputación, con la que firmó un convenio, para esta operación. Son, dijo, 105.000 euros, que se suman a otros 30.000 para remodelación del inmueble, con una superficie total de 800 metros cuadrados. El precio de compra fueron 150.000 euros.

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