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MSAP o los diez años de explosión del arte urbano en Madrid

Gradas feministas en Manoteras, por Aida Gómez

Diego Casado

15 de abril de 2022 01:00 h

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Es difícil que las siglas MSAP (Madrid Street Art Proyect) le suenen a la mayoría de madrileños. Pero a muchos les habrán llamado seguro la atención algunas de las obras de arte urbano que han propiciado: los muros pintados que rodean la Tabacalera, varios enormes murales que dan color a las medianeras de edificios en la capital, decenas de obras más pequeñas en las paredes, cristales o persianas de barrios como Malasaña o Lavapiés...

Los de MSAP no pintan. Tampoco deciden los colores que llevará tal pieza o las formas que le van a ir mejor a cada espacio. Pero son los que los han hecho posible parte de esta explosión cultural madrileña. No quieren buscar una palabra para su profesión, pero su labor es la de mediadores, gestores que facilitan espacios y proyectos para que los artistas puedan desplegar su talento en las calles de la ciudad.

“Intentamos transformar el espacio, cambiar la visión de la cotidianidad de la gente, que cambien de una manera positiva, no solo que sean más agradables y bonitos, que también, sino que haya mensajes que les hagan pensar, motivos que les recuerden a otras cosas... vamos, lo que es el arte”, cuentan sobre sus proyectos sobre el espacio público, un lugar más democrático y de acceso más fácil para el público general, donde las expresiones artísticas tienen mucha fuerza.

Un paseo por la exposición que estos días alberga en la Swinton Gallery sirve para entender parte de lo que han hecho y el efecto que han tenido en el aspecto cambiante de Madrid. Allí está la pintura desgarrada de Borondo, la piñata política de Dos Jotas, los dibujos de Hyuro o el árbol vestido de Ampparito. En total, 13 artistas han prestado sus obras para Encuentro, un punto de reunión en torno al arte en el espacio público que celebra la primera década de vida de MSAP.

Todo comenzó en el Cervantes

El origen de MSAP hay que buscarlo en Gráfika, una exposición que el Instituto Cervantes acogió en el año 2011 y en la que mostraba el trabajo de decenas de jóvenes artistas procedentes del graffiti, la pintura, el muralismo o la ilustración, con el espacio público como denominador común para mostrar su arte. Tuvo mucho éxito. En el marco de sus actividades se iniciaron los primeros safaris urbanos para descubrir un arte efervescente, que se colaba por cualquier espacio hábil en la ciudad y que iba más allá que unas simples firmas con rotulador. Y que sirvieron para juntar a dos de los fundadores del grupo.

“Empezamos como una afición, no sabíamos a dónde íbamos a llegar”, explica Guillermo de la Madrid, guía de estos safaris a petición de Diana Prieto, que por entonces trabajaba en el Cervantes. Un año después, en 2012, unieron fuerzas para intentar canalizar toda la fuerza que sintieron llegar en aquella exposición y a la que pocas personas estaban haciendo caso en la capital. “Tuvimos la sensación de que podíamos hacer algo por nuestra cuenta, porque había un interés en el tema, en lo que habíamos hecho con Gráfika, que además era muy satisfactorio”.

“Visto desde fuera, había una necesidad de alguien que agrupara todo esto”, añade Rocío Domínguez, que se incorporó después al proyecto de MSAP. “Había colectivos que entonces trabajaban de forma más individual, pero faltaban proyectos en común”, recalca mientras sus compañeros recuerdan que era una época con mucha actividad artística en la calle, muy potente, pero poco organizada.

Al poco de comenzar a trabajar juntos empezaron a surgir proyectos de envergadura. Como el C.A.L.L.E., su primer festival de arte urbano, organizado junto a la Asociación de Comerciantes de Lavapiés y que este mes de mayo cumple su novena edición. Tres semanas de creación artística en las que las tiendas del barrio ceden espacios a cincuenta artistas para que plasmen sus obras.

Dos años después, en 2016, apareció Pinta Malasaña, otro festival con un formato mucho más explosivo: un centenar de artistas interviniendo el barrio durante las 12 horas de un domingo, en cristales, persianas, puertas o paredes cedidas por vecinos y comerciantes. El certamen, ideado en colaboración con este periódico, celebrará su séptima edición el próximo 29 de mayo.

De la crítica al reconocimiento

¿Cómo ha cambiado la percepción del arte urbano durante estos diez años? “Al principio nuestro objetivo era poner en valor las expresiones artísticas que se daban en la calle, con una labor didáctica y pedagógica sobre su importancia”, recuerda Diana. Su labor, la de otros y la fuerza con la que este modo de arte se ha desarrollado en los últimos años ha hecho cambiar la forma en la que se percibe entre el público general. “Desde hace tiempo vemos que el arte urbano está muy valorado entre mucha gente, se ha popularizado y hay menos clichés que romper”, puntualiza Guillermo.

En la última década, muchos artistas urbanos han empezado a tener relación con el mundo comercial: las marcas quieren patrocinar sus obras para conectar con parte de sus clientes, los hoteles y tiendas decoran sus paredes con este estilo y algunos venden en galerías o ferias de arte. “Antes era un movimiento contracultural y underground, ahora ha ido saliendo a la superficie, para bien y para mal”, apunta Diana, consciente de todas las contradicciones que ha traído esta evolución.

Como el arte urbano en Madrid, los de MSAP también han cambiado en su forma de hacer las cosas. Mantienen sus safaris urbanos, pero ahora los organizan a demanda de instituciones o grupos interesados, intentando no caer en el efecto guía turístico que ha surgido alrededor de su barrio de referencia, Lavapiés, donde la gentrificación y la aparición de cientos de pisos Airbnb trajo consigo muchas rutas de fin de semana centradas en el arte urbano.

¿Se ha domesticado el arte urbano o en realidad ha asaltado terrenos culturales que antes tenía vedados? “Creo que es una mezcla de ambas, por una parte se ha perdido cierta libertad, porque hay que seguir ciertos parámetros o premisas de instituciones, pero por otro lado es posible crear en el espacio público de forma más elaborada, con medios... no tiene por qué estar bien o mal a priori, al final es una cuestión de cómo hagas las cosas”, indica Diana.

Como lo que mejor explica los diez años de actividad de MSAP es el resultado de sus obras, hemos elaborado una recopilación de las más destacadas, que han transformado los espacios en los que se desarrollaron, tanto en el centro de la ciudad como en la periferia:

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