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CV Opinión cintillo

Ni lo vemos ni lo veremos

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Carlos Mazón ha ganado la moción de censura sin que se la hayan presentado. Nos quedaremos sin verla. Hay que apuntarle la victoria, mientras los botánicos siguen discutiendo cómo lo desalojan del Palau. Quizás ahora hayan entendido que no está en su mano. Como tantas discusiones de la izquierda, mientras pensaban en cómo contentar a todos sus teóricos y estrategas les han comido la tostada. Compromís pierde fuerza con la moción que nadie secundaba. Y hasta los socialistas, con su petición de elecciones. No habrá ni una ni otra porque habrá presupuestos. A cambio, se recrudece el “todos contra Vox” que tanto gusta a Pedro Sánchez.

A Mazón nos hemos quedado sin verlo en la mascletà, photocall casi permanente de Bernabé, Morant y otros ministros. Y también de populares que, como Gamarra, Sémper o González Pons, se han paseado pero han evitado apoyar a su compañero en horas bajas. Con amigos como ellos hace falta poco más. La imagen del President en modo fallero la hemos tenido en la Generalitat. No se ha querido mojar. Tan triste como sintomático. Trabaja dentro lo que tiene perdido fuera, con la esperanza de revertir la situación. Eso tiene muchos riesgos. El más grande, que se creen su mundo. La euforia que esta semana se vivía en la sede del gobierno autonómico es un multiverso creado por una inteligencia demasiado natural. El primero de los valencianos solo ha estado en la fiesta más importante del año en formato cartón y en la penumbra de la última noche. Con la agenda oculta y con la gente alejada por un perímetro de seguridad no se puede gobernar.

Pendientes tanto tiempo de si Camps se pasaba a Vox y se ha pasado antes Mazón. El President que no preside el Cecopi porque eso le compete a la consellera. Como tampoco se suponía que negociaba presupuestos, tema de grupos parlamentarios y de responsable de Hacienda. Y al final ha sido el encargado de anunciar el acuerdo en les Corts. Y lo ha cerrado Mazón con Abascal. No veremos juntos a los líderes de las derechas. Feijóo se ha servido de su barón más necesitado para dar un nuevo acelerón hacia lo ultra. El baile de competencias y competentes (o no) parece que solo lo aclarará la justicia. La misma que pone fecha a declaraciones de imputados y de testigos, entre ellos la delegada del gobierno. El listado deja pocas dudas de que la jueza si pudiera imputaría a Mazón, pero no lo veremos.

En este mar de cesiones al rival de ultraderecha solamente cabe una contrapartida para el PP. Abascal solo ha podido ofrecer a los populares el mando de la trampilla para dejar caer al presidente valenciano. En todo lo demás han cedido, en un negocio de dudosa rentabilidad, aunque los cálculos los ha hecho Génova, que se supone que tiene todos los números. Desde allí se fijó hace tiempo el verano para evaluar la situación, pero, si sigue el ritmo actual, los autos acelerarán las previsiones. En unos días, Mazón podría encontrarse por València con los compañeros del PP europeo y, si quiere o le dejan salir, explicarles lo mal que lo han hecho en Bruselas, a juzgar por los presupuestos pactados en la Comunitat Valenciana con Vox, en esa unión de negacionistas alumbrada justo en el campo de pruebas de los efectos de no respetar la naturaleza. Aunque puede que para entonces todo sea ya historia. Más imágenes que es muy probable que no lleguemos a ver. Quizás no sepamos nunca cómo los trumpistas españoles gestionan la reconstrucción, pese a no estar en el Consell. Ni cómo los terraplanistas trabajan con el vicepresidente Gan Pampols, al que consideraron un “infiltrado del traidor Pedro Sánchez”. 

Otra vez las prisas han marcado un acuerdo desde la Generalitat. Cuando Abascal es quien cierra el pacto, lo bendice y saca pecho, el futuro de Mazón deja de depender de València. Él gana tiempo pero, mientras sigue atrincherado en el Palau, en Madrid han pactado su futuro y hasta el control de los tiempos. La realidad del pacto presupuestario ningunea a Feijoo hoy pero le da fuerza y, sobre todo, votos para cortar cabezas mañana cuando las encuestas o la justicia apunten a la puerta de salida. Lo que llegue antes. El horizonte de julio, ecuador de legislatura y condición para tener el paro asegurado, parece ahora muy lejano como para resistir entra protestas y silencio mediático, por muy firme que sea la intención de resistir y mucha fuerza que crean renovada por aprobar las cuentas. La orilla sigue lejos por mucho que algunos naden y puede que no lleguen ni a verla ahora que el timón lo han cambiado por el cofre. 

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