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Soliloquio del zombi

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El todavía presidente de la Generalitat aparte de ser un idiota moral, en los términos expresados en mi anterior artículo, se asemeja cada día más a un zombi de esos que andan por la calle sin saber que están muertos. No siente, no escucha, no sufre y le da igual la realidad porque él no habita en ella. Carente de capacidad para ser alguien con discurso propio, con tal de aparentar que está vivo se abraza a las execraciones que le brindan quienes le van a enterrar. Hace unos días interpretó un soliloquio para anunciarnos que se convertía a la doctrina de los apologistas del régimen que sembró los campos de España de fosas comunes (¿dónde está Federico García Lorca?) y sumió el país en la larga noche donde se violaban derechos humanos tan básicos como los de expresión, pensamiento, asociación, sindicación o manifestación; donde se retrocedió la condición de la mujer al siglo XIX; donde se mataba, torturaba y robaba mientras se construían los fundamentos de la corrupción sistémica que todavía hoy nos acongoja. 

En ese soliloquio, leído como un autómata, ha vuelto a demostrar que su discurso sobre la seguridad ciudadana y la gestión de los recursos públicos es muy selectivo, escorado a resaltar lo anecdótico para ocultar lo esencial. Como si no tuviese asuntos de verdadera entidad que resolver tras la mayor catástrofe en siglos sufrida en Valencia, se comprometió a hacer pública la nacionalidad de los detenidos por pillajes tras la DANA. Y sin ofrecer ninguna cifra, ni casos concretos, ni detenciones practicadas, sin rigor alguno, deslizó que los autores del pillaje son migrantes asociando de este modo la idea de migración a delincuencia como vienen haciendo los partidos fascistas y nazis de Europa. Y todo esto cuando decenas de miles de personas siguen en estado de shock por la catástrofe que junto a la ineptitud ha causado 228 muertos.

Para nada sirve decirles a estos sociópatas que lo que provoca la migración es la extrema pobreza, la desigualdad profunda y las guerras que generan muerte y miseria en países que, en muchas ocasiones, mantienen la huella de la colonización europea, de sus intereses geoestratégicos y del expolio de sus recursos naturales. Y, como son enemigos viscerales de la memoria, nadie les recuerda que hasta hace pocas décadas los españoles eran migrantes que se dispersaron por Europa y América para sobrevivir y dar una vida digna a sus familias.

Por si fuera poco, el zombi proclamó que negaría cualquier acogida a los menores migrantes llegados solos a nuestras costas, niños en el más absoluto desamparo. También avanzó que se suprimirán o reducirán sustancialmente las ayudas a las entidades de cooperación y a aquellas que en nuestras ciudades y pueblos ayudan a los más desfavorecidos. Su miserable discurso ocultó entre muchas cosas que, a resultas de la guerra de Ucrania, la Comunitat Valenciana ha acogido sin ningún problema a decenas de miles de personas huidas de la violencia provocada por Rusia, entre ellos miles de niños que están felizmente escolarizados sin ningún problema en nuestro sistema educativo. Por qué unos sí y otros no. Sencillamente, la respuesta está en el color de su piel y su pobreza extrema. En otras palabras, simple racismo y odio al pobre.

Ese discurso xenófobo y aporofóbico que sin la más mínima compasión amenaza con devolver a los orígenes de miseria y violencia a los niños supervivientes llegados del mar, contrasta con el silencio atronador sobre los grandes saqueos que ha sufrido la Comunidad Valenciana durante décadas de corrupción y despilfarro a cargo de su partido. La incongruencia es clamorosa pero no sorprende, lo ha hecho siempre. No pidan a un zombi que articule un razonamiento lógico.

Los pillajes tras la DANA, condenables sin duda, han supuesto robos de bienes materiales con daños localizados en comercios, viviendas o en los vehículos amontonados por las aguas desbordadas. En muchos casos la policía ha actuado y detenido a los autores como en cualquier problema de orden público. Sin embargo, el saqueo de los corruptos que Mazón prefiere ignorar porque algunos de ellos son sus amigos del alma, ha costado incontables millones de euros a los valencianos y ha afectado a todos los ámbitos de la vida pública destruyendo la reputación de la Comunitat. Basta con recordar algunos de los mayores casos de corrupción que arruinaron la Comunidat Valenciana en tiempos de gobiernos del partido del zombi y, aunque es difícil establecer una cifra exacta, diversos estudios han revelado el impacto económico real de estos casos. Veamos algunas cifras clave y qué servicios públicos podrían haberse financiado con ese dinero:

