Nace la Coordinadora por la Memoria de la Deportación Vasca para recordar a 253 vascos en campos de concentración nazis

José María Azurza Osategui, de Donostia, fue deportado el 3 de abril de 1941 al campo de concentración nazi de Mauthausen y murió el 28 de octubre de ese mismo año. Glorialdo Laza Sarachaga, nacido en Sestao, también fue deportado a Mauthausen el 21 de enero de ese año y murió el 6 de julio. Menos conocidos son los nombres de los campos de concentración nazis de Dachau, a 13 km al noroeste de Múnich, en Baviera, Sachsenhausen, ubicado en la población de Oranienburg, en Brandeburgo o el campo de concentración de Neuengamme en el distrito homónimo de la ciudad de Hamburgo, pero todos ellos también albergaron a vascos deportados allí entre 1940 y 1945.
En total, 253 personas nacidas o residentes en Euskadi fueron deportadas, de las cuales murieron 113 y se salvaron 125. No se tienen datos de las 15 restantes. Solo hubo 10 mujeres y los 243 restantes fueron hombres, aunque se trata de un reparto “no concluyente”, según ha detallado este lunes en Bilbao Anton Gandarias, sobrino de Anjel Lekuona, exiliado en la Guerra Civil y fusilado en un campo de concentración nazi. El campo de concentración de Mauthausen es el más representativo de la deportación de los vascos. “Desempeñó un papel devastador con el apéndice de Gusen. Casi la mitad de los deportados y dos tercios de los fallecidos fueron asesinados en el lugar”, ha recordado Gandarias.
Lo ha hecho durante la presentación de la Coordinadora por la Memoria de la Deportación Vasca (1940-1945) creada para “fomentar la memoria” de estos deportados y ponerse en contacto con los familiares para que reciban “un reconocimiento que hasta ahora no han tenido”. “Este horror es desconocido. Tal y como se conoce en Europa, este episodio no forma parte de nuestra memoria colectiva”, han rinsistido En la coordinadora, que presidirá el propio Ganarias, forman parte el colectivo Amical de Mauthausen y otros campos y de todas las víctimas del nazismo de España, el colectivo La ilusión de Renteria, el grupo de trabajo Hradischko 1945 Flossenburg, Kepa Ordoki – Memoria Historikoa Bidasoan elkartea, la Asociación Republicana Irunesa Nicolás Guerendiain y los investigadores Etxahun Galparsoro y Joxe Mari Mitxelena.
Su objetivo es que las víctimas y su s familiares reciban “reconocimiento institucional” y se designen “lugares de memoria para los deportados” en la Comunidad Autónoma Vasca y Comunidad Foral de Navarra. Para ello, ya han puesto en marcha los primeros contactos y junto con el Instituto Vasco de la Memoria (Gogora) se impulsará el proyecto ‘Memoria de la Deportación 1945 – 2025’. Se tratará, según han destacado de “un paraguas de apoyo y coordinación de todas las iniciativas”.
“Más de doscientas personas de Euskadi sufrieron el horror de la deportación entre 1940 y 1945 por defender la democracia en años anteriores. Para entender cómo los vascos llegaron a los campos de concentración del Tercer Reich, es necesario recordar la guerra de 1936, porque es el origen y la causa de la deportación», ha explicado, el historiador y miembro de la coordinadora, Etxahun Galparsoro, que ha detallado que ”la resistencia del frente norte se mantuvo hasta octubre de 1937“. ”Cientos de personas llegaron en barco a la costa de Francia, desde donde fueron enviadas a Cataluña. La guerra duró para ellos hasta febrero de 1939. Los miembros de la resistencia se convirtieron en exiliados en el mayor éxodo jamás registrado en la Península Ibérica. Estos exiliados fueron encerrados por el gobierno de Francia en los campos de “internamiento” que se abrieron en las playas de Argelès-sur-Mer, Saint Cyprien y Le Barcarès. A lo largo de 1939, las autoridades francesas ofrecieron tres opciones: Volver a la España de Franco, exiliarse en otros países (México, Chile, Argentina o Venezuela) o autorizar la contratación en sectores agrarios o industriales, en un contexto de amenaza de guerra“, ha recordado.
Según Galpasoro, la situación cambió drásticamente cuando Alemania invadió Polonia en septiembre de 1939 y Francia declaró la guerra a Alemania. “El Estado francés necesitaba personas para la guerra y presionó para que los exiliados entraran en el ejército a través de diferentes opciones: La Legión Extranjera, los Regimientos de la Marcha de Voluntarios Extranjeros (RMVE) o las Compañías de Trabajadores Extranjeros (CTE). La mayoría de los exiliados de origen vasco se unieron a las compañías de trabajadores para colaborar en las operaciones de fortificación fuera del frente. En mayo de 1940, poco más de un mes y medio después de los enfrentamientos, la armada alemana Wehrmacht conquistó Francia. Los miembros de las Compañías de Trabajadores Extranjeros fueron detenidos y trasladados a los campos de detención provisionales del denominado frontstalag, a escasos kilómetros del frente, y posteriormente a los stalags”, ha señalado.
A partir de agosto de 1940, los presos con nacionalidad española fueron separados del resto y comenzaron a ser entregados a las SS. Estos prisioneros fueron introducidos en trenes y enviados a un destino incierto. “En ese momento, los republicanos apresados en Francia perdieron su condición de prisioneros de guerra para pasar a ser deportados políticos. El 6 de agosto de 1940 comenzaron a deportar vascos a los campos de concentración de Alemania, con la llegada a Mauthausen, y duró hasta el 6 de mayo de 1945, cuando el último grupo fue liberado en el campo satélite de Ebensee”, ha indicado.
Según ha explicado el historiador, la deportación de los vascos a campos de concentración tuvo dos fases: entre agosto de 1940 y principios de 1942, para los que en 1939 tuvieron que integrarse en el ejército francés y posteriormente se convirtieron en prisioneros de guerra; y desde principios de 1942 hasta mayo de 1945, cuando se deportaron a los resistentes que lucharon contra la ocupación alemana de Francia. “En este periodo llegaron por primera vez los exiliados. Los presos de Mauthausen fueron liberados el 5 de mayo de 1945. Pero al día siguiente, los soldados americanos entraron en Ebensen. En teoría, un centro satélite del anterior, pero en realidad era un campo real en el que había unos 18.000 prisioneros vivos. En este centro se liberó al grupo de los últimos vascos y con él se puso fin a la deportación nacionalsocialista”, ha aseverado.
La Coordinadora por la Memoria de la Deportación Vasca une así a colectivos con una larga trayectoria en materia de memoria histórica y que, en el tema de la deportación han llevado a cabo seis exposiciones, cuatro libros y publicaciones, 29 conferencias, nueve homenajes, dos reconocimientos institucionales, instalaciones de símbolos, hermanamientos entre pueblos y viajes a los campos de concentración, entre otras actividades. “Aunando capacidades y esfuerzos, queremos llevar a primera línea una realidad que ha quedado relegada. Es imprescindible para pedir la verdad, la justicia y la reparación de las personas que sufrieron la deportación”, ha concluido Gandarias.
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