Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

La libertad creativa de un asesino confeso

José Bretón.
21 de marzo de 2025 22:32 h

24

Uno de los elementos que me resultan más escalofriantes del relato de José Bretón, que ha trascendido a los medios como parte del controvertido libro de Luisgé Martín, es el momento en que cuenta cómo asesinó a sus dos hijos de 2 y 6 años. Al hacerlo habla de estos pequeños, sus propios hijos, como si fueran objetos extraños hacia los que no siente ninguna emoción, ni empatía ni amor. En ningún momento al asesino, a José Bretón, le importaron sus hijos. No los vio como seres humanos, como dos niños indefensos llenos de vida. Para el asesino de aquellos pequeños eran el medio, el instrumento, el arma con la que iba a causar el mayor daño posible a la mujer (madre de los críos) que le había pedido el divorcio tres semanas antes. Y así fue. Ruth Ortiz sufrió la mayor agresión que puede sufrir una mujer madre, que sus hijos sean asesinados de la manera en que lo fueron por el hombre que había sido su pareja.

De los fragmentos que hasta ahora conocemos, de forma deshilachada y un tanto efectista, resulta inquietante e incongruente el objetivo que ahora se dice del libro que escribe Luisgé Martín, en el que se da protagonismo al criminal y su crimen. José Bretón pudiera parecer que puede llegar a estar arrepentido, pero sin embargo lamenta su mala suerte porque fueran hallados los cuerpos y él fuera detenido. No hay reflexión real ni arrepentimiento en lo que hasta ahora ha trascendido, más bien sigue habiendo rencor y despecho hacia la mujer que decidió separarse de él. Este dato, el de la venganza de Bretón a su exmujer, es lo que se me viene a la cabeza todo el rato mientras leo una noticia y otra sobre la publicación del libro “El Odio”. Y esa venganza, que hace 14 años Bretón buscó contra su mujer, es la que desprende el libro de Luisgé Martín. 

Quizá el autor no lo sepa –o no lo quiera saber porque piensa que tiene el historión  de su vida entre manos– y parece que la editorial tampoco se da cuenta –quizá porque está pensando en las ventas–, pero Bretón los está utilizando e instrumentalizando para volver a agredir a su exmujer. El libro que Anagrama defiende como libertad creativa es, en realidad, la libertad recreativa que un asesino se está tomando para volver a violentar a Ruth Ortiz y a sus dos hijos. Porque a pesar de no estar vivos, vulnera sus derechos al honor, a la intimidad y a la propia imagen. Lo dice claro el artículo 8. 4 de la LOPIVI: “En los casos de violencia sobre la infancia, la colaboración entre las administraciones públicas y los medios de comunicación pondrá especial énfasis en el respeto al honor, a la intimidad y a la propia imagen de la víctima y sus familiares, incluso en caso de fallecimiento del menor. En esta situación, la difusión de cualquier tipo de imagen deberá contar con la AUTORIZACIÓN EXPRESA de herederos o progenitores.” En ningún caso, ni el autor ni la editorial se han puesto en contacto con Ruth Ortiz para pedirle autorización ninguna. Autorización que no tienen. 

El autor de “El Odio” y la editorial Anagrama deberían haberse anticipado a la controversia que están provocando y actuar con responsabilidad. porque el libro y la difusión de sus extractos van en proporción directa con el daño y el dolor que están causando en Ruth Ortiz. Lejos de comprender el fondo del problema, saltan con un comunicado en el que se parapetan en la libertad de expresión para decir que la obra es intocable. Quizá debería serlo, sin llegar a los tribunales, para proteger el derecho que tiene la madre de los críos a no volver a sufrir violencia. Pero, además, si ponemos en una balanza los derechos de la infancia y los del autor, existe la posibilidad de que la libertad creativa que alude Anagrama y el autor tengan límites. Límites que obliguen a readaptar la obra para no vulnerar los derechos fundamentales que pueden estar en juego. Por supuesto que toda obra literaria está protegida por la libertad de expresión, pero esta no es un derecho ilimitado ni absoluto. Y no, no es comprable el caso de “Fariña” al de “El Odio”. 

Tampoco se trata ahora de defender la quema ni el secuestro de libros, no se trata de hacer la democracia más restrictiva y contribuir a la deriva autoritaria de quienes gustan de la lógica punitivista. Pero sí debe entenderse que claro que existe la posibilidad de establecer restricciones a esa libertad de expresión cuando el contenido de una obra vulnera, por ejemplo, derechos de la personalidad (derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen) que son derechos vinculados a la dignidad humana y están dirigidos a proteger el patrimonio moral. En este caso, el patrimonio moral de los hijos de Ruth Ortiz, y es ella la única que puede decidir sobre esto, puesto que José Bretón está inhabilitado de la patria potestad de sus hijos, no solo porque estos no estén vivos sino porque no tiene (al menos eso espero) ningún tipo de derecho sobre el patrimonio de estos (material o moral). 

No se trata de prohibir un libro. Se trata de que un libro no sea una extensión de la violencia machista que un hombre ha ejercido contra su mujer y sus hijos. Ese es, a mi juicio, el foco cuando para José Bretón (según confiesa) es tan importante su impunidad. La publicación íntegra de su versión y de su crueldad sin que haya ningún tipo de filtro que piense en cómo esto daña y afecta a Ruth Ortiz, es impunidad. Por esto deberían haber velado el autor y la editorial, pero en un tiempo donde la ostentación del mal es una buena propaganda para el negocio, la notoriedad y los likes (como bien cuenta Mauro Entrialgo en “Malismo”) es difícil resistirse a una historia así, cruel.

A mi juicio, Luisgé Martín y Anagrama han sido presas fáciles de José Bretón, un hombre al que si algo parece que le caracteriza es su capacidad de cálculo y frialdad para causar el mal. “El Odio” no parece ser un libro que respete a las víctimas (a Ruth Ortiz y sus hijos), sino más bien el libro que un asesino utiliza para rematar su venganza criminal contra su exmujer. Si una libertad creativa está en juego es la de autor intelectual de la obra, la de José Bretón. Algo que se debería subsanar.

Etiquetas
stats