Caso Gürtel, más de 120 millones de euros en contratos amañados y financiación ilegal del PP. Caso Brugal, corrupción en la gestión de residuos en Alicante, con sobrecostes de más de 100 millones de euros. Caso Taula, desvío de fondos en la Diputación y Ayuntamiento de Valencia, con mordidas que superaron los 25 millones de euros. Caso Emarsa, gestión de la depuradora de la ciudad de Valencia en la época de Rita Barberá: 25 millones de euros malversados. Y muchos otros como Erial, IVEX, Cooperación, Noos, Canal-9, IVAM, Azud, Trama del Fuego … 

Proyectos ruinosos como Terra Mítica, 400 millones de inversión pública perdida. Aeropuerto de Castellón, 150 millones y cada año aumenta el agujero deficitario. Circuito de Fórmula 1, más de 300 millones. Ciudad de la Luz, 500 millones para un proyecto audiovisual ruinoso. CIEGSA (colegios públicos) 1.000 millones de sobrecostes que sin embargo no acabaron con los barracones.

Mención necesaria merece el caso Bancaja y CAM. Su quiebra y rescate costaron más de 40.000 millones de euros entre inyecciones de dinero público y pérdidas irrecuperables. La CAM (Caja de Ahorros del Mediterráneo), intervenida en 2011 tras una gestión catastrófica, acumuló un agujero patrimonial de más de 17.000 millones de euros. Su cúpula directiva fue acusada de conceder créditos sin control, falsear cuentas y pagar indemnizaciones millonarias a sus directivos antes de la intervención del Banco de España. La CAM fue vendida al Banco Sabadell por 1 euro, después de inyectarle 5.249 millones de euros de dinero público. Bancaja, bajo la presidencia de José Luis Olivas, expresidente de la Generalitat condenado por corrupción, se fusionó con Caja Madrid de Rodrigo Rato, condenado por corrupción, ex vicepresidente del gobierno de España por el PP, para crear Bankia, entidad que terminó necesitando un rescate público de 22.424 millones de euros . Bancaja había financiado sin control proyectos inmobiliarios ruinosos, incluyendo promociones fantasmas en la costa, concedidos decenas de miles de hipotecas basura y créditos a grandes empresarios cercanos al PP que nunca se devolvieron.

Este saqueo financiero cubierto con dinero público no sólo dejó a miles de pequeños ahorradores atrapados en productos financieros tóxicos (preferentes y subordinadas), sino que además condenó a la Comunidad Valenciana a perder su centenario sistema financiero para pasar a depender completamente de la banca privada.

En total, el saqueo de la corrupción, despilfarro, sobrecostes y mala gestión en la Comunidad Valenciana supera los 50.000 millones de euros, sin contar otros casos menores que siguen aflorando. Y ante esto, una pregunta que nunca se hará Mazón: ¿qué servicios públicos podrían haberse financiado con el dinero saqueado y despilfarrado por su partido?

En Sanidad: Construcción de 100 hospitales completamente equipados (coste medio de un hospital moderno: 500 millones de euros ) o contratación de 200.000 médicos durante 10 años, mejorando la atención y reduciendo las listas de espera.

En Educación: Construcción de 5.000 colegios públicos nuevos , eliminando barracones y mejorando la educación de varias generaciones o financiación de la universidad gratuita en la Comunidad Valenciana durante más de 20 años.

Infraestructuras: Extensión del transporte público gratuito durante décadas o plan de modernización de carreteras y ferrocarriles sin endeudar a la Generalitat.

Vivienda: Construcción de 250.000 viviendas públicas, resolviendo el problema del acceso a la vivienda para miles de familias.

Mientras el zombi Mazón y su gobierno atan su destino al partido franquista y se centran en criminalizar a los migrantes por robos menores tras la DANA; rechazan la Agenda Verde europea que busca hacer un mundo más sostenible; demonizan a los ecologistas que denuncian el cambio climático; acusan a las organizaciones humanitarias por practicar la caridad; y cargan contra el valenciano, nuestra lengua estatutaria y materna… mientras vociferan todo esto, guardan silencio sobre el verdadero pillaje que ha empobrecido a generaciones de valencianos. Su estrategia es clara: desviar la atención de la corrupción intensiva de su partido y avivar miedo y odio contra los más vulnerables e indefensos. Es un ejercicio de obscena hipocresía que busca enfrentar a la ciudadanía contra los más pobres mientras protege los intereses de quienes se enriquecen a costa de arruinar las arcas públicas.

Es lo que nos pasa por votar a los malvados de la clase (o por abstenerse).

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