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Sobre cómo reinventar el barrio

Banderines uniendo balcones en una calle de Malasaña durante el confinamiento | SOMOS MALASAÑA

Pedro Bravo

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Parece que estamos en ese momento en que se empieza a ver la luz al final del túnel. El problema es que en la realidad pretende ilustrar la metáfora, a la salida del túnel vienen más que curvas. Quizá una carretera sin asfaltar, quizá un precipicio. Para Madrid, las previsiones hablan de caídas del PIB de hasta el 18% y de la pérdida de más de un millón de empleos. Más allá de lo que a cada uno le gusten datos macroeconómicos como forma de medir la salud económica de una sociedad, pintan bastos. También en lo hiperlocal.

La situación de la hostelería y el turismo es a la vez causa y efecto de este panorama. Y resulta que la hostelería y el turismo son el principal argumento económico de nuestro barrio. Si hacemos zoom in en la crisis económica en la que estamos metidos veremos que la paralización del movimiento continuo que da sentido al capitalismo es un asunto global que afecta más a los países enfocados a los servicios, como es el caso de España, y muy especialmente a los territorios con una alta concentración de negocios y puestos de trabajo dedicados al ocio: Baleares, Canarias… y Malasaña.

Somos Malasaña está contando toda la actualidad sobre este tema: la situación de los pisos turísticos, las propuestas de los políticos, las de los bares y restaurantes; también las ayudas públicas y privadas. Terrazas sin canon y en plazas de aparcamiento, calles sin coches, exenciones de impuestos, préstamos ICO, ERTE… Las soluciones existentes o por existir van por ahí. Pero ¿serán suficientes? Ojalá, por todos los amigos que tengo a los dos lados de las barras, que sí lo sean. Pero es posible que no. Y entonces, ¿qué hacemos?

¿Se puede realmente frenar los efectos de una crisis que lo es no sólo por lo difícil de mantener negocios que van a estar meses parados sino también por la previsible ausencia de clientes de aquí y de fuera, tanto por las restricciones de movimientos como por la falta de recursos? ¿Hay que proteger la propiedad de los locales que vayan cayendo para que no se queden en manos de fondos y, por tanto, agudicen el problema? ¿Es conveniente mantener la especialización de Malasaña y, así, el carácter que lo ha hecho famoso en todo el mundo o hay que empezar a mirar hacia otro lado? ¿Se puede cambiar el modelo productivo de un barrio protegiendo al mismo tiempo parte de sus rasgos distintivos? ¿Cómo? ¿Hace falta un plan o tenemos que dejar que el cambio se haga forma orgánica? ¿Deberíamos ponernos a pensar en común a qué nos vamos a dedicar? ¿Montamos un espacio en este medio en el que nos demos el gusto de imaginar cómo podemos y queremos vivir a pesar de todo?

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