La Benéfica reabre sus puertas con una gran fiesta de Antroxu: “Fue una ilusión y la gente se contagió de ella”

Recuerda Rodrigo Cuevas, allá por aquellos tiempos pandémicos, una especie de visión que tuvo acerca de un centro cultural comunitario en L’Infiestu (Piloña). Una visualización, un poner el foco en un objetivo bien claro, “una ilusión, y la gente se contagió de ella”. Dice que “si uno no lo ve, al final cada uno va por su lado”, pero resulta que no, que a este visionario le siguieron otros muchos y que el destino, la providencia, vaya usted a saber, lo materializó: sin tener el dinero ni el local, apareció La Benéfica, un antiguo teatro que existía en esta villa piloñesa, cuyos actuales propietarios, Alfonso y Cristina, no sabían muy bien qué hacer con él.
Edificio protegido por Patrimonio, estaba a punto de caer: “llovía por él, lleno de goteras, tenía una nave anexa con el tejado apoyado que filtraba toda el agua, el suelo de asfalto… una ruina”, explica el cantante que, ni corto ni perezoso, localizó al dueño. La respuesta que le dio fue maravillosa: “no sabes cuánto tiempo llevo esperando por una llamada como esta”. Y ahí surgió el amor.

Éste es un espacio comunitario desde el inicio gracias al apoyo de particulares, empresas y fundaciones no solo de Asturias, sino también de fuera. Un trabajo de andecha, que se dice en asturiano, aquel trabajo desarrollado en comunidad, el echar una mano, el dar tira con las mil y una labores que arrancaron en aquel momento no solo con la creación del crowdfunding en el que se sacaron 140.000 euros.
Recuerda Cuevas los turnos de 10 de la mañana a 10 de la noche limpiando una a una las tejas de los 600 metros cuadrados de tejado con cinco karchers cuando no había ni instalación de agua, solo una manguera trampeada con múltiples tés; los turnos para cuidar a los críos mientras otros se dedicaban a los diferentes menesteres que lo hicieran realidad.
Unos trabajos dirigidos en un proyecto arquitectónico firmado por Paula Lobo y Manuel Carragal, todo un reto dicen por las dificultades que entrañaba, pero atractivo por lo que suponía. “Una alegría muy grande recibir este encargo”, sonríen. La idea era recuperar la esencia del edificio con un espíritu muy contemporáneo, respetando la estructura de madera.
Los trabajos se dividieron en tres fases: la primera la de la consolidación de la estructura, la recuperación de la cubierta y la construcción del sótano de almacenaje, necesario para un proyecto como éste; la segunda es la que se acaba de terminar, que consiste en la recuperación del interior y la fachada; para dar pasa a una tercera, en la que se terminará la fachada y los exteriores. Y quizás una cuarta, comenta Paula Lobo, donde se instale el chigre de La Maléfica. Ponen en relevancia ambos arquitectos la importancia de un proyecto como éste donde se crea un espacio abierto para que todo el mundo lo pueda disfrutar.

“Nos tocó la lotería”
La cara de felicidad del alcalde de Piloña, Iván Allende Toraño, lo decía todo. “Nos tocó la lotería”. No es para menos. La Benéfica ha conseguido poner al concejo en el mapa de todo el estado y a la cultura producida desde lo rural en las agendas. Los movimientos ya no van a las urbes, sino que buscan estos focos populares en las villas, en las periferias. Algo que también estaba en el imaginario de Rodrigo Cuevas: “Este es un edificio del patrimonio histórico de L’Infiesto olvidado. Gracias a esto recuperamos una memoria de L’Infiesto y de Piloña. Hay tantas villas que tuvieron centros de ocio, teatro, cine… así está pasando en Cangues d’Onís, Llanes, Llaviana, Grau…

Es un momento muy esperanzador para las villas, para los centros periféricos y los pueblinos en la periferia de las propias villas. Es volver a hacer de las villas lugares donde no necesites irte a otros para tener cosas, para vivir“.
En esta misma línea se manifiesta el alcalde refiriéndose a un proyecto social y cultural “transversal de recuperación de patrimonio que va mucho más allá de un edificio, con un programa cultural que surge del rural. Esto demuestra que se puede hacer cultura desde lo rural y ser muy activo socialmente”.
De cómo la cultura atrae población
“Y luego dicen que en el rural se vive muy relajado… ¡No damos abasto con tanta actividad! ¿Qué está pasando en el rural?”, reflexiona Mario Rodríguez Polo, de la Asociación El Prial, responsable del proyecto Volver al pueblo. Una mujer se acerca a Rodrigo Cuevas mientras hablamos: “disculpa, pero te traigo un regalo”. La sorpresa del interpelado es grande mientras desenvuelve el libro de etnobotánica Tengo de subir al árbol. La cara de alegría del regalado es un poema, resulta que ya se lo había leído en préstamo y le había encantado. Menudo acierto de regalo.
Pero el regalo de verdad viene detrás. Resulta que ella, Elia San Miguel López, es la autora: “es el último libro que me quedaba y quería dártelo porque por ti vuelvo a mi tierra. Manual de romería me explotó en el alma y ahí surgió plantearme la vuelta. Algo está pasando que no nos lo queremos perder”, y ahora, desde la aldea de Porciles, es testigo de todo este movimiento.
“Eso me pasó a mí también, y creo que acerté con mi decisión de asentarme aquí”, replica Cova García Sánchez. Asturiana, emigrada a Ibiza, está construyendo su espacio a caballo entre Caso y Piloña.
Un fin de semana intenso que arrancó de viernes con la inauguración oficial con la visita de autoridades, amigues que apoyaron el proyecto y medios de comunicación para dar paso a un sábado intenso con la celebración del Antroxu en Danza.
Hasta La Benéfica se desplazaron el consejero de Ordenación del Territorio, Vivienda y Derechos Ciudadanos de Asturias, Ovidio Zapico González; la directora general de Participación Ciudadana, Transparencia, Diversidad Sexual y LGTBI, Nuria Rodríguez López; el director general de Reto Demográfico, Marcos Niño Gayoso; y el director general de Política Llingüística, Antón García Fernández. La Fundación Caja Rural también hizo acto de presencia. Mucha “xente de Piloña, a la que tenemos mucho que agradecer”, se emocionaba Antía Eseuve, programadora cultural de La Benéfica, al ver el llenazo del teatro.

Un equipo que ha trabajado mucho, “y mucho berramos esta semana con la lluvia y el barro”. El sábado parece que el cielo les sonríe con un sol para agradecerles toda la implicación con un día de fiesta multitudinario, de esos que nadie se quiere perder, que todo el mundo se apunta en la agenda y que cuenta con autobuses fletados desde Xixón y Uviéu, las dos grandes ciudades asturianas, hasta esta villa de algo más de 2.000 habitantes, en un concejo del Oriente asturiano que no llega a los 7.000.
Un gran festejo de antroxu (carnaval) que arrancó bien pronto por la mañana con un taller de máscaras a cargo de Raposu Roxu, con un desfile que recorre la villa a partir de las 16.30 y con esa versión de la Nueche en Danza, donde se recupera el baile tradicional de manera libre, fuera de espacios puramente folkie tradi, y vestidos con ropas de asturianas y asturianos del siglo XXI.
“El lunes estaré muerto, y probablemente el martes también…” ríe Rodrigo Cuevas ante la perspectiva del fin de semana. Pero mereció la pena.
